(Vía Boing Boing/ Eclecticmethod)
Son futuros cinéfilos que ni han sido ni serán, pero todos compartían una premisa común: la humanidad, gracias a la tecnología chuli y a la imaginación sería capaz de convivir con cualquier crisis y cambio. No importaba hasta donde llegaran los “apaños” sociales, que la ciencia encontraría atajos y nos fabricaría juguetes convincentes. Existía un potencial evasivo en esas historias que las redimía un tanto de sus aspectos más sórdidos.
Pero los juguetes han demostrado ser carísimos y limitados al blablabla y al cotilleo digital. Los transportes siguen siendo matracas, la medicina diagnostica pero no cura y los robots más brillantes tan solo bailan o bien, pican la carne y aprietan tornillos.
No hay colonias lunares porque la NASA se limita a estrellar dos sondas contra el suelo de allí. Nos han proporcionado redes sociales accesibles desde cualquier parte para que no levantemos la vista al cielo ni la paseemos en derredor. Los héroes no son astronautas ni científicos ni aventureros, sino contables interesados de alma mezquina que presumen de la eficacia de los recortes sociales.
Tan solo las distopías se acercan a la realidad: Xangai, pej, es una colmena ultramoderna, llena de millones de chinos de ojos rasgados de clase media baja en su mayoría y que devoran su cuenco de arroz hacinados en bloques altísimos. Y nuestro Españistán es un parque temático visitable desde cualquier pantallita, donde la mayoría de los que atienden y sirven han sido despedidos.
Pero la imaginación y la furia que no nos la quiten, por dios.
Saludos de fin de año.