El libro está enmarcado en un género llamado "ensayo-ficción", un híbrido mezcla de novela, autoficción y ensayo. El resultado es muy bueno: la parte "novela-autoficción" consigue mantener al lector atento durante toda la lectura, mediante el suspense y la acción narrativa propia de cualquier ficción. Usa los mismos recursos. La parte "ensayo", además, pone al lector en una tesitura de conversación con el texto. Esta doble vertiente además despliega dos tramas paralelas: la de la autoficción nos cuenta la historia de cómo el narrador consiguió dedicarse exclusivamente a la literatura. La del ensayo nos explica la investigación a la que tuvo que enfrentarse cuando lo invitaron a dar una conferencia titulada Microrrelato y mujer.
A mí me pareció muy estimulante la parte del ensayo, tal vez porque me toca de cerca. Mientras iba leyendo, iba preguntándome a mi vez lo mismo que iba preguntándose el narrador, iba conversando y contraponiendo mis propias ideas a las suyas.
La gran pregunta del libro es si existe algo llamado literatura femenina. A priori, para mí no existe una literatura femenina porque el autor cuando se sienta a escribir no creo que piense mucho en desde qué sexo está escribiendo. La literatura es unisex si la miramos desde el punto de vista de cómo está construida. Ahora bien, sí creo que hay ciertos temas que interesan más a las escritoras, que los abordan más, por el hecho de que se relacionan con las experiencias de las mujeres. Por ejemplo:
- la procreación/el aborto
- el tema del andrógino/hermafrodita
- el posicionamiento de víctima, enfrentado al otro-poderoso (denuncia/reivindicación)
Me parece que Mil rusos muertos toma este punto de vista de víctima/enfrentado al otro-poderoso. Al mismo tiempo, podríamos decir que sigue la estructura narrativa de una novela de héroe, porque no se queda en la denuncia, en su posicionamiento de víctima, sino que supera los obstáculos, consigue oponerse al otro-poderoso. Hay además una transformación del protagonista, el personaje evoluciona.
También hace una maniobra de equiparar aquello que decía Virginia Woolf: la mujer necesita dinero y una habitación propia, con el artista de hoy (con independencia de si varón/mujer): el artista necesita tiempo (incluido en esta categoría: dinero y espacio). De modo que las categorías mujer/varón se transforman en Cutillas en pobre/rico. También es interesante la cuestión de cómo el espacio (en Woolf) y el tiempo (en Cutillas) determinan el tipo de género que se va a escribir. Si uno no dispone de suficiente tiempo, escribirá microrrelatos, dice Cutillas. Otro tema que subyace a este es el de la interrupción, el gran enemigo del escritor.
"[...] Woolf apenas gana dinero por su condición de mujer, nosotros apenas ganamos dinero por nuestra condición de creadores; y ahora añadamos el tiempo -o mejor, la falta de él- como una variable más a tener en cuenta casi un siglo después de su inmortal mensaje."
Volviendo al asunto de la literatura femenina, sí me parece que necesitamos leer más a las escritoras para que dejemos de decir que la mujer es un misterio. Nadie dice que el hombre es un misterio, sencillamente porque conocemos sus experiencias, porque las aprendimos desde la cultura. A mí personalmente me hubiese gustado conocer más experiencias de mujeres a través de la literatura, de películas, etcétera. Me parece que la cultura forja nuevos imaginarios que al final influyen en la vida de las personas, y si niñas y niños aprenden que existen muchos más itinerarios de vida posibles para las mujeres, aparte del papel tradicional de ama de casa/madre/esposa/hija/ayudante..., eso tendrá repercusiones en la vida de todos. Los modelos son sumamente necesarios.