Son horas difíciles las que vive el Inter. El inicio de la temporada no ha sido el mejor y la derrota en campo del modesto y recién ascendido Novara no ha hecho más que profundizar la crisis de un equipo que aun no ha ganado en Serie A, que en total ha perdido cuatro de los cinco encuentros oficiales que hasta aquí ha disputado y que en horas de la mañana del día de hoy se ha quedado sin entrenador.
Finalmente y como era de esperarse, Gian Piero Gasperini fue destituido por el presidente del club Maximo Moratti, quien dos meses y medio antes y sin plena convicción le había confiado un puesto reservado, en principio, para entrenadores de mayor jerarquía como Andre Villas Boas, Marcelo Bielsa y Fabio Capello.
Fue la imposibilidad de contratar a los técnicos antes mencionados, lo que hizo que el máximo mandatario del club “Neroazurro” finalmente se decante por Gasperini – sin trabajo en ese momento tras haber sido despedido del Genoa a principios de la temporada anterior-, quien a decir verdad y no solo a tenor de los resultados sino también del funcionamiento, no demostró estar realmente capacitado para dirigir los destinos de un equipo tan importante como el Inter, al que limito constantemente al no ser capaz de adoptar un esquema funcional y en el que sus jugadores puedan explotar sus condiciones.
F.C. Internazionale informa que esta mañana, el entrenamiento en el centro deportivo de Appiano Gentile ha sido dirigido por Daniele Bernazzani y Giuseppe Baresi. El Club agradece a Gian Piero Gasperini su trabajo y manifiesta su pesar por la interrupción de su contrato”.
Entrando ya en un terreno un tanto más analítico, es realmente difícil comprender cual fue la idea de juego que Gasperini quiso implementar en este tiempo tan corto en el que estuvo al mando. Confundido y visiblemente atormentado por la falta de resultados, el ex entrenador del Genoa cambió permanentemente, tanto de esquema como de nombres, los cual indudablemente repercutió para mal en el funcionamiento del equipo.
Bastó que el Inter iniciara formalmente la temporada, en Pekín y ante el campeón Milan en el marco de la Supercopa italiana, para que las dudas comiencen a aparecer. Gasperini archivó para una próxima ocasión su 3-4-3 tan habitual y decidió optar por un sistema de juego que no había ensayado nunca en la pretemporada, un 3-4-2-1 en el que Wesley Sneijder y Ricky Alvarez se movieron por detrás de Samuel Eto’o, quien aun permanecía en el club y ejerció de único punta.
El resultado no fue el mejor, si bien el equipo se fue al descanso en ventaja. El Milan dio vuelta el partido en solo ocho minutos y esto propició una nueva variante por parte del entrenador, quien intentando torcer el rumbo del juego pasó al 4-4-2. La derrota fue, de todas formas, inevitable.
Finalizada la huelga de jugadores, el primer escollo en Serie A fue el Palermo, rival ante el cual Gasperini volvió a utilizar su sistema predilecto, el 4-3-3, ya integrado por Lucio, Cambiasso y Milito –de regreso tras unos días de descanso luego de concluida la Copa América- y también por los recientemente fichados Mauro Zarate y Diego Forlán.
Nada cambio, no obstante. Muy mal conformado, el tridente ofensivo compuesto por Zarate, Milito y Forlán no funcionó. Desperdiciados como extremos y obligados a un desgaste físico innecesario, ni el argentino ex Lazio ni el uruguayo ex Atleti rindieron, lo cual obligó a Gasperini a introducir a Sneijder en lugar de Zarate promediando los 35 minutos del primer tiempo, con su equipo ganando por 1-0.
Recostado inicialmente en la banda, el holandés recién pudo dar muestras de su jerarquía cuando en el ultimo tercio de un encuentro que finalmente el Inter perdió por 4-3 –la defensa tampoco tuvo una buena noche- pasó a jugar un poco más al centro, como enganche, posición en la que mejor rinde. Ya era tarde.
