Revista Arte

Genealogías medievales gallegas

Por Guardianesdelatierrasagrada

Genealogías medievales gallegas

Tumba de D. Pedro Barcelós, Monasterio de San Joao de Tarouca, (Tarouca, Portugal)

De los descendientes de San Rosendo y el Conde Munio Alfonso, antepasado mío,  llegará el conde D. Pedro Barcelos, a quien vemos en la imagen que realizará todavía enépoca medieval el primer libro "universalista" que no "localista" de la nobleza y diferentes linajes vinculados a los Alfonso, tan to en España como en Portugal. famoso conde de Barcelos, don Pedro Alfonso, fue  uno de los nueve hijos bastardos del sempre enamorado don Denís. Todo un personaje, pues, que tras haber jugado un muy destacado papel en el Portugal de su tiempo, se hará famoso gracias a sus obras literarias e históricas como el famoso Livro das linaghens.
Desde el periódo visigodo encontramos un interés por las genealogías de determinadas familias. En la Historia de regibus Gothorum, Wandalorum et Suevorum, sin duda uno de los textos más importantes y celebrados de San Isidoro, o en algunas de sus continuadoras, como la Chrónica regum wisigotorum, que con datos muy precisos alcanza hasta la consagración de Witiza, o el Laterculus Regum Visigothorum, que incluye datos sobre Recaredo II, Suintila, Sisenando, Tulga, Chindasvinto y Wamba. Otro tanto puede descubrirse, también, en la crónica llamada Profética (883), redactada por un clérigo mozárabe de Toledo y que fue dada a conocer en los años treinta por Gómez Moreno, en ella se concede particular importancia a lo islamita- aborda la genealogía de los árabes y su actuación en España. Ofrecen precedentes indudables de este género histórico, asimismo, sus dos contemporáneas, la anónima Crónica Albeldense (881-883), que es la primera que se redacta en el Norte cristiano, y la Crónica de Alfonso III (866-910), que inaugura la especie de crónica oficial y cuyo autor pudo muy bien ser el propio monarca. En ambas, en efecto, se incluyen reseñas genealógicas de los reyes godos y de sus continuadores en Asturias, León y Navarra, con lo que se muestra claramente el propósito de la monarquía asturiana por declararse heredera de los derechos y virtudes de la extinguida monarquía toledana. Y casi de la misma manera, la Chrónica Gothorum, o Pseudo-Isidoriana, según la denominación de Mommsen, su editor, que fue redactada por un mozárabe de Toledo en la primera mitad del siglo XI, muy poco después de la de Sampiro, y en la cual se expone una descendencia de Noé hasta los godos.
1160 ofrece la compilación llamada Crónica Najerense, o también leonesa, cuyo autor intenta dar a conocer el mayor número posible de detalles y noticias, agregando no pocos datos a las fechas y genealogías consignadas por Pelayo de Oviedo, cuya crónica reproduce. Entre
sus aportaciones originales destacan, además de lo dicho, los añadidos referentes a las mujeres e hijos de los reyes, así como unas genealogías de los reyes de Navarra, acaso copiadas del ya mencionado códice de Meyá, que llegan hasta don Sancho y sirven como introducción al reinado de Fernando II, su hijo. Igual interés tiene, en este sentido, la Rerum in Hispania Gestarum Chronicon, conocida abreviadamente como Historia Góthica, que compuso no mucho después el arzobispo Jiménez de Rada, el Toledano (1180-1247), sirviéndose de los escritos de Sampiro y Pelayo, así como -según él mismo explica en el prólogo- de los de San Isidoro, San Ildefonso, Hidacio, Sulpicio, Jordanes, Claudio Tolomeo, Dión, Pompeyo Trogo... et aliis scriptoris. En ella, y al historiar la Reconquista, que prosigue hasta 1243, Jiménez de Rada inserta oportunamente las genealogías de los reyes navarros, aragoneses y portugueses. Un paso muy importante -o casi decisivo ya- en la configuración del género lo constituye, aunque sea con lagunas y notables errores, el tan conocido y tantas veces refundido Liber Regum, llamado también Cronicón Villarense o Libro de las Generaciones, que fue redactado en romance navarro entre 1217, primer año de Fernando III, y 1223, en que murió Felipe Augusto de Francia. Su autor, un anónimo monje de Fitero, empieza por la descendencia desde Adán hasta Cristo, esta es la generación de Adam tro a Ihesu Crist como uinie dretamente de padre en fillo..., sigue con los emperadores romanos, los reyes visigodos y los de la Reconquista -de Pelayo a Alfonso VIII-, concluyendo ya con los de Navarra, Aragón y Francia del mismo tiempo.
En el Poema de Fernán González, en su versión de 1250, que es un momento equidistante entre los dos testimonios anteriores, la inclusión de la materia genealógica resulta asimismo reveladora, aunque sea como en aquéllos igualmente circunstancial. En realidad, unos muy breves apuntamientos tan sólo, en los que -a modo de introducción- se presenta a Castilla como resultado de la historia hispana, se recuerda a sus jueces y a continuación se enumeran sus condes, apareciendo entre ellos -realzándolos, presidiéndolos- el protagonista:
Diré de los alcaldes quales nonbres ovieron, dende en adelante los que dellos venieron... Don Nuño fue el uno, omne de grand valor, vino de su linaje el buen enperador; el otro don Layno, el buen guerreador, vino de su linaje el Çid Canpeador. Fi de Nuño Rasuera, omne bien entendudo, Gonçalo ovo por nonbre, omne muy atrevudo... Ovo Gonçalo Nuñez tres fijuelos varones, todos tres de grand guisa, de grandes coraçones... Don Diego Gonçález el ermano mayor, Rrodrigo el mediano, Fernando el menor. Todos tres fueron buenos, más Fernando el mejor, ca quitó muy grand tierra al moro Almozor.
La nobleza gallega que fue una de las más prolíficas y que fue avanzando por la Península al par de la Reconquista. es una de las más complejas de estudiar por diferentes motivos. Aún así hay casos como los de la familia de los Traba, cuya genealogía podemos seguir más facilmente.
 Los ascendientes de los Traba, los encontramos en  el conde Pedro Froilaz que fue uno de los cuatro hijos del conde Froila Bermúdez y de la condesa doña Elvira, hija a su vez del conde Menendo Bermúdez, que había sido ayo de Alfonso V. El personaje se educó en la proximidad familiar de Alfonso VI y contrajo dos matrimonios, primero con doña Urraca Froilaz, hija del conde Froila Arias, fallecida en 1102, y más tarde con doña Mayor Rodríguez, hija a su vez del conde Rodrigo Muñoz. De estas dos uniones quedó una abundante prole, cuatro o cinco hijos de la primera, y diez de la segunda (1)
1:  J. L. SANGIL, La nobleza altomedieval gallega. La familia Froilaz-Traba, Noia, 2002, págs. 20-42.

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