Revista Animación

G-Force: Licencia para espiar (Hoyt Yeatman, 2.009)

Por Rugoleor @rugoleor

G-Force: Licencia para espiar (Hoyt Yeatman, 2.009)

G-Force: Licencia para espiar (Hoyt Yeatman, 2.009)

S/C

Estadísticas:

Crítica: 4,762 Público: 5,388 España: S/C Rugoleor: S/C

Espectadores: 1.291.005 Recaudación: 8.688.272,79 € Visitas: 0 Popularidad: 0,00%

Ficha:

Título original: G-Force

Director: Hoyt Yeatman

Guionistas: Cormac Wibberley, Marianne Wibberley

Intérpretes: Bill Nighy, Will Arnett, Zach Galifianakis, Kelli Garner, Niecy Nash, Gabriel Casseus, Chris Ellis

Productor: Jerry Bruckheimer

Fotografía: Bojan Bazelli

Música: Trevor Ravin

Montaje: Mark Goldblatt, Jason Hellmann

Nacionalidad: Estados Unidos

Año: 2.009

Duración: 91 minutos

Edad: Todos los públicos

Género: Animación, Acción, Aventuras, Comedia, Familiar, Fantástica

Distribuidora: The Walt Disney Company Iberia, S. L.

Estreno: 09-10-2.009

WEB Oficial: http://www.disney.es/g-force

Sinopsis:

El productor Jerry Bruckheimer nos trae su primera película en 3-D, una comedia en la que descubrimos que existe un programa encubierto del gobierno que programa animales para espiar. Equipados con la última tecnología en espionaje, unas expertas cobayas descubren que el destino del mundo está entre sus pezuñas. Los componentes de este comando son Darwin, el líder dispuesto a triunfar a toda costa; Blaster un experto en armas arrogante y con tendencia al extremismo; Juarez una experta en artes marciales muy sexy; más un profesional en misiones de reconocimiento, Mooch, y un topo con un olfato privilegiado, Speckles, con la voz de Nicolas Cage. Dirigida por el experto en efectos visuales Hoyt Yeatman, ganador de 2 Oscar, Fuerza G es una increíble aventura que prueba definitivamente que el tamaño no importa.

Comentario:

El productor Jerry Bruckheimer, que ya se asoció con la Disney para la millonaria saga “Piratas del Caribe”, se estrena en el cine tridimensional con un combinado de cine de acción, palomitas caseras y animación que tiene por protagonistas a tres hámsters y un topo. el cuarteto forma la G-Force del título, un grupo secreto de espionaje que deberá salvar el mundo de las garras de un malvado Bill Nighy. Penélope Cruz es una de las estrellas que pone voz a los animalitos.

Crítica:

13.10.2009 – JOSU EGUREN

Comando G

Por si alguien dudaba del lugar privilegiado que ocupa Penélope Cruz en Hollywood, sólo tiene que prestar atención al dato de que también reclaman su acento para rellenar personajes destinados al público infantil, al igual que ocurre en el caso de ilustres como Nicholas Cage, Sam Rockwell, Jon Favreau y Steve Buscemi. No podremos escuchar a Penélope en la versión doblada, tampoco presta su voz a las películas en las que actúa, pero se nota que el suyo es un personaje escrito para rentabilizar el tirón de las actrices latinas; y esto es algo de lo que sabe mucho Jerry Bruckheimer, experto en el negocio de montar rentables franquicias cinematográficas (“Piratas del Caribe”, “La búsqueda”), que en esta ocasión se ha aliado con la Disney para articular un nuevo eje del mal desde el que prometen lanzarnos bombas parecidas a esta “G-Force” a lo largo del próximo lustro.

Dirigida por Hoyt Yeatman, un experto en efectos visuales de reconocida valía, “G-force” se presenta como una versión miniaturizada de las cintas de acción protagonizadas por Tom Cruise en la saga de “Misión Imposible”, aunque si nos fijamos en sus méritos técnicos podría competir con otras películas de mayor peso y categoría. Bruckheimer cumple con su parte del trato, espectacularidad por un tubo, pero se echa en falta el esmero con el que la Disney añoña casi todo lo que toca, por lo que la franja de edad a la que debería orientarse queda difuminada abarcando un margen demasiado amplio. A los más pequeños puede atragantárseles el argumento, y apenas se cuentan un par de guiños destinados al público adulto.

De los personajes casi mejor ni hablar, todos son simples plataformas para el lanzamiento de los mensajes morales de turno, pero pese a todo la película entretiene, lo justo, con una puesta en marcha trepidante en la que Yeatman consume tres cuartas partes del combustible, y aunque llega a la meta ligeramente apurada, no nos da motivos para que ojeemos el reloj antes de iniciar la estampida.


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