La relación con el dinero es algo muy íntimo y muy importante. Nadie te enseña cómo gestionarlo, así que te tienes que guiarte con el ejemplo (para bien o para mal) de tu propia familia, con pocas referencias y opciones para elegir. Y a tu pareja le pasa lo mismo. El reto está en gestionar el dinero en pareja de forma consciente, teniendo en cuenta no solo las diferencias en el nivel de ingresos, sino también las emociones que giran en torno al dinero.
¿Mitad y mitad o proporcional?
¿Quién paga la cena? ¿Qué tipo de regalos os hacéis? ¿Quién invita a quién al cine? ¿Y qué significa “invitar” en este contexto? Al principio estas cuestiones se suelen resolver sobre la marcha. Se vuelven visibles conforme las vidas cotidianas se entrelazan cada vez más hasta ir a vivir juntos o discutir inversiones importantes en pareja (un piso, un coche, unas vacaciones). ¿Qué opción has elegido con tu pareja? ¿Ha sido una decisión consciente?
Opción 1: Mitad y mitad. Todos los gastos comunes se dividen por la mitad a no ser que se haya ofrecido uno de los dos a pagarlo de forma cortés. Para facilitar la gestión, muchas parejas optan por abrir una cuenta en común en la que cada uno ingresa un valor fijo cada mes para afrontar los gastos. Suele ser la primera solución, especialmente cuando los ingresos están en un nivel parecido.
Opción 2: Proporcionalmente. Cada uno contribuye de acuerdo con su nivel de ingresos. En caso de una diferencia muy grande entre los salarios, esta opción puede dar estabilidad en momentos de incertidumbre: un cambio de trabajo, el cuidado de los niños, un proyecto de emprendeduría de uno de los dos. Si no habéis hablado del dinero hasta este momento, ya va siendo hora.
Ingresos, miedos y expectativas
El dinero no solo es un medio de intercambio. Su disponibilidad o escasez tiene un impacto directo sobre nuestro bienestar. En las relaciones sociales además conlleva un aspecto de poder, que al ignorarlo puede generar mucha incertidumbre. ¿Cómo te sentirías si de repente tuvieras que afrontar los gastos familiares a solas? ¿Cómo te sentirías si de repente dependieras de tu pareja para invitarla a una cena? ¿Estarías cómoda al saber que tu pareja está renunciando a su carrera por vuestros hijos / por tu lugar de trabajo / por lo que sea? ¿Te imaginas que algún día la situación se podría invertir y de repente ser tú la que contribuye menos?
“Ya lo gestionaremos” no es la solución.
Hablando del dinero en frascos
Una alternativa es dividir el dinero en un sistema de frascos, destinados a ámbitos concretos de la vida en pareja. La idea es muy simple: Cada mes, los ingresos de cada uno se dividen entre los botes comunes y los botes personales. Con eso una parte (proporcional) del dinero queda destinado a la gestión de los gastos en pareja y cada uno sigue teniendo dinero para cosas individuales (hobbies, cenas con amigos). En el ejemplo que he puesto a continuación cada persona destina 60% de los ingresos a los botes comunes y se queda con 40%. Los botes comunes pueden ser los clásico, como explicado en la entrada sobre como gestionar el dinero sin banco, aunque lo podéis ajustar a vuestras necesidades – siempre incluyendo los ahorros para la libertad financiera (el FFA) y los ahorros a largo plazo (el LTSS).
De igual forma, cada miembro de la pareja ahora divide su propio dinero en sus botes definidos. No habrá el bote de necesidades (NEC), ya que está cubierto en la gestión conjunta. A cambio puede que añadas otros frascos a tu selección, como un presupuesto específico para regalar rosas a tu pareja.
Hablar del dinero es una tarea difícil. Probablemente no estás acostumbrado a discutir tus ingresos, ni tu raciocinio al hacer compras con nadie. Como en muchas cosas, solo hace falta práctica. La ventaja y el reto de apartar y dividir una parte de los ingresos para la gestión comunitaria te ayuda en esto: empezarás a comunicarte con tu pareja sobre cómo valoráis el dinero. ¿Qué entra en “necesidades? ¿Costes de transporte y alquiler entran? ¿Si a ti te encanta el té y él insiste en comer carne, computa como necesidad o va por separado? ¿Y los productos de higiene? ¿Y de belleza? ¿Por qué te parece que una cosa entra y la otra no?
Dependerá de cada pareja hasta dónde unificáis los gastos. No hay respuesta correcta o equivocada, sino el comienzo de una comunicación constante entre los dos para llegar a un equilibrio sin que nadie se sienta inferior o superior a causa de sus ingresos.