Sacudido por la critica y seguramente obligado por las circunstancias, Gasperini volvió a dar inexplicables muestras de desconcierto ante el Trabzonspor, en día del debut del equipo en la Uefa Champions League.
Defendió con cuatro hombres por primera vez, conformando un 4-3-3 que sin embargo duró solo 15 minutos, tiempo que tardó en darse cuenta que ni Zarate, nuevamente por la derecha, ni Sneijder rinden como extremos. Fue así entonces, como de pronto se pasó al 4-3-1-2, parado que al holandés le permitió jugar de enganche y al argentino situarse al lado de Pazzini.
Lento, espeso y previsible, el equipo dominó pero apenas creo opciones de gol en los 45 minutos iniciales, lo cual motivó una nueva variante. Nuevamente confusa y despojada de todo tipo de convicción. Ricky Alvarez ingresó por Obi y del 4-3-1-2 se pasó sin escalas al 4-2-3-1, con Alvarez y Zarate en los extremos y Milito (luego ingresó Pazzini) ejerciendo de único punta. Aunque llegaron más ocasiones, en fuera de juego y a falta de catorce minutos para el final, Ondrej Celustka se vistió de verdugo e hizo posible un resultado inesperado, profundizando aun más la crisis interista.
Ante la Roma, en el marco de la segunda –que en realidad fue tercera- jornada de la Serie A, hizo su estreno el 3-5-2, en otra muestra más de desconcierto por parte del entrenador. Ranochia jugó por primera vez como titular y junto a Lucio y Samuel – en el banco ante el Trabzonspor-, conformó la línea defensiva, aunque lo realmente increíble fue ver jugar a Sneijder prácticamente de volante central, muy cerca de Cambiasso y Zanneti. Inconcebible.
El encuentro transcurrió sin emociones y entonces Gasperini hizo ingresar a Zarate, Jonathan y Muntari en lugar de Milito, Obi y Forlán, conformando así un parado más defensivo justo en el mejor momento de su equipo. El 0-0 significó otro gran golpe, especialmente a la moral de un grupo de futbolistas confundidos, encauzados realmente mal por un entrenador que este martes ante el Novara volvió a fallar. Por última vez.
Volvió a apostar por el sistema 3-4-3 – Ranocchia conformó junto a Lucio y Chivu la ultima línea; Zanetti y Nagatomo se movieron por los costados y en ofensiva hizo su inesperada aparición como titular el holandés ex Feyenoord Luc Castaignos, acompañado por Milito y Forlán-sin que este le diera resultados. Sin respuestas ni anímicas ni futbolísticas, el equipo completó otra actuación deprimente, tal vez la peor, y fue ampliamente superado por el local, de regreso a Primera División tras 55 largos años.
Descolocado e irresoluto en defensa, el equipo sufrió constantemente los embates entusiastas de su rival y se marchó al vestuario perdiendo por 1-0, lo cual hizo que una vez más el entrenador modifique su plan inicial y antes de que comience el segundo tiempo introduzca a Pazzini y Obi en lugar de Castaignos y Forlán -jugando de extremo izquierdo como ante el Palermo estuvo nuevamente incomodo-, pasando del 3-4-3 inicial a un 4-4-2 que tampoco funcionó.
Con Sneijder ya no tan retrasado, el Inter tuvo el balón durante prácticamente todo el segundo tiempo pero fue incapaz de traducir posesión en peligro, mostrando una falta de ideas alarmante y de la cual el local se benefició para sostener muy bien el resultado y sentenciar definitivamente el choque con dos tantos de Marco Rigoni, el segundo luego de que Cambiasso descuente.
No me ha dado la sensación que el entrenador tenga el equipo en sus manos. Dejemos pasar la noche y decidiremos”
Expresadas luego de concluido el encuentro, las palabras de Moratti preanunciaron un despido que horas después termino por concretarse. A tiempo, por suerte para un Inter que de la mano de un nuevo entrenador –suenan Claudio Ranieri, Luis Figo y Luciano Spalletti, actualmente en el Zenit ruso- ahora deberá intentar encauzar una temporada que recién se inicia y en la que obviamente aun es posible recuperarse.