Revista Cultura y Ocio

Genealogista profesional: cuando, cómo y para qué

Publicado el 03 noviembre 2014 por Antonio Alfaro De Prado @genealogiah

Durante siglos para la sociedad el prototipo de genealogista ha sido el del profesional que realizaba investigaciones familiares por encargo. Tantas fueron las exageraciones y falsedades que no nos extraña encontrar expresiones como la de que un genealogista es aquel que remonta el linaje de tus antepasados tan lejos como puedas pagarle (atribuida en la Red a un tal Tom Mayer, personaje desconocido y tal vez ficticio, aunque podemos aplicar el dicho de que se non è vero, è ben trovato).

Afortunadamente hoy en día el mayor conocimiento sobre esta materia y a la vez la preparación y rigurosidad de muchos profesionales van recuperando la imagen pública tanto de la disciplina como del oficio. Se suma el hecho de que cada vez son más los encargos que buscan conocer la verdad documental y no la invención de fábulas.

Sin embargo, la genealogía profesional, entendida como la realización de investigaciones genealógicas remuneradas, es una profesión no regulada en España. No existe un título oficial que nos permita conocer quienes pueden ejercerla y en consecuencia tampoco hay un colegio profesional o alguna entidad equivalente y, aún menos, se pueden cursar estudios reglados sobre la materia. No encontraremos un código deontológico ni tarifas oficiales que nos sirvan de referencia. A nivel mundial las asociaciones más significativas son las americanas Association of Profesional Genealogists y The International Commission for the Accreditation of Professional Genealogists,  pero deberían los profesionales de nuestro país, por su propio interés y prestigio, promover el reconocimiento oficial en España.

PROFESIONAL

Ahora bien, en este ámbito genealógico donde predomina la investigación amateur y la colaboración altruista ¿en qué casos se recurre a un genealogista profesional?

1. Pruebas de filiación con fines legales. La obtención de ciudadanía española o las pruebas legales de filiación por otros motivos implican generalmente la obtención de certificados en los registros oficiales españoles. Son genealogías que apenas se adentran una o dos generaciones y fáciles de obtener para cualquier genealogista amateur intermedio y, por tanto, aún más para un profesional. Hay que tener precaución porque existen muchas páginas comerciales que ofrecen este servicio a precios muy variables.

2. Estudios sobre un apellido a precio fijo. Es quizás la opción más fraudulenta que podamos encontrar, ofertas que por un precio fijo nos “certificarán” información sobre un apellido, normalmente incluyendo un escudo de armas. Es siempre un fraude ya que solo mostrará información genérica, sin interés para quien desea conocer sus verdaderas raíces familiares.

3. Investigación familiar a medida. Esta es realmente la tarea propia de los genealogistas profesionales, investigar y probar una ascendencia. Puede tratarse tan sólo de confirmar un origen o bien de elaborar auténticos y frondosos árboles genealógicos. Son trabajos que requerirán horas de investigación y, frecuentemente,desplazamientos. Debemos tener en cuenta por tanto que el precio será acorde con el objetivo y que deberemos acordar qué coste pueda tener, si el presupuesto será en función del tiempo empleado o por consecución de la información.

4. Trabajos de investigación en un archivo concreto.  La opción más adecuada para los genealogistas amateurs, se trata de la posibilidad de contratar a un investigador que nos realice una búsqueda concreta y puntual en un archivo que sea de difícil acceso para nosotros.   Puede ser realizado por un profesional o bien por un buen conocedor de los fondos del archivo. Es una opción poco extendida en España pero que podría resultar de enorme utilidad dado el auge de la Genealogía y las ventajas que implica para un genealogista cuya alternativa sea un largo desplazamiento, nacional e incluso internacional.

Ahora bien, ¿cómo reconocer a un auténtico genealogista profesional? Es una pregunta difícil si tenemos en cuenta la falta de regulación de esta actividad. Convendrá tener en cuenta aspectos como estos:

 -Revisión del curriculum personal. Solicitemos o consultemos en su página web la trayectoria profesional del investigador; trabajos realizados, posibles publicaciones en medios de prestigio, presencia en internet… También será importante conocer su formación académica. Los licenciados en Historia son probablemente los titulados con mayor cercanía a la Genealogía pero no los únicos, otros estudios y trayectorias investigadoras pueden servir para acreditar conocimientos avanzados en esta disciplina.

-Pertenencia a entidades o asociaciones de prestigio. Aunque ninguna de ellas capacite para ejercer la actividad, un buen profesional normalmente formará parte de círculos genealógicos y quizás en ellos podamos conocer su participación en el ámbito investigador.

-Realización de un presupuesto detallado. La profesionalidad se verá reflejada también en el presupuesto que se nos presente, con el detalle de qué investigaciones se proponen y el desglose de factores que pueden influir en el presupuesto final. Los profesionales sabrán determinar dónde van a realizar las gestiones y qué tiempo promedio puede suponerles.

-Búsqueda de referencias. En lo posible, conviene revisar los perfiles en redes sociales de los profesionales para intentar obtener referencias de terceros.

Aunque internet puede ser una buena fuente de información (ver por ejemplo el listado de genealogistas profesionales en el Directorio de Genealogía Hispana), no descartemos también la consulta a los archivos donde pensamos que puede estar la documentación que nos interesa o el recurso a genealogistas amateurs quienes pueden proporcionarnos indicaciones útiles.

Por último, antes de decidir el recurso a un profesional, convendrá que establezcamos cual es el objetivo de nuestra búsqueda, qué datos poseemos y si es recomendable ser prudentes y fijarnos una primera meta asequible que pueda ser ampliada en el futuro. La genealogía es una tarea que requerirá muchas horas y aunque el primer paso pueda tener lugar mediante un profesional, siempre podremos plantearnos continuar personalmente la tarea y disfrutar de esta disciplina apasionante.

Antonio Alfaro de Prado


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