Get Back

¿Qué hay de realidad en un móvil, en la red, en la nube, en una casilla del enorme archivador al estilo Brazil de Facebook? ¿Somos lo que decimos, lo que tuiteamos, o los followers que tenemos?

Desde hace años, desde antes siquiera de que hubiera internet en casa, escuchaba que el ser humano se individualiza, se aliena según Chomsky, en una especie de cubo transparente que se supone nos hace más asépticos y más sociales y realmente nos hace prisioneros. Como mariposas clasificadas con un alfiler en el pecho.

Es un mundo nuevo que ha redefinido muchas cosas. Pasamos de llamar a casa de alguien a llamar a ese alguien introduciendo una pie en la puerta a medio abrir en nuestro quehacer diario que supone un móvil en el bolsillo. Se supone que soy Social Media Manager y tengo un móvil “vintage” del que la gente se ríe, pero todavía sé qué se siente cuando se interrumpe una conversación cara a cara por escribir a quienquiera que se encuentra lejos, todavía sé cual es la diferencia entre el avatar y la vida real.

O quizás no. Detrás de cada foto, de cada comentario, de cada “like” y de cada “pin” hay una persona, una vida y unos sentimientos. Un ego y el deseo de aceptación. Y a veces ahí se encuentran perlas en las fosas marianas, semienterradas en la inmensidad de las redes sociales, personas que se suman a tus ideas, que dicen “ey qué guay ese post”, que comparten tus inquietudes sin ser de la misma ciudad o que valen más que un millón de likes.

“Get Back” es un embarcadero de Saigón donde parar y reflexionar sobre si alguien ha perdido el control en mitad de ese Monzón que supuso el Iphone. Elliot Rausch, en la serie “Hello Again” de la Lincoln Motor Company, nos presenta a ese alguien. El que vive la vida a través de una cámara, de unas fotos y de unos comentarios.

El montaje nos lleva de una experiencia a otra guiados por una voz en off de una conversación por Skype, en entornos urbanos tratados con elegancia (el formato panorámico ayuda). La música ambiente nos lleva con relajación pero con soltura por una biografía pixelada. Cámara en mano, en steady, de preciosos planos rodados con Macro, y al final de lo que siempre se trata, de la relación entre personas.