Revista Diario

Ginger Rogers

Por Evaletzy @evaletzy
Vuelves del trabajo a las 21:35 horas. Entras en tu piso madrileño. Atilio y Ernesto maúllan contentos al verte. «Me gustaría ser gato para tener su alegría», piensas. Le acaricias la cabeza a uno, le rascas la barbilla a otro y te apresuras a sacarte los zapatos. «¡Qué día!», dices en voz alta. Tu jefe, complicaciones, órdenes imposibles de cumplir, más complicaciones. De pequeña querías ser como Ginger, querías bailar y tener su elegancia, ¡cómo la admirabas! Mientras te sacas la pollera/falda te das cuenta de que estás cansada como pocas veces, llevas varios días durmiendo poco y trabajando mucho dentro y fuera de la oficina. Metes la blusa que cubre tu torso en el lavarropas/la lavadora. Sobre tu cuerpo solo queda tu ropa interior. Recuerdas nuevamente a esa rubia que tantos buenos momentos te regaló, que alguna vez te trasladó a un mundo ideal. Vas al baño, te quitas el maquillaje y te sueltas el pelo. Mañana tendrás que escuchar a tu jefe, lo sabes, y no oirás nada agradable como te gustaría. Notas que tienes un hambre voraz. Abres la heladera/nevera. Todo lo que encuentras en su interior es un tomate que ya no quiere vivir, un trozo de queso verde que no es roquefort y dos mandarinas mustias. A la vista está que deberías haber ido a la compra, pero ya es demasiado tarde. En el freezer/congelador encuentras tu salvación: una pizza. Enciendes el horno. «Estoy tan harta del trabajo, de la rutina, de los quehaceres domésticos», piensas. Y aunque intentas impedirles la llegada, no consigues que dos gordas lágrimas visiten tus ojos. «Basta Letzy», te dice una voz masculina. «Esos pensamientos no te sirven», agrega. Enseguida lo reconoces. Y con el rostro todavía húmedo te ríes, con ganas, y al reír, como por arte de magia, los problemas desaparecen de tu mente. Entonces, él empieza a cantar Heaven, i'm in heaven, and my heart beats so that i can hardly speak... Él te regala una amplia sonrisa que te llena de amor, y continúa And i seem to find the happiness i seek, when we're out together dancing cheek to cheek... Vas corriendo a tu cuarto, abres el armario y en dos segundos te pones EL vestido que tienes preparado para las ocasiones en las que te visita. Vuelves al salón y él sigue allí, con su frac, su pelo engominado, su clavel blanco en la solapa y su alegría. Heaven, i'm in heaven, and the cares that hang around me through the week... Te extiende la mano, te ruborizas, la aceptas. Te agarra de la cintura y te sientes en el aire. Empiezas a mover tus piernas mientras Fred prosigue Oh! i love to climb a mountain, and to reach the highest peak, but it doesn't thrill me half as much as dancing cheek to cheek... Entonces, la Ginger Rogers que llevas en tu interior baila mejor de lo que haya bailado jamás, ¡y eres tan feliz!, porque te das cuenta de que siempre que puedas bailar al llegar del trabajo lo serás...

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