Giotto, pintor, escultor y arquitecto toscano de fines del siglo XIII principios del XIV. Su obra se relaciona con un nuevo ambiente humanístico, floreciente en diversas ciudades de la Toscana, del cual son representantes, en igual medida, Dante, Petrarca o Boccaccio. La reforma iniciada por san Francisco de Asís que acerca la Iglesia al pueblo, el comienzo de la revalorización de la Antigüedad clásica y el interés por sentimientos y pasiones humanas constituyen un marco de referencia para sus búsquedas plásticas.
Acontecimientos importantes en la vida de Giotto
1267? Nace, según la versión más fiable, en Colle di Vespignano.
1290-1295 Comienza su actividad en Asís.
1300 Realiza en Roma el fresco de la galería lateranense.
c. 1302-1306 Pinta en Padua los frescos de la capilla de los Scrovegni.
c. 1320-1325 Pinta los frescos de las capillas Bardi y Peruzzi, en Florencia.
1337 Muere en Florencia.
El carácter profundamente innovador de la pintura de Giotto fue apreciado en primer término por sus contemporáneos, que veían en ella una nueva concepción del mundo y de la vida. La glorificación de su persona, que comenzó en vida del artista, se debió en gran medida a que sintetizaba con especial acierto la búsqueda de una nueva verdad, centrada alrededor del hombre, cuyos signos se leían en diversos frentes de la cultura humanística. Boccaccio y Dante encuentran en su obra un «naturalismo», del que el artista era plenamente consciente y que se oponía radicalmente a la tradición pictórica medieval. La fama del que Boccaccio llamara «el mejor pintor del mundo» llega hasta el Renacimiento, muchos de cuyos artistas lo consideran un precursor del nuevo lenguaje.
A pesar de que no existen datos inequívocos, suele darse por cierto que Giotto comenzó su carrera de pintor junto a Cimabue, el más reputado de su momento, hacia 1280-1290. Cimabue fue esencial en su formación, no sólo porque tomó de él la fuerza del dibujo y la dramática tensión de las imágenes, sino también porque se convirtió en el polo opuesto de la dialéctica que lo llevaría a elaborar su nuevo lenguaje plástico. Cimabue era para Giotto, consciente de la revolución artística que iniciaba, el pasado, todo aquello que debía dejarse atrás. Los frescos de Asís, comenzados hacia 1290-1295, representan el nacimiento del estilo giottesco. Es aquí donde se produce la ruptura con el maestro. A las Historias bíblicas siguió la realización de los frescos que relataban la leyenda franciscana, ambos ciclos en la basílica de San Francisco. Al artista no podía serle ajeno el ambiente cultural y la literatura franciscana, el movimiento religioso que había elegido al pueblo como destinatario de su mensaje hablándole en su lengua.
Mientras trabaja en Asís viaja a Roma para realizar un fresco en la galería lateranense que representa al papa Bonifacio VIII proclamando el jubileo. De este primer período de Giotto destaca también el Crucifijo de Santa María Novella, que renueva la imagen medieval presentando un Cristo humanizado por el sufrimiento.
El siguiente período de su vida y obra nos sitúa en Padua, ciudad a la que probablemente fue llamado por la orden franciscana para realizar frescos en la basílica del santo. Sin embargo, será una familia adinerada, la de los Scrovegni, la que unirá para siempre su nombre al del pintor, tras erigir en 1303 una capilla junto a su lujoso palacio. Los frescos de esta capilla representan una de las cumbres de la obra de Giotto. Los hechos de la vida de María, representados en un tono sereno, se contraponen, en cierto modo, con los de la vida de Cristo, con momentos de tenso dramatismo. La Madonna de Ognissanti, actualmente en el palacio de los Uffizi, es la obra de este período que se relaciona más estrechamente con el ciclo paduano.
En los años siguientes, poco antes de 1313, Giotto pinta en Roma la obra que se llama tradicionalmente la Navicella, que muestra a Cristo salvando de la tempestad la nave de los apóstoles.
El tercer gran capítulo de la biografía giottesca, luego de Asís y Padua, se abre con los frescos de las capillas Peruzzi (1320) y Bardi (1325), en Florencia. En ambos casos se nota un mayor refinamiento de su estilo, una espacialidad mejor articulada, más aire para unas figuras más cuidadamente modeladas.
Si una cantidad de obras permiten seguir las huellas del pintor en los años siguientes a la realización de las pinturas de las capillas florentinas, sus últimos años, entre 1329 y 1337, permanecen oscuros. Grandes encargos fuera de Florencia —Nápoles, Milán, Bolonia—, actualmente completamente perdidos, ocupan al artista antes de la realización de los relieves del campanile de Santa María dei Fiore, en estrecha y directa colaboración con Andrea Pisano. Su estilo y fuerza creadora se expresan por última vez en esta obra. A su muerte, ocurrida en Florencia el 8 de enero de 1337, los grandes honores con que la Comuna de Florencia lo entierra en Santa Reparta confirman la alta estima que de él tuvieron suscontemporáneos.