Algo muy saludable ocurre hoy en el gremio periodístico de Jalisco: por vez primera en muchos años los periodistas de diversos medios y grupos se unen, ¿saben para qué?, para hacer frente a los constantes embates de un político “sobradito” que sin razón alguna la emprende contra ellos.
Enrique Alfaro, alcalde con licencia de Guadalajara y aspirante a gobernar Jalisco, se ostenta desde hace tiempo como el pontífice de los periodistas, a quienes trata de adoctrinar sobre qué hacer y no hacer, cosa que, por supuesto, al gremio en general no le parece bien, porque nadie mejor que ellos conocen su trabajo.
Dizque resentidos y vendidos
Para esto, Alfaro cuenta con una nube de corifeos que a la menor crítica en redes sociales o en cualquier medio tradicional (prensa, radio y televisión) responden con un solo, pobre y sobado argumento: “Son priístas resentidos y vendidos”.
En la mayoría de los casos (me consta porque conozco el medio desde hace más de medio siglo) no existe filiación política entre muchos de los periodistas que han criticado la actuación de Alfaro, ni del gobernador ni de otros políticos. Su interés fundamental es servir a la sociedad con objetividad por medio de información confiable.
En otras palabras, este señor Alfaro ha estado hasta hoy mal asesorado en materia de comunicación social, porque sin tener gente que realmente conozca el medio, no es capaz de diferenciar entre tirios y troyanos: a todos los mete en un solo saco, sin más argumento que el de ser enemigos políticos. Nada más erróneo.
Ningún argumento serio
Lamentablemente, tampoco he visto en ninguno de sus corifeos la menor sombra de una argumentación seria en favor de las tesis alfaristas. Por lo contrario, he observado bastante prepotencia cuando dicen, por ejemplo, “Alfaro será gobernador, aunque usted no quiera”.
De igual manera, en el caso de las calandrias de caballos, que muchos tapatíos y jaliscienses quisiéramos conservar en Guadalajara por razones de historia, de cultura, de tradición e identidad, los partidarios de Alfaro contestan: “Los caballos se van porque se van”.
Es decir, no hay manera de dialogar con este hombre, y menos con sus partidarios, que todo lo ven de acuerdo a sus muy personales intereses.
En este caso, de nada sirve preocuparse por estudiar la Historia de Jalisco; no recuerdo a ningún aspirante a gobernador que haya tratado de tan mala manera a sus posibles electores. Muchos gobernantes trataron mal a los jaliscienses pero después de ser electos, como aquél que tuvo el descaro de “mentarnos la madre”, pero antes se cuidó muy bien de hacerlo.
Gajes del oficio
Volviendo al tema original, los periodistas jaliscienses hemos de agradecer al señor Alfaro por contribuir a nuestra unidad gremial cuando agrede aquí y allá y sin razón alguna a cuantos se atreven a criticarlo.
Su argumento principal de que somos priístas resentidos y vendidos nos tiene sin cuidado. Antes nos dijeron panistas, reaccionarios y hasta comunistas, pero no hay problema: son gajes del oficio.
Articulo publicado en el semanario Conciencia Pública en su edición del lunes 15 de enero de 2018.