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Genes raros

Publicado el 25 agosto 2010 por Kotinussa

Tengo una particularidad. Bueno, muchas, pero ahora voy a hablar de una concreta. Después de desayunar y de comer (a veces en seguida, a veces al cuarto de hora) empiezo a estornudar una y otra vez, con un intervalo de pocos segundos. Unas veinte veces y ya está. Ni un estornudo más hasta la próxima comida. No depende de la época del año, de la temperatura, del lugar donde esté, ni de la hora a la que haya comido.

A pesar de que no había nada ambiental que lo justificara, estaba convencida de que era una especie de alergia extraña, pero ¿a qué? Si me pasaba lo mismo en la cocina de mi casa, en chalet de la playa o en un hotel de Guatemala, a las 7 o a las 11 de la mañana, en diciembre y en agosto… Hasta que mi madre me contó que a mi bisabuelo le ocurría exactamente lo mismo. Entonces saqué la conclusión de que era algo que había heredado, y que por alguna extraña razón se había saltado dos generaciones y me había afectado a mí, y a mi hermano no. O sea, que había un gen cabroncete por ahí que se ocupaba de hacerme pasar esos ratos tan agradables.

He sido casi siempre adicta a la cocacola. Sobre todo en verano, durante la tarde, daba continuos viajes al frigorífico para beberme un vaso de un tirón allí mismo. Hubo un momento en que descubrí que la cocacola me sabía muy diferente, infinitamente mejor, si me la tomaba sentada. No era necesario que estuviera sentada cómodamente en una terraza preciosa, con mis mejores galas y rodeada de mis mejores amigos. Me sabía infinitamente mejor sólo por sentarme en el banquito de la cocina los pocos segundos que tardaba en ventilarme el vaso.

Años después dejé de trabajar fuera y volví a mi ciudad. Descubrí entonces que a mi padre le ocurría lo mismo, y que estaba totalmente de acuerdo conmigo en que no había comparación con el sabor en una y otra circunstancia. Y no lo habíamos hablado nunca ni ninguno había visto al otro sentarse en el banquito de la cocina para beberse el refresco. Estaba claro que pululaba un gen guasón que estaba dedicado solamente a esa función estúpida y sin aparente razón de existir. Habrá que ver cuántos genes tenemos dedicados a tonterías semejantes.

Y vosotros, ¿tenéis también algún gen cabrón, guasón, desesperante o simplemente aburrido de la vida que se dedica a obligaros a hacer cosas raras?



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