Presentación de Donde dije Diego en el Club del Cómic. Fotografías de Irene Muñoz
“Diego Lara ha pasado su vida con el empeño de no dejar rastro” decía Ginés Martínez tímidamente, bajo sus gafas de pasta. Su auditorio era el Club de Lectura del Cómic de Valladolid, quienes habían leído la mejor receta contra el olvido de Lara, un libro sobre el diseñador Vallisoletano, o más bien, un tebeo. Donde dije Diego era presentado el jueves de la mano de su autor Ginés Martínez.
La charla comenzaba cuando Ginés Martínez contaba como había conocido a Diego Lara por si ple casualidad. No había sido un encuentro físico, y de hecho Lara murió antes de que Martínez pudiera intercambiar palabras con el artista, así que había construido su imagen a partir de circunstancias y personas. “He seguido el rumor de la gente que lo conocía y valoraba”, contaba Martínez, “ha sido un recorrido a lo largo del tiempo”.
Pero Donde dije Diego no es una obra biográfica, Ginés tampoco lo pretendía porque “ya hay otras obras con más rigor”. Él prefirió quedarse con lo más anecdótico y personal, con una lectura propia y sin que ni siquiera, como comentaba el artista, se hubiese esforzado en que hubiera una narrativa. “Lo he hecho mío”, sentenciaba.
Más que la suya propia, la obra parece la confluencia de dos rastros creados inevitablemente, y que se cruzan en Donde dije Diego. Así lo apreciaban los presentes en la charla, las palabras de Diego Lara, cargadas de de simbolismo y significado, convergen en el dibujo de Ginés Martínez, profuso, dejando a servicio del color negro la representación del halo de misterio que envolvía al personaje.
La vida de Diego Lara no es diferente a la de cualquier artista, su obra tampoco. La fuerza del relato queda en los momentos más insustanciales y nimios, y lo que representan. “Diego hizo lo que le dio la gana”, decía Ginés Martínez, para quien su publicación es una reflexión de la palabra artista, pero también una defensa de su obra: “reivindico que se pueda hacer un tebeo de lo que te dé la gana”.
“Es un proyecto ambicioso”, reconocía, aunque, había tenido dudas sobre su aceptación porque, entre otros motivos “no es un tebeo al uso”. El resultado sin embargo, sí gustó a quienes lo tenían entre las manos y lo ojeaban de nuevo. Había excepciones, claro, como quien afirmaba habérselo leído casi antes de empezarlo, por su pequeño tamaño. Como contra a la voz disidente, había quien pensaba que Donde dije Diego, como en las canciones pop de apenas dos minutos, no necesitaba mayor duración para llenar a quien lo disfrutara por completo.
Ginés Martínez ya había recibido una respuesta positiva del lector cuando éste había subvencionado su proyecto a través de donativos en internet. Por lo demás, muchos habían sido los obstáculos para su difusión. Problemas con la imprenta por su formato, el poco interés editorial y la sólo excepcional representación en medios de Internet.
“O voy yo a las librerías a dejarlo, no puedes encontrarlo, excepto en Madrid y Barcelona“ decía Ginés, cuando los lectores le preguntaban cómo comprarlo, ya al final de la presentación. “Al final tendré que dedicarme a fregar platos para ganarme la vida”, reflexionaba, “me he tomado demasiado en serio mis aficiones”. Desavenencias, quizás, de la importancia de dejar rastro.
Ginés Martínez
Dafne Calvo
Por afecto o por defecto, pero me encanta el periodismo. Sueño con un mundo dibujado sobre viñetas, donde esté prohibido comer palomitas en el cine.
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