Los primeros lectores de la Antología de relatos editada por Playa de Ákaba ya pueden disfrutar de los treintaiún relatos que la conforman (uno se autoexcluye). Diferentes y heterogéneas voces que hablan de una gran amplitud de puntos de vista sobre la oscura realidad silenciosa que nos tiene rodeados; una realidad, que nos repite una y otra vez, como un eco infinito, la palabra casta. Para quien todavía no lo sepa, Generación Subway la conforman mujeres y hombres que, desde la necesidad de crear una nueva realidad que les sirva de excusa para poder seguir adelante, se han aliado con las palabras como mejores armas para presentarles batalla a las múltiples y, en ocasiones duras, circunstancias personales que a cada uno de nosotros se nos presentan en la vida. Aquí no existe mayor postureo que la necesidad vital de escribir para intentar salvarse a uno mismo y de paso reinterpretar el mundo. La editorial Playa de Ákaba desde el principio, ha apostado de una forma decidida por dar luz a nuevas voces dentro del panorama literario español, y la Generación Subway es la última —que no la única— de sus propuestas. Una apuesta arriesgada que, sin embargo, tiene como denominador común la libertad, tanto de iniciativas como de puntos de vista sobre ese universo subterráneo que no siempre es el del metro o subway, sino que también puede venir representado por las más oscuras pulsiones del ser humano. Ese oscuro anonimato, tirando a negro, en el que muchas veces se desenvuelven nuestras vidas, cobra aquí un único protagonismo: el de la rebelión contra la realidad impuesta. Ironía, desesperanza, luz, miedos, horizontes demasiados lejanos, crueldad y hasta cierto punto autolesión se deslizan por las líneas de esta antología de relatos que nace con esa necesidad de lo imposible. ¿Acaso no es imposible vivir hoy?
Al otro lado de los autores están los lectores, esos valientes que, como los de la foto que acompaña a este post, no tienen miedo a dar la cara por aquello en lo que de verdad creen. Viendo sus rostros, uno piensa que otro tipo de literatura es posible. De ahí, que uno no pueda dejar de rendir homenaje a tal muestra de heroísmo, y al menos, dejar constancia de sus nombres: Elvira, Susana, Asun, Maxi o Miguel. Ellos son solo una pequeña muestra de la fiesta literaria que hoy hemos vivido en mi centro de trabajo, donde con la excusa de un sorteo de ejemplares de la Antología Generación Subway, he podido revivir esa necesidad de saber que viene inserta en el ADN de cada ser humano. Una curiosidad que nos ha deparado momentos muy agradables y nos ha hecho reflexionar sobre ese poder intangible que en sí misma tiene la literatura: la capacidad de soñar.
Exhausto por las carreras, las prisas y los detalles de última hora, hoy de nuevo he podido sentir esa extraña sensación de hormigueo en los dedos cada vez que he tenido que dedicar un ejemplar (en nombre del resto de autores que me acompañan en la Antología), y esforzarme en conseguir que mi imaginación fuese capaz de crear una dedicatoria diferente para cada uno de mis fieles lectores (creo que he firmado alrededor de veinte ejemplares), y uno ha llegado a tener la vaga sensación, por incierta, de que empezaba a tener personas interesadas en aquello que uno escribe, y aunque tan siquiera fuera por ese efímero instante en el que dura la auténtica felicidad, sentirse...
Ángel Silvelo Gabriel.