Como ya conté en su día, casi toda mi vida he tenido una relación tormentosa con la actividad culinaria. Excepto con la repostería. Para hacer galletas, magdalenas u hojaldrinas nunca he escatimado en paciencia ni interés. Siempre he preferido ser la que cocina el dulce.
Yo nunca renuncio al postre. Evidentemente, en casa no comemos tarta o flan a diario, porque se pueden preparar platos sabrosísimos y muy saludables para terminar una buena comida sin necesidad de azúcar.
Hoy os propongo una forma divertida de comer fruta apta para grandes y pequeños, que me consta que por aquí hay más de uno para el que la fruta es una asignatura pendiente.
Cocinamos gelatina de mandarina, que para eso es temporada y están deliciosas.
Ingredientes
* 6 u 8 mandarinas (dependerá del tamaño)
* 1 sobre de gelatina en polvo
* 200 grs. de agua
Comenzamos lavando y secando bien las mandarinas, ya que la piel va a ser parte importante en la presentación del plato.
Exprimimos las mandarinas hasta obtener un par de vasos y reservamos las pieles. A muchos os sorprenderá la cantidad de zumo que sale, ya que habitualmente no la tomais de esta forma, pero la mandarina no tiene que envidiarle nada a su prima la naranja.
Si la fruta es de calidad no será necesario añadirle azúcar. Por lo tanto, lo dejo al gusto de cada uno.
Añadimos la gelatina en el zumo, removiendo para que se disuelva bien y no queden pegotes. Te será muy útil emplear unas varillas.
Coloca el agua en el fuego, y cuando rompa a hervir añádelo al zumo. No te olvides de seguir removiendo.
Cuando estés segura de que todo está bien ligado y que no quedan posos, es el momento de volcar la mezcla sobre las mitades.
Puedes emplear un molde de magdalena para que te resulte más sencilla esta operación, evitando que se caiga y derrames el contenido.
Déjalo enfriar en la nevera alrededor de un par de horas, y una vez que la gelatina esté cuajada, ya estará lista para comer.
Para servirla, puedes cortarla simulando gajos, o presentarla para comerla con cucharilla.
¿Qué te ha parecido? Venga, anímate y cuéntame cómo te ha salido. ¡Ya no hay excusa para comer fruta!