¿Qué conclusiones se pueden ir sacando?
La primera y más importante: los resultados nunca sorprenden. El CIS ya había dibujado por activa y por pasiva el mapa sociológico de Galicia. Sin embargo, parece que casi todo el mundo lo ignoró, salvo el PP.
La segunda: cuando digo que los programas de varias candidaturas son idénticos, no estoy soltando una boutade: es que son idénticos. Más aún: si esos programas calcados los presentan partidos que compiten entre sí, la gente no prestará atención a las propuestas e irán a buscar algún otro tipo de diferenciación del producto. El carisma del candidato, por ejemplo. De los frontrunners, sólo Beiras tenía carisma o dotes innatas de líder.
La tercera: pese a coger casi por sorpresa el adelanto electoral, hay algunas cosas básicas de partida: no puedes llevar de cabeza visible a alguien que comienza las elecciones con una tasa de conocimiento del 50%. Es que las dos semanas de la campaña las dedicas prácticamente a darle a conocer (mal) y no puedes transmitir nada.
La cuarta: Galicia no acepta a paracaidistas.
Victoria pepera
El PP ha ganado. Ha conseguido nuevamente ser la opción preferencial de los gallegos. Pero no ha sido una proeza épica ni un cheque en blanco para Rajoy. Pese a la victoria de Doña Rogelia, el PP ha perdido un montón de votos. Con el CIS en la mano, podemos afirmar que la demografía juega en su contra, así que o bien se pone las pilas o puede irse olvidando del "voto cautivo" en siguientes consultas.
En Vigo el PP se queda en el 35%, en Coruña en el 40%, en Santiago baja tres puntos y aguanta en un 43%. En Ferrol, de donde procede la segunda de Beiras, aumenta el voto en tres puntos (AGE hizo bien en no acercarle demasiados micrófonos a la Yoli, porque la Yoli es muy «por la boca muere el pez»). En Pontevedra cayeron siete puntos, en Orense mantuvieron sus apoyos de 2009.
¿Qué quiere decir esto? Pues que la suicida incapacidad del PP para sentarse a hablar con cualquier otro partido, hará que, de mantenerse la tendencia (si es que se inicia una tendencia), el PP pierda muchos asientos en las ciudades. Es decir: mucho ojo con dar por seguro el poder local. En el momento en que en muchas de estas ciudades, bajen del 40%-45%, perderán el poder. Y viendo la tendencia de voto por edades... no hay a la vista una recuperación.
Esto último es muy curioso: el PP, contra el tópico establecido, es el partido con la media de edad entre candidatos, más joven, pero su éxito está entre los mayores de 44 años (entre los temas que más preocupan a los gallegos, el partido mejor considerado para resolverlos en los adultos mayores es el PP a mucha distancia del segundo, el PSOE). También es el partido gallego con un más amplio almacén de reemplazos: en Galicia el cursus honorum del PP es el más robusto de todos los partidos de España. Tanto es así, que hasta produce ministrables y presidenciables de forma continua (y ya no digamos subsecretarios de subdelegados de Observatorios del Mojón con pelos). Galicia tiene una tradición extraña de ser campo de prácticas del consevadurismo español desde hace doscientos años, escuela de burócratas donde pueden experimentar en un ambiente de laboratorio poco cambiante. Bueno, al menos hasta ahora, en que el invierno demográfico ya empieza a hacer mella.
Debacle socialista
Con los cuchillos volando y sin programa, lo peor que les podía pasar era no tener candidato... y no lo tuvieron. Un señor con complejo de ser parche político para el interregnum del PSOE no podía aspirar a dulcificar una derrota previsible. Prometer decenas de miles de empleos y pan para todos fue la estrategia más bochornosa que se les pudo ocurrir. A la gente le vende eso un partido que considera incapaz de resolver esos problemas -mirad el CIS- y simplemente no se lo cree. La mala vocalización del candidato y los líos internos, junto a la corrupción de miembros del partido (perdieron a su segundo alcalde más importante durante la campaña), hicieron el resto. Llega a durar un poco más la campaña y tendrían peores resultados.
