Los golosos irredentos tenemos una especial querencia por el invierno, es la excusa perfecta para hacer chocolate caliente acompañado de churros, rosquillas caseras en una tarde lluviosa, encender el horno permaneciendo cerca para vigilar el bizcocho... Ronroneamos como una cesta de gatetes al lado de la estufa.
La Navidad es sinónimo de cosas ricas, tanto saladas como dulces. Las despensas se llenan de turrones, mazapanes, polvorones, frutos secos, peladillas, panettones y un sinfín de vicios más. Lo bueno es que lo que a uno no le gusta, le encanta a su hermano, o madre, y todos quedamos contentos.
Desde ahora hasta el final de las Navidades intentaré poner aquí recetas que sirvan para darnos un pequeño homenaje y también para agasajar a familiares, amigos invisibles, pajes, camellos, renos y diversos reyes magos. Y qué mejor que empezar con unas galletas que inunden la casa de olor a invierno, jengibre, especias y chocolate.
Aunque en el recetario español no se suela usar el jengibre, cada vez está más extendido su uso debido a la influencia de otras culturas. A mí me encanta y me recuerda especialmente a la Navidad, las vacaciones y el mercadillo de adviento (Weihnachtsmarkt o Adventsbasar) que se celebraba en mi colegio. (Recetas alemanas se acercan en breve!)
Éstas galletas son, y sin querer echarme flores, maravillosas. Solamente la masa antes de hornearlas está como para comérsela entera a cucharadas. Tienen un intenso sabor a jengibre, especias, naranja y cacao, dejan un regustillo picante en el paladar y son perfectas para decorar, porque mantienen la forma y son lo suficientemente resistentes como para regalarlas y mandarlas por correo.
El plus: la mayoría de recetas de jengibre que encontraréis por ahí llevan siempre melaza entre los ingredientes, y ¿quién porras tiene melaza en casa? yo, desde luego no, así que éstas galletas no llevan!
Galletas de jengibre y cacao: Dificultad, así de primeras:hiper fácilProbables complicaciones:separar las piezas cortadasPresentación:perfectas para regalar o decorar. Sabor: a Navidad pura. Receta de inspiración: variaciones sobre Chocolate Gingersnaps, de Mushitza
INGREDIENTES: para 30 galletas de 5 cm de diámetro y 4 mm de grosor.
- 140 gr. de harina
- 20 gr. de cacao puro en polvo
- 5 gr. de jengibre molido
- 4 gr. de canela en polvo
- 2 gr. de nuez moscada molida
- 1 cucharadita de ralladura de naranja
- 1 gr. de clavo molido
- 1 gr. de gasificante (Royal)
- 50 gr. de azúcar moreno
- 50 gr. de miel
- 1 huevo a temperatura ambiente
- 70 gr. de mantequilla salada, fresca pero dúctil al tacto (si no usáis salada, añadir a las especias una pizca de sal)
Casi todas las recetas de galletas de jengibre llevan melaza (o molasses, en inglés) que es lo que aporta el color oscuro y un sabor particular. Se puede sustituir la melaza por una mezcla de sirope de arca, jarabe de maíz oscuro y... ¿acaso creéis que tengo eso en casa? En algún sitio he leído que puede cambiarse por tres cuartas partes de azúcar moreno y una de agua, haciendo un almíbar muy espeso, pero no queda igual, razón por la que busqué una receta base sin melaza.
Esta en particular la he adaptado de un blog búlgaro, añadiendo especias y sustituyendo la panela original por miel.
PREPARACIÓN:
Teniendo todos los ingredientes a mano, se tardan 10 minutos en preparar la masa. Si no tenéis las especias en polvo, podéis conseguirlo pasándolas por un molinillo, un mortero o bajo un rodillo.
En un recipiente, tenemos que juntar la harina, las especias, el cacao, la ralladura de naranja y el gasificante, revolviendo con un batidor para que no haya grumos y los aromas se mezclen. Si no os gusta o no tenéis alguna de las especias que he usado, podéis quitarlas o añadir otras, como anís estrellado, cilantro... Las más importantes son el jengibre y la canela, además de la ralladura de naranja que da un toque genial.
En un bol grande batiremos la mantequilla hasta que esté cremosa, y luego añadiremos el azúcar y la miel, batiendo bien a continuación. Por último, agregamos el huevo y volvemos a batir.
Sólo hay que que juntar los ingredientes secos con los húmedos, formando una masa espesa y muy oscura que huele a gloria. Debemos echarla sobre un trozo de film para alimentos y envolverla haciendo un paquete, y éste a su vez meterlo dentro de un tupper en la nevera durante una hora.
Pasado ese tiempo, colocamos la masa entre dos hojas de papel para horno y la aplanamos con el rodillo, hasta un espesor de unos 4 mm. Aviso: así de delgadas las hice yo porque prefiero que salgan muchas y además su sabor es bastante fuerte. Si las queréis más gruesas, tendréis que usar el doble de ingredientes, pero será más fácil separarlas después de usar el cortapastas.
Precalentar el horno a 170 grados, sacando la bandeja. Una vez estirada la masa entre los papeles, la ponemos sobre una bandeja o similar y metemos en el congelador durante 5 minutos. Como no lleva mucha mantequilla, la refrigeración de la nevera no la habrá dejado muy firme, así que es mejor usar el congelador cada vez que la estiremos para poder cortar mejor las formas.
Para principiantes puede ser más fácil usar el método del rulo: hacer una "salchicha" o cilindro con la masa, y cuando esté bien fría cortar lonchas con un cuchillo, o truco del almendruco, con hilo dental.
Dejándola un rato en el congelador, la masa queda lo suficientemente dura como para poder utilizar un cortapastas, rápidamente y lejos del horno para que no se vuelva pegajosa. Las formas ya cortadas se pueden retirar con una espátula, o más sencillo y práctico, despegándolas tirando del papel con cuidado hacia abajo, como si quitásemos una pegatina.
Con cuidado las colocaremos sobre una bandeja de horno cubierta con papel de hornear o silicona, y las meteremos dentro del horno a una altura media, calor arriba y abajo, 170 grados durante 10 minutos, más o menos. ¡Si las habéis hecho más gruesas, quizás sean 12-14 minutos!
Cuando estén hechas (a ojo de buen cubero, puesto que son tan oscuras que no cogen color) las sacamos y tras un par de minutos las transferimos con cuidado a una rejilla de enfriamiento, o apaño casero, a la rejilla del horno sostenida en alto por unas tazas, por ejemplo.
En cuanto estén tibias se pueden comer compulsivamente. También se puede esperar y guardarlas con celo hasta Navidad dentro de un recipiente hermético, o decorarlas para regalarlas con cariño, como veremos los próximos días.
¿Cuál es vuestro dulce preferido de Navidad? Podéis darme ideas, queda mucho tiempo hasta enero...