Revista Libros
Juan Gil-Albert.Crónica General.Pre-Textos. Instituto de Cultura Juan Gil-Albert.Valencia, 1995.
Siempre que pienso en Juan Gil-Albert –escribía Jaime Gil de Biedma- la imagen que me vuelve /.../ es la de un sabio.
Y esa misma imagen es la que devuelve de su autor un libro como Crónica General, que tuvo su origen en un artículo ocasional para un periódico y que desde ese germen fue creciendo hasta construir el relato que Gil-Albert hace de su tiempo histórico y de su yo íntimo.
Porque en las dos partes -Urbi et orbe y Un verano en la Turena- en las que se organiza el medio centenar largo de artículos que componen este espléndido volumen que editó Pre-Textos, conviven no sólo el mundo exterior y el mundo interior, sino también la racionalidad y la subjetividad en el enfoque de un variado conjunto de temas que reflejan el amplísimo espectro de intereses culturales, vitales e ideológicos que sostienen su mundo literario.
En el fondo siempre se trata de una meditación sobre sí mismo al encuentro del otro, porque, como señala Gil-Albert en su introducción, la actitud de cronista me sienta bien; y el oficio; digamos la actitud y la aptitud. ¿Qué he sido sino eso, a lo largo de mi vida y de mi obra? /.../ ¿Qué hice más que asistir, entre admirado y estremecido, de felicidad o de pavor, a la historia de los hombres que me circundan, desde mis padres a Nicolás Romanov y los suyos, de lo más próximo a lo más lejano, de Alcoy a San Petersburgo? He dicho hace poco: mi casa era mi mundo, el Mundo.
Esas palabras del autor resumen el sentido de un libro como este en el conjunto de la obra de Gil-Albert, que en su poesía y en su prosa habitó una casa con paredes de cristal abierta al confín.
Un confín que definen los nombres de tres maestros literarios –Gabriel Miró, Valle-Inclán y Azorín-, la descripción del ambiente madrileño o valenciano, la evocación de los recuerdos escolares, el cinematógrafo y París o Montaigne y la historia, que es para Gil-Albert, una representación escénica en medio del gran teatro de la naturaleza.
Santos Domínguez