El PSOE, que con Paco Vázquez mantuvo una hegemonía indiscutible durante dos décadas en La Coruña, pasa a ser tercera fuerza (del 33% al 19%). Lo de Paco Vázquez explica bastante bien la incapacidad del PSOE galaico de presentar a nadie decente. Elección tras elección, la lógica interna del partido no ha parado de expulsar a los mejores candidatos y poner a mindundis manejables por los barones. En Santiago pasan del 28% al 16%. A un ridículo 16%. Menos espectacular pero más pronunciada es su caída en municipios pequeños: en Monterroso el PSOE cae del 42% al 24%, en Lalín pasan del 23% al 12% (en serio, las implicaciones a nivel local van a ser durísimas). En Pontevedra caen sin paracaidas del 31% al 18%. ¡Plas! En Vigo, donde actualmente gobiernan, caen del 33% al 24,5%. En Ourense, donde casi meten en la cárcel a su alcalde, ceden diez puntos y se quedan en un peligroso 24,4%.
En conjunto, el PSOE pierde unos 225.000 votos y once puntos porcentuales (del 31% al 20%). Parecía que en las elecciones del 20N habían tocado fondo, pero no. Se esforzaron por hacer las cosas tan mal, que han tenido su recompensa en forma de castigo. Recordemos que éstas ya no son réplicas del terremoto zapatero. Más bien todo esto es un castigo directo a su invisible labor de oposición estos últimos años. Este castigo tan solo se ve acentuado por el castigo general que reciben los partidos institucionales (todos han perdido votos absolutos y relativos y los nulos y blancos han subido una barbaridad. Existe un evidente desapego a esta panda de inútiles que de alguna forma se ha de resolver).
Irrupción de la «Syriza gallega»
Tengo para mi que la mayoría de los votantes no saben qué diablos es AGE, ni qué partidos van en esa coalición, ni cuáles son sus propuestas (hola, República Gallega, hola, Renta Básica Universal). Sin embargo saben que son «los de Beiras». Eso basta. Beiras, al contrario que el resto de candidatos, es el único que sabe leer y escribir en varios idiomas, el único que partía con una tasa de conocimiento cercana al 100% desde hace décadas. Un viejo zorro conocido por todo el mundo, al que no se le puede achacar haber metido la mano en la caja nunca. En sus mítines, hizo varias veces el viejo truco de explicar qué hacen mal Feijoo, Rajoy y Merkel en cinco minutos comprensibles para todos los públicos para a continuación añadir «o mitin xa está feito, ¿que vos conto agora?», y a continuación, disertar durante dos horas sobre los valores republicanos, el (errado) concepto del límite de sostenibilidad ecológica, mencionar a su admirado Oskar Lafontaine, citar a Arrighi para hablar de la crisis sistémica, mezclarlo todo de pronto con la división del Partido Galeguista en la Segunda República,... claro, la gente lo escucha. Desde universitarios barbilampiños muy flipados, hasta viejos camaradas del movimiento agrario. Con acierto Izquierda Unida le cedió prácticamente todo el protagonismo de la campaña. Con acierto, nadie quiso enfrentarse en un debate con él. En comparación con los pusilánimes candidatitos del resto de partidos, Beiras jugaba en otra liga.
Así, se produce un fenómeno electoral muy curioso: gente a la que Beiras quisiera empobrecer, le vota con fruición. En las ciudades, gente de clase media alta, castellanohablante, de nivel laboral profesional, vota a Beiras. Es un tipo que éticamente no tiene tacha, que dice lo que piensa aunque en ocasiones sean burradas («o capitalismo está a bater cos límites da biosfera»), un tipo al que despeñó el Bloque tras obtener los mejores resultados del nacionalismo gallego, que incluso provoca cierta ternura y que a sus 76 años parece más vivo que otros candidatos que podían ser sus hijos. Paradójicamente, la idea de Beiras no es la de una democracia personalista, sino que leyendo el movimiento de los indignados, cree en la organización de abajo a arriba. Es fácil que eso lo diga alguien a quien solo le falta firmar autógrafos a la salida de los mítines.
Por todo esto, AGE ha obtenido 200.000 votos, el 14% (IU venía de ser una fuerza residual que no llegaba al 1%). Han pasado por delante del BNG como referente del nacionalismo. En La Coruña llegan a ser segunda fuerza (20%), al igual que en su área metropolitana, donde están algunos de los ayuntamientos con mayor renta per cápita de Galicia. En Santiago de Compostela y Ames (23,5%), también logra segunda plaza. En Vigo llegan al 19,5% (el nacionalismo sube 10 puntos en la ciudad), en Cangas hacen bajar al PSOE a cuarta plaza, en Orense llegan a tercera posición con más de un 11%. Obtienen sus peores resultados en las comarcas más rurales y de menor renta per cápita, pese a que su discurso se centra en la redistribución, etc. Curioso.
