Si eres experto en alguna materia y se te da bien hablar en público, estás de enhorabuena. Tu conocimiento puede convertirse en un ingreso extra y con un poco de esfuerzo en un ingreso pasivo, o casi.
Es posible que gracias a tu trabajo seas un experto en una materia determinada y en la que muchos otros están interesados. O puede que hayas llegado a convertirte en una eminencia sobre un tema después de leerte todos los libros escritos, devorado los artículos publicados en blogs y visionado todos los vídeos relacionados de YouTube.
En cualquiera de estos casos puedes convertir tu conocimiento y tu capacidad para comunicar en un activo.
#1 Un caso personal
Cuando me marqué como objetivo la independencia financiera, no dejaba de darle vueltas a cómo conseguir algún ingreso extra para poder invertirlo en crear nuevos activos, en especial acciones de empresas estables que repartieran dividendos.
Un día en la oficina escuché de pasada una conversación entre el responsable de recursos humanos y el director, sobre alguien que buscaba expertos en Lean Manufacturing para dar formación. En una situación normal, esta información no hubiera llamado la atención de mi cerebro, y el ajetreo habitual del trabajo hubiera hecho que olvidara el episodio. Pero en ese caso, en mi subconsciente había una meta prefijada, yo había visualizado el objetivo y mi cerebro estaba alerta en piloto automático, así que fue fácil aprovechar la oportunidad.
Por casualidad, el tema en cuestión era un tema que yo lideraba en la empresa y sobre lo que me había leído todo lo habido y por haber. No sólo eso, había implementado la metodología desde cero en la compañía y en mi anterior trabajo en una importante multinacional había participado en el grupo de proyecto que lo introdujo.
Sin pensarlo dos veces, hablé con el responsable de recursos humanos, y dos meses más tarde era uno de los profesores del curso. A día de hoy ya han tenido lugar cuatro ediciones del curso.
#2 ¿Ingresos pasivos? Algunos consejos
Diferénciate
Si te has metido en esto, tómatelo en serio. Tu objetivo es que tus cursos, charlas o conferencias sean percibidas como formación de calidad y su demanda continúe en el tiempo. Eso hará que los asistentes lo valoren en positivo y lo recomienden a otras personas o a sus empresas.
Prepara los cursos a conciencia, la preparación es la clave del éxito.
Añade ejemplos y experiencias propias a tu charla, es lo que más se valora. Cualquiera puede encontrar el contenido teórico de un tema buscando en libros o navegando por Internet, pero los alumnos quieren ver como funciona en la vida real, los problemas que te has encontrado o que cosas salieron mal y cómo lo resolviste.
Focaliza
Si haces esto como algo adicional a tu actividad habitual, no podrás dedicarle demasiado tiempo. Por ello es aconsejable que te centres en una serie de temas y los repitas.
En mi caso, me hago cargo de los mismos módulos del curso un año tras otro, eso me permite ir enriqueciéndolos cada año e invertir un menor número de horas en volver a prepararlos.
Los ingresos generados de esta forma necesitan cada vez menos horas y se acercan a una especie de ingresos pasivos, o casi.
Automatiza
Para reducir el esfuerzo de preparar los cursos, siempre los grabo en audio. De esta forma puedo repasar y preparar la siguiente charla con comodidad mientras conduzco de camino al trabajo o de vuelta a casa.
Con este truco, cada vez necesito invertir menos horas de mi tiempo libre, sentado en mi escritorio, leyendo o escribiendo para refrescar mis conocimientos.
Y creedme la calidad de mis exposiciones va aumentando. El reconocimiento de los alumnos y su satisfacción es la mejor pista.
#3 Y esto, ¿cómo se declara?
Ya se que a todos se nos ocurren miles de ideas y que un gran porcentaje de ellas va la papelera cuando pensamos en el fisco. En este caso, estamos de suerte.
Siempre que tu labor sea sólo la de conferenciante o formador, y los ingresos sean irregulares en el tiempo no tienes que darte de alta como autónomo. Basta con que en la declaración de la renta incluyas los ingresos obtenidos en los rendimientos del trabajo.
Ojo, es muy importante que sólo seas conferenciante y que no estés involucrado en la organización del curso y la disposición de los medios. En caso contrario Hacienda puede pensar que tienes una actividad económica.
Esto implica que tienes que encontrar una empresa de formación que esté interesada en tus conocimientos y que se encargue de la gestión.
Al terminar tus cursos, módulos o charlas tendrás que emitir una factura a la empresa de formación donde se incluya tu nombre y NIF (número de identificación fiscal). En esa factura, tendrás que incluir una retención del IRPF 15%, que la empresa te retendrá a ti y debe pagar por adelantado a Hacienda, como si de una nómina se tratara.
Es decir, si el importe de tus cursos asciende a 300 €, la factura indicará una retención de 45 € (15% de 300 €) y un pago a realizar por la empresa de 355 €.