Si tuviera que encerrar en una imagen GetxoPhoto2018, no tendría ninguna duda en asociarlo a la performance popular sobre la obra de Erik Kessels y Thomas Maialaender. Del 6 al 9 de septiembre había la posibilidad de “vengarse” del hombre que, con su gran sabiduría y “buen hacer”, quiere arreglar el mundo basándose únicamente en SU verdad, fundamentada por “fake news” e intereses personales y pasándose por alto instituciones, reglas, leyes y convivencia. Un salto para golpear allí “donde más duele” en la cara de Trump.
¿Qué tiene a que ver todo esto con un festival de fotografía? Creo que es en la naturaleza de GetxoPhoto, explorar las diferentes maneras de acercar el arte visual a la gente que pasea por sus calles. Considero muy acertadas estas iniciativas porque la fotografía tiene siempre que transmitir un mensaje de belleza, pero también tiene que evocar emociones, denunciar, contar historias, provocar. Si se puede interactuar con las imágenes, todo esto se transforma en algo tangible y por lo tanto más efectivo.
El tema de esta edición de GetxoPhoto (hasta el 30 de septiembre) es muy exigente: “Postconflicto: reformulando el diálogo”; en mi opinión, no es un tema adecuado para una manifestación pensada también para la gente que no necesariamente entienda o es amante de la fotografía (digo esto porque estando muchas de las imágenes al aire libre, esta situación se puede dar a menudo). Continúo pensando que GetxoPhoto tiene que perseverar y potenciar el “corte popular”, porque es lo que lo distingue respeto a otros miles de festivales de fotografía que proliferan por el mundo. En este sentido, la edición de este año, no es seguramente una de la más logradas; hay imágenes en los lugares al aire libre que no pueden ser retenidas por una mirada distraída de los transeúntes porque, para ser apreciadas, necesitan un entendimiento de lo que hay detrás de las imágenes, del sustrato conceptual que las sostiene. Personalmente pienso que en la calle habría que poner imágenes visualmente atractivas, que evocan o despiertan emociones con un mensaje visual epidérmico en el cual la belleza visual tiene que primar a lo “conceptual” del autor. Dicho en otras palabras, la imagen visualmente atractiva, tiene que provocar la curiosidad en el transeúnte para querer descubrir lo que hay detrás, y no al revés porque, en este caso, estaríamos alejando la fotografía de la gente. El riesgo es lo de generar la idea que los fotógrafos ya no saben hacen hablar las imágenes por sí solas, si no que necesitan a soporte de las imágenes, un discurso escrito porque, sin este último, la misma imagen pierde gran parte de su significado y belleza.
El tema de esta edición prima trabajos conceptuales que solo la intimidad de una sala, en la cual haya un texto y otros soportes que proporcionar una explicación del trabajo, permite al mensaje del autor llegar a quien mira su trabajo. ¡Con esto no quiero decir que no veo bien que se hagan exposiciones en lugares cerrados, al revés! Me parece que esta dualidad “indoor/outdoor” da la posibilidad de multiplicar la oferta visual, solo que las imágenes para los exteriores deberían estar pensadas para que la gente se enamore de la imagen y que este enamoramiento les conduzca a entender más del trabajo del autor (y no al revés).
Magnificos ejemplos de lo que quiero decir, los encontramos en los trabajos: “When I am Laid in Earth” de Simon Norfolk o “Home” de Gohar Dashti (ambos en Ereaga hondartza).
Decidir cual ha sido para mi la mejor exposición, ha requerido un cierto tiempo de reflexión. Para elegir mi preferida, descarté al final las dos exposiciones sobre la guerra civil: “Ellos y Nosotros” de Sofía Moro (una serie de dípticos con retratos en ByN de supervivientes de ambos bandos) y “El laberinto mágico” de Julián Barón (imágenes sobrepuestas que recuerdan el formarse de los recuerdos). Ambas están magistralmente ambientadas en Punta Begoña, integrándose a la perfección con los locales decadentes, que encierran un suntuoso pasado y un presente hecho de recuerdos.
“Sand Castles” de Markel Redondo es la exposición (en la Sala Amezti) que considero mejor de todo GetxoPhoto. Encierra un mensaje de fuerte denuncia hacia la pasividad de las autoridades que han permitido que la especulación edilicia antes de la crisis del 2008, generara ciudades fantasmas que hoy se derrumban como castillos de arenas; además, tanto el video como las imágenes (tomadas con un dron), son estéticamente muy atractivas y capturan la mirada del visitador, haciéndonos reflexionar e indignar de la mala gestión de ciertas autoridades que llenan sus bolsillos sin el respeto de la “cosa” y de la opinión pública.
En esta edición destacaría también el nuevo, magnífico panfleto que ilustra las localizaciones de las exposiciones y el horario en el caso de las exposiciones “indoor”; contiene además todas las iniciativas planificadas y una pequeña presentación de cada una de los autores y sus obras. Otra cosa muy positiva que hay que señalar, es la primera convocación de una “Open Call” en la que, cualquier autor podía presentar su propuesta sobre el tema Postconflicto. Ha ganado la serie “Margin of Excess” de Max Pinckers, una denuncia delle “fake news” y de como un cierto tipo de prensa las usa para sacar beneficios.
Continúo a pensar que la sede elegida para exponer las imágenes seleccionadas de la participación popular (PoP), es totalmente equivocada; el aula de cultura está totalmente fuera del circuito y por lo tanto olvidada por la gran mayoría de los visitadores. Esto constituye para mí una afrenta para los aficionados que han querido contribuir con sus propias fotografías a este evento. Es el segundo año que lo subrayo, pero a nadie parece importarle mucho…