Habrá que ver en qué medida esta sorpresa se debe solo a Beiras o bien es cosa de la estrategia «Syriza», para ello, IU debería buscar pactos con otras fuerzas en otros lugares. Tampoco se olvide nadie de que este señor llegará a la próxima legislatura con 80 tacos... y al igual que el resto de partidos de izquierda, carece de relevo.
La vieja casa del nacionalismo retrocede
El BNG ha chocado de pronto con Beiras. Ha perdido veinte años de construcción piedra a piedra de sus bases en una extraña lucha por el poder. Por el medio se quedan las acusaciones a Beiras de ser «españolista» (por pactar con un partido español ¿?), las acusaciones de personalismo y egoísmo, y sobre todo, una campaña propia muy débil. Ponen de candidato a un señor que no conoce nadie cuando se pasaron tres años con Guillerme Vázquez a la cabeza. Comportamiento que solo se puede calificar de suicida. Y es que uno del Bloque protesta, dos discuten y tres te crean cuatro escisiones. Su paso por la Xunta fue tan contraproducente al tratar de dar imagen de seriedad institucional y luego verse pringados en continuos escándalos, que han perdido su mejor baza de presentarse «frente al sistema». Lo cierto es que el BNG es un partido completamente prosistema, que imita a nacionalistas de derechas de Cataluña o Euskadi y que lleva en su programa medidas calcadas del PP. Sí, hablo de un Bloque que internamente está controlado por la UPG, un partido que se define como marxista-leninista. Al final, esta falta de coherencia se paga.
La división del voto
Teniendo en cuenta que el objetivo de BNG y AGE era el mismo, que tanto discurso como programa mostraban la misma estrategia y que sus votantes naturales eran los mismos; que hayan sido tan burros como para presentarse por separado, es algo que solo se explica por el llamado «síndrome de la reina del baile» y por cuestiones de caracter interno que al electorado se la refanfinfla.
Yendo AGE y BNG por separado, obtuvieron:
ListaCoruñaLugoOurensePontevedraTOTAL
AGE41139
BNG21137
De ir juntos, obtendrían:
ListaCoruñaLugoOurensePontevedraTOTAL
AGE+BNG732618
Es decir, ganarían dos escaños, uno a costa del PP y otro a costa del PSOE. En concreto:
En Pontevedra obtendrían el siguiente escaño con 500 votos más.
En Ourense obtendrían el siguiente escaño con 1300 votos más.
En Lugo directamente ganarían un escaño a costa del PSOE.
En Coruña directamente ganarían un escaño a costa del PP. El siguiente iría para el PP por sólo 1.100 votos de diferencia con ellos.
Con apenas unos 5.000 votitos más, convenientemente repartidos, tendrían 21 escaños (el PP 38 y el PSOE 16). Pero sin ningún votito más, ya serían segunda fuerza (el PP 40 y el PSOE 17).
Su incapacidad para comprender la aritmética me resulta incomprensible, la verdad. A lo que si, teniendo en cuenta los índices de fidelidad de voto (el PP un 65%, lol), sumamos los 76.000 fulanos que votaron en blanco o nulo (5,24% del censo!!!), podemos afirmar que mucho votante de izquierdas prefirió coger su papeleta y prenderle fuego antes de votar a una lista. Es decir, la izquierda gallega -y ya incluyo al PSOE- tiene un problema de orfandad alucinante. Si Beiras no se llega a presentar, quién sabe si el PP, a pesar de su 1% menos de votos, se hubiera acercado a los cuarenta y tantos escaños.
¿Por qué insisto con este punto? Porque me parece un atraco que la izquierda sea tan aberrante como para dejar al PP vía libre de esta forma. No por problemas de corrupción, ni por problemas de poner a don Nadies de candidatos, sino por un problema de no saber matemáticas. Si es que en Coruña, la suma de nulos, blancos y Escaños en Blanco llega al 7,74% del censo (cuarta fuerza. Por encima del BNG, por cierto). ¿En qué diablos estarán pensando?