Revista Ciencia

Gianni Bonadonna, el triunfo del estudio y la perseverancia…

Por Oncoangel

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En esta época en que vivimos, caracterizada por el constante aluvión de noticias, por la rapidez con la que se suceden, por la imperiosa necesidad de acceder a la información casi en el mismo momento en que esta se genera, hay hechos que, pese a su trascendencia, pasan casi desapercibidos. Tragedias, sufrimiento, guerras, egoísmos y huidas hacia adelante, cercanas y lejanas tapan, en demasiadas ocasiones, sucesos de enorme trascendencia para la humanidad. Esta semana ha muerto Gianni Bonadonna, nombre (y hombre) al que muchos desconocerán pero que sin duda, y dentro de muchos años cuando todos los mediocres que hoy son portadas hayan sido barridos y olvidados, tendrá el privilegio de ser considerado uno de esos Médicos que han cambiado el curso de la historia. Un médico al que millones de hombres, pero muchas más mujeres, deberán gratitud eterna. Para el que no lo conozca, Gianni Bonadonna es uno de los padres de la quimioterapia frente al cáncer.

Gianni Bonadonna ha muerto este pasado 7 de septiembre en su amado Milán. Ese Milán con su Istituo Nazionale dei Tumori (INT) que el contribuyo a colocar en el mapa de la Oncología como uno de las referencias mundiales en la lucha frente al cáncer. Y más específicamente, en la batalla contra la Enfermedad de Hodgkin y, sobre todo, frente al cáncer de mama.

Bonadonna nació en Milán en 1934, ciudad donde también estudió Medicina licenciándose en 1959. Caracterizado por un afán enorme de aprender y una inquietud investigadora sin límite, Bonadonna pronto encontró en el cáncer un campo donde poder desarrollar su labor. Movido por esta idea, encaminó sus pasos en 1961 hacia donde estaba en aquel momento la vanguardia en la lucha frente a esta enfermedad, el Memorial Sloan Kettering Cancer Center en Nueva York. En los Estados Unidos, Bonadonna entro en contacto con Vincent DeVita, George Canellos y su equipo, quienes estaban desarrollando en el National Institute of Cancer (NCI) el MOPP (Mustargen mostaza nitrogenada), Oncovin (vincristina), Procarbacina y Prednisona) uno de los primeros esquemas de poliquimioterapia, desarrollado para la Enfermedad de Hodgkin. Los principios de combinar fármacos con distintos mecanismos de acción y con diferentes perfiles de toxicidad, y administrarlos de una manera secuencial y repetida, calaron pronto en el joven Bonadonna. Los experimentos que muchos médicos en los Estados Unidos – DeVita, Canellos, Zubrod, Moxley, Frei y tantos otros… – estaban llevando a cabo para encontrar combinaciones de fármacos útiles contra distintos tumores le confirmaron que ese era un camino que ya no tenía posibilidad de vuelta atrás y que sólo podía conducir a mejorar las, por entonces modestas, tasas de curación de muchos cánceres.

De vuelta ya a Milán, a finales de la década de los 60, Bonadonna comenzó a desarrollar su labor asistencial e investigadora en el INT. Allí, y espoleado por los resultados observados con el tratamiento con MOPP en la Enfermedad de Hodgkin, pero consciente de la grave toxicidad asociada a este régimen, ideó un nuevo esquema que muy pronto se convertiría, y hasta la actualidad, en el referente estándar para el tratamiento de la Enfermedad de Hodgkin, el ABVD (Adriamicina, Bleomicina, Vinblastina y Dacarbacina).

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Pero donde la figura de Gianni Bonadonna se reafirma como uno de los grandes Médicos de la Historia es en el tratamiento del cáncer de mama. A principios de la década de los 70, el NCI había desarrollado 2 programas para cáncer de mama, que comprendían el empleo adyuvante tras cirugía de melfalán (L-PAM) o de un esquema denominado CMFP (Ciclofosfamida, Metrotexate, Fluoracilo y Prednisona). Sin embargo, el entusiasmo que estos esquemas despertaron entre la comunidad científica estadounidense fue bastante limitado. Paul Carbone, uno de los dirigentes del NCI y que también había participado en el desarrollo del MOPP, convencido de la potencial eficacia de la adyuvancia en cáncer de mama contactó con Bonadonna en Milán, mostrándole los resultados, preliminares y no publicados, obtenidos con esta nueva combinación. El INT, dirigido entonces por Umberto Veronesi, trataba un gran número de pacientes con cáncer de mama y parecía, a priori, un centro idóneo para el desarrollo de nuevos avances en este campo. Bonadonna, rápidamente fue consciente de la enorme potencialidad del CMF para el tratamiento del cáncer de mama, y de acuerdo con Veronesi diseñó dos estudios empleándolo: uno para tumores avanzados y otro en adyuvancia aleatorizando a las pacientes tras mastectomía con ganglios positivos a recibir CMF frente a no más tratamiento. En 1976, Bonadonna publicó en New England Journal of Medicine los resultados del estudio. El resto, ya es historia. Con su estudio, Bonadonna abrió la puerta a una catarata sin fin de nuevos estudios, con nuevos fármacos y nuevos esquemas de tratamiento, que continúa hasta hoy y que han contribuido, junto a los avances de la cirugía y la radioterapia, a aumentar la supervivencia de las pacientes con cáncer de mama.

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Y por ello, por su ejemplo y su trabajo, Bonadonna se ha ganado el derecho a que su nombre figuré a la misma altura de los pioneros en el tratamiento del cáncer de mama, de los Halsted, Grubbe, Baclesse, Madden,…, de los que nos enseñaron que esta enfermedad se pude tratar y, lo más importante, se puede curar.

En un momento como el que vivimos, donde reina la visión cortoplacista y el egoísmo, donde la mediocridad crece más de lo deseable en la Medicina en general, y en la Oncología en particular, donde la investigación obedece en algunas (¿pocas?, ¿muchas?, ¡siempre demasiadas!) ocasiones a bastardos intereses, el ejemplo de gigantes como este milanés nos debe guiar a todos los que aspiramos a ser simplemente médicos, aunque nunca lleguemos alcanzar el nivel de Médicos, reservado a unos pocos como Gianni Bonadonna.

“El trabajo de un médico todavía se rige por el viejo anhelo de Shakespeare: debemos tratar y preocuparnos por los sabios y los ignorantes,  por los humildes y los arrogante, por los estoicos y los que lloran. Debemos ser para todos, y todos merecen nuestra humanidad”

Gianni Bonadonna, médico italiano (1934-2015)


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