Revista Cine
“God bless America” (Bobcat Goldthwait, 2011) pertenece a esos dos grupos de películas estadounidenses (no americanas, a pesar de que ese país insista en apropiarse e imponer su identidad cultural a todo el continente) que aparecen más o menos cada año y tratan de denunciar, por un lado la hipocresía y contaminación de los medios de comunicación y por otro se apuntan a cierta corriente existencialista sobre la posición del ser humano en la sociedad de consumo capitalista. La película de Goldthwait, a pesar de ser bienintencionada y hasta ofensiva en algún momento, acaba cayendo en los mismos errores que denuncia. Si bien tiene un arranque realmente bueno, con una muy ajustada combinación de comedia y drama, donde se nos presentan las miserias de un tipo corriente, Frank, (notable interpretación de Joel Murray) quien no hace nada malo en particular pero es perseguido por la mala suerte, sin piedad, y que harto de todo decide cometer un asesinato para luego suicidarse. Hasta aquí la película juega bien sus cartas. Denuncia la tele basura, la hipocresía de lo políticamente correcto y hasta como lo supuestamente políticamente incorrecto no es más que un absurda etiqueta que sirve como escudo para poder ser abiertamente racista u homófobo. Pero una vez planteada esta premisa y entrar en escena el personaje de Roxy (Tara Lynne Barr, en una prometedora creación) la película empieza a perder el norte, precisamente por tratar de que el espectador empatice y justifique los actos de violencia que realizarán esta curiosa pareja a partir de este momento. Mientras que Frank es un personaje bien construido en la primera media hora al que se puede llegar a entender y hasta justificar, el personaje de Roxy es abiertamente una psicópata. Pero Goldthwait no los diferencia, a partir de que están juntos los trata por igual y si los asesinatos de Frank estaban más o menos razonados por su nausea hacia la sociedad los de Roxy son por pura diversión, y por mucho que los intente justificar el director con diálogos sobre lo que odian estos personajes, los motivos originales de ambos son diferentes pero queriendo que el público sienta cariño por ellos los acaba mezclando haciendo que Frank sea un psicópata mas, pero además justificado y simpático. Siendo la película una pretendida denuncia al sistema estadounidense de vida, al sistema de vida que mas asesinos en serie y de masas a generado, si, acaba siendo políticamente incorrecto, pero también de mal gusto, sobre todo en un país donde personas como Roxy y Frank existen y provocan matanzas como las de Denver o Connecticut del pasado año. La película fue realizada antes de esas masacres y es probable que de haber sido rodado un año más tarde, el director hubiese pulido más el guión y los personajes. Ya que tal y como queda ahora, viene a decir que esos tipos de actos violentos (no confundir con terrorismo), son culpa de la TV, del jefe, de la ex mujer, etc.; no de gente enferma con un acceso indiscriminado a armas de fuego. Su principal problema es que Goldthwait ha confundido la sátira con la comedia gruesa y lo que tendría que haber sido una crítica acaba siendo un mero chiste. Una lástima, ya que la quijotesca cruzada de Frank podría haber dado mucho mas juego si hubiese dotado a los actos de esta pareja de de un trasfondo ideológico o existencial. Pero al final se queda en la mera película provocadora. El propio director se escuda diciendo que es solo una película y que no hay tomársela en serio, pero entonces no debería haber elegido un tema serio a no ser que hubiese repasado el guión como debería haber hecho. Por otro lado hay que reconocer que la película se deja ver muy bien gracias a la extraña química entre los dos actores principales y a que Goldthwait es mejor director que guionista y dota a la historia de un ritmo bastante bueno. En resumen, una oportunidad desaprovechada.
Alex Turol