Si somos capaces de interpretar el futuro y de vernos teniendo éxito en él, somos capaces de innovar y de realizar planes estratégicos adaptados al mundo que viene.
El día a día de los responsables de las organizaciones es muy exigente y deja poco tiempo y espacios colectivos para generar nuevas formulaciones sobre el futuro de la empresa, sobre cómo va a seguir siendo competitiva y cómo va a orientarse en el mercado.
Sin embargo, esto es una necesidad acuciante en un mundo globalizado, que se convulsiona fácilmente ante acontecimientos y circunstancias que parecen ajenas al entorno empresarial. Estamos ante cambios sociales, políticos, económicos, tecnológicos, hábitos de consumo,… que cada vez tienen un impacto mayor en lo que ocurre en cada localidad del planeta, y nos abren una multiplicidad de escenarios posibles.
Todo esto nos obliga como directivos a empezar a pensar en el futuro para anticiparnos a los cambios y ayudarnos a mantener nuestra competitividad a través de la propuesta de valor de la propia empresa, y que incluye a los empleados, a los clientes, y los productos. Jack Welch decía que “Generar valor para los accionistas es un resultado, no una estrategia. Los elementos esenciales son tus empleados, tus clientes y tus productos”.
Esto nos lleva a cuestionarnos ¿Cómo nos vamos a situar con éxito en el mercado futuro? ¿qué capacidades será necesario poseer? ¿qué dificultades tendremos que manejar y gestionar para lograr el desarrollo estratégico?
Para dar respuesta a todas preguntas se propone el desarrollo de una estrategia empresarial a partir del proceso conversacional entre las personas clave de la organización, donde los directivos puedan completar la respuesta de cómo quieren que sean sus empresas en el futuro.
Nuestra propuesta parte de invitar a las organizaciones a iniciar un proceso de transformación poniendo en las personas clave la capacidad de interpretar los posibles caminos que tome el futuro y las formas de tener éxito en él.
Una consecuencia muy importante de este proceso de generación estratégica consiste en que la innovación va a irrumpir en las proposiciones que formulemos. Este elemento juega un papel esencial en la competitividad de las organizaciones. Esta innovación se produce gracias a la inteligencia colectiva que se manifiesta cuando nos ponemos todos a reflexionar, evaluar y concretar nuevas fórmulas.
Iniciar la implantación estratégica supone tener en cuenta la cultura existente en la empresa y dar los primeros pasos en la implementación de la estrategia, implica poner el acento en las dificultades que la propia cultura empresarias plantea. No cabe generar nuevas formas de actuar, manteniendo todos los criterios, valores y actitudes que sustentaban hasta el momento las formas de actuar. Por tanto una fase importante de esta propuesta gira en torno al acompañamiento necesario para llevar a cabo las iniciativas que surjan de la pregunta ¿cómo tenemos que ser como organización para alcanzar nuestra visión? Suelen ser pequeños cambios con amplias repercusiones, y de ahí la importancia de incidir en ellos.
Otro aspecto importante de la propuesta es orientar las relaciones hacia la cooperación, pues las empresas necesitan a un grupo amplio de personas, que vaya más allá del núcleo duro de la empresa, dispuestas a empujar con fuerza y compromiso hacia delante.