Georgeos Díaz-Montexano, Scientific Atlantology International Society (SAIS)
ATLÁNTIDA_HISTÓRICA (LIBRO)
Para enfrentar cualquier enigma del pasado histórico, más allá de cualquier preferencia, gusto, concepción filosófica, visión histórica, creencia o ideología, el sentido común es fundamental. Pero el sentido común, desgraciadamente es el menos común de los sentidos. Todos los imperios dejan una clara huella territorial de su expansión geográfica que se rastrea perfectamente por las evidencias físicas que dejan tras su paso de conquista o colonización. Así sabemos hasta dónde se expandió el Imperio Romano o el Imperio Español mismo de los siglos posteriores a la conquista y colonización de América, pues toda civilización que se mueve, incluso sin llegar a ser un imperio, igualmente deja claras huellas de su paso por otras tierras, ya sea por un proceso de colonización o por simples visitas con fines comerciales, como por ejemplo, los fenicios, de los cuales sabemos que llegaron hasta las costas Atlánticas de Iberia y Marruecos (y puede que hasta las mismas islas Azores) en su expansión comercial marítima.
Si asumimos que los Atlantes vivieron en una isla situada justo donde la ubican las fuentes clásicas antiguas, en el Atlántico, delante de Gibraltar, entre Iberia, Marruecos, Canarias y Madeira, aunque más cercana a las costas Ibero-Mauretanas, según se deduce de las mismas fuentes escritas y de otros datos epigráficos y cartográficos y hasta por ciertas manifestaciones de Arte Rupestre, y asumimos también que tendrían una civilización algo desarrollada, al menos con escritura y capacidad de construir edificaciones notables, por muy modestas que estas fueran, o dicho de otro modo, aunque no fueran tan exageradas como en la descripción de Solón trasmitida por Platón, en cualquier caso, y asumiendo que dicha civilización Atlántica se expandió por casi todo el Mediterráneo hasta los límites de Egipto, por la parte de África, y hasta la Tirrenia (Italia) y el Asia Menor (Anatolia y Siria), por la parte de Europa, entonces, al igual que romanos y fenicios dejaron claras huellas de tales movimientos de conquista o colonización comercial, deberíamos hallar iguales evidencias claras de la expansión Atlante, especialmente en Iberia y Marruecos, donde por mera lógica -por mayor proximidad- por ser las primeras tierras que se hallarían al partir en dirección hacia Europa y África, las evidencias serían más abundantes…