Hace unos días El País publicó una entrevista a Glenn D. Lowry, el director desde 1995 del MoMA. En el transcurso de la entrevista, respondió con frases que habría que enmarcar o enviar a directivos, artistas, políticos y empresarios del ámbito cultural.
Glenn mostró inteligencia, rigurosidad, amor por su trabajo y por el mundo del arte y por supuesto sus destrezas como gestor de uno de los museos más importantes del mundo.
"Museo como laboratorio abierto al público dedicado a explorar, investigar y cuestionar las direcciones del arte contemporáneo. Y hoy, aunque poseemos una importante colección, aún somos un gran experimento cuyo objetivo es seguir el arte contemporáneo, esté donde esté".
Anécdota: El MoMA se fundó una semana después de la crisis del 29. Pero, en un país como EEUU, donde no hay apoyo por parte del gobierno ni una red de seguridad para instituciones culturales, es fundamental el compromiso de empresas y personas que creen en el proyecto y lo defienden con su dinero. Vaya, dinero privado. Precisamente ese apoyo altruista provoca que los trabajadores del museo sean aún más cuidadosos, efectivos y precisos en su trabajo. (¿Sería posible la creación de un museo colaborativo en España? ¿Sería éste garantía de buenas prácticas en gestión/dirección/coordinación y programación?)
Cuando Glenn habla de la programación del MoMA es rotundo, "La meta es crear un programa que sea una mezcla de exposiciones grandes y populares y otras mucho más pequeñas y especializadas. Ese tipo de equilibrio es el perseguido hoy por cualquier museo de éxito, en EEUU o en Europa". Con ello huye de las macro-exposiciones, exposiciones-espectáculo, exposiciones superventas...
Si os preguntabais a cuánto ascendía el fondo del MoMA, tenemos la respuesta, 150.000 obras, de las que solo están expuestas 2.000, ¡echad las cuentas del porcentaje almacenado/porcentaje expuesto!
Inteligentemente en los últimos años uno de los objetivos de Glenn era rebajar la edad de su público y apostar por el público joven para garantizar un público adulto en el futuro. Una de las acciones que ha provocado este descenso de la media de edad, situada actualmente en los 40 años, ha sido la acogida de exposiciones de Marina Abramovic o Pipilotti Rist. Cuando le preguntan por las visitas virtuales es claro: "Son un truco sin mayor interés. Lo que sí me parece interesante es lo que se puede hacer en el espacio virtual que no se pueda hacer en el real. Todas las posibilidades de las redes sociales y también la posibilidad de crear, a lo Malraux, tu propio museo de galerías y objetos".
Y para mí, la estrella de la entrevista:
"Un museo no es una empresa y por eso tiene que estar dirigido por gente que entiende y sabe de arte y, mucho más complejo aún, de artistas. El lado de negocio es el más sencillo, lo difícil es saber qué hacer con todo eso".