Les ves en el escenario recogiendo su premio y son como niños que buscan un caramelo por haber hecho un buen trabajo. El premio por haber sido buenos chicos. Buenos profesionales. Todos quieren ese reconocimiento y es algo muy humano desearlo y emocionarse al recibirlo. La búsqueda de caricias positivas, que dirían los terapeutas transacionales, que definen las caricias como actos que implican el reconocimiento de la presencia del otro. O dicho de otro modo, cualquier estímulo social dirigido de un ser vivo a otro y que reconoce la existencia de este.
Estás ahí, existes, destacas y te premiamos por ello.
El chico de oro
Apenas ha amanecido este 2014 y ya lo recibimos con premios, tanto en literatura (Premio Nadal para Carmen Amoraga), como en el cine (Premios José María Forqué, Globos de Oro) y por supuesto en el fútbol (Gala FIFA Balón de Oro). Sobre todo en estos últimos vuelve la misma liturgia: alfombras rojas, vestidos de gala, masiva presencia mediática, candidatos sonrientes, nervios, lagrimitas, declaraciones repletas de tópicos conciliadores de última hora, peloteos varios, envidias y rencores entre bambalinas, y una puesta en escena con todos los recursos audiovisuales dignos de los más importantes espectáculos. Bueno, siempre hay diferencias, como pudimos comprobar ayer en la realización de los Premios Forqué vs. los Globos de Oro. España, siempre siendo un “wannabe” en esto de los montar espectáculos a la americana frente a los gringos (años de mayor industria y tradición mandan), como casi siempre ha sucedido en los Goya (que también serán en breve). Bueno, el caso es que cada uno, según sus posibilidades, ha intentado poner los neones más luminosos posibles para captar el interés del público más allá de los escenarios habituales donde se suelen disfrutar de estas/os artes/entretenimientos (cine, TV, campo de fútbol, etc.)
Stanley Matthews y el primer Ballon d’or
Y al final, al menos este año, todo queda bastante repartido. En el Balón de Oro, contentando a un emocionado Cristiano Ronaldo, se ha hecho una especie de “justicia poética”, y me detengo unos segundos entre cada entrecomillado, premiando al profesional de números estratosféricos agraviado por el imparable duelo con su “néMessis” actual en relativa baja forma y que además fue ridiculizado hace no mucho por un no menos ridículo presidente de este tinglado, la FIFA. Hasta hace poco, la gala del Ballon D’Or, no era más que un paripé simple y formal donde se entregaba el galardón a un futbolista que ya sabía de antemano que era ganador (y portada de France Football en el número de diciembre) según los criterios de 96 periodistas. Ahora es una ceremonia donde se premian el mejor gol, el mejor entrenador (masculino y femenino), mejor 11 europeo, y mejores jugadores (masculinos y femeninos). De una fiesta privada, reservada para jugadores europeos, ha pasado a un espectáculo mundial donde se premian a jugadores del todo el planeta. ¿Ganan los mejores? Siempre es discutible, porque a veces ser los criterios para optar a ser el “mejor” no sigue necesariamente una misma pauta cada año. De ahí que no haya ningún jugador español con Balón de oro en una época donde ganaron dos Eurocopas consecutivas y un mundial. O, mismamente ayer, con un Ribéry que ganó en 2013 todo lo posible por ganar con su club, el Bayern de Múnich.
Globitos de oro
En cambio los criterios que rigen los premios de cine son más o menos subjetivos, ya que votan los propios profesionales del gremio. O eso, en teoría (volvemos a los Goya). También influye mucho la promoción que haya tenido esa película, sobre todo para los Oscar, y no tanto la presencia y trofeos en festivales importantes, sí el boca oreja y sobre todo, tanto para películas grandes como para pequeñas, la presencia mediática que haya tenido. Si comparamos, de nuevo, con los Goya, sí que estos tienen, a su favor, que no valoran tanto esto último y en cambio si pueden tener en consideración el tema de los festivales (‘La herida’, en este caso, aunque también podrían haber valorado ‘Gente en sitios’). Los premios José María Forqué, los eligen los productores de la EGEDA (Entidad de Gestión de Derechos de los Productores Audiovisuales) y los Globos de Oro, la asociación de prensa extranjera en Hollywood. En los Forqué triunfó ‘La Herida’ y en los Globos de oro todo quedó bastante repartido, alzándose como mejores películas ’12 años de esclavitud’ y ‘ La gran estafa americana’.
El actor George C. Scott comentó una vez que los oscars “se han convertido en un parque de atracciones internacional donde las carreras de los actores viven o mueren en función de si ganan o no el premio”. Hay ejemplos que dan la razón al actor que rechazó su Oscar al mejor actor principal por ‘Patton’, pero el océano de los no ganadores es tan inmenso que en el se pueden ver carreras ejemplares y meritorias que nunca han recibido un Oscar, un Nobel, o un Balón de Oro y que, en cambio, si que permanecen sus nombres entre los más grandes profesionales que nos ha ofrecido el deporte, el cine o la literatura.