GERRY (Gus Van Sant, 2002)

Para el registro civil hay un solo Gus Van Sant pero ¿cuántos cineastas diferentes esconde ese nombre? Hasta ahora, desde su debut, con Mala noche, en 1986, conocemos al menos tres. Uno es el director de En busca del destino, Descubriendo a Forrester o Milk, películas más o menos convencionales con las que se pasa cada tanto unas vacaciones en el mistéis de Hollywood. Otro, quizás el más original, es el Gus Van Sant místico, salvaje y suicida que filmó Gerry, la película que vamos a ver esta noche en Primer Plano.Gerry es un ejercicio radical de despojamiento, la reducción del cine a sus elementos mínimos: los cuerpos de los actores, el espacio, la luz, el tiempo. Después de viajar un rato por una carretera dos amigos (los dos se llaman igual, Gerry) estacionan en medio de la nada, se bajan y empiezan a caminar juntos hasta internarse en el desierto. Hablan poco, siguen un rastro misterioso hasta que en algún momento descubren que están perdidos; juntos, solos, sin agua ni comida, abandonados a su suerte en medio del desierto americano.Los dos Gerry de Gerry son lacónicos como los personajes de Beckett sólo que no esperan a Gogol sino que lo buscan, lo persiguen en un viaje gratuito, insensato, que no parece tener otro destino que fundirlos con la inmensidad del espacio. Rodada a partir de un guión improvisado Gerry tiene el espíritu aventurero de los viejos trances contraculturales y la osadía estática de las travesías místicas.Van Sant declaró hace tiempo que filmó la película como un homenaje al cineasta húngaro Bela Tarr, el director de Satantango, gran fetichista del tiempo real  en el cine. Gerry es exactamente eso: un poco de tiempo real en las ruedas de una industria que ya no sabe cómo hacer para domesticarlo.
Presentación realizada por Alan Pauls el 16 de marzo de 2011 en el ciclo Cine independiente en la década pasada en Primer Plano I.Sat.Transcripción del siguiente enlace audiovisual: https://vimeo.com/20299503