El 20 de junio de 1976 fue un día histórico. Y no precisamente por la consagración de Checoslovaquia en la Eurocopa de aquel año, desarrollada en la antigua Yugoslavia. En realidad, es un hecho que se produjo en aquel partido consagratorio para la nación del centro europeo frente a Alemania Federal: el penal de Antonín Panenka.
En el Red Star Stadium de Belgrado, el partido entre ambos equipos finalizó 2-2, con los goles de Jan Svehlik y Karol Dobias para los de casaca colorada, y Dieter Müller y Bernd Hölzenbein para los teutones. Por lo que tenían que definir todo desde los doce pasos. Los primeros seis penales fueron todos adentro, pero en la cuarta ronda todo cambió: el disparo de Ladislav Jurkemik fue bueno, mientras que el de Uli Hoeness no tuvo destino de red. Los checos tenían el “match point”. Y era el turno de Panenka.
No tenía una misión fácil. No era sólo por el contexto, sino también porque enfrente estaba Sepp Maier, quizá uno de los mejores arqueros de la historia del fútbol mundial. Pero eso no le importó al eslovaco (nació en Praga). En la revista colombiana “SoHo” describió aquel momento:
Era mi turno, el quinto penal para Checoslovaquia. Mis compañeros sabían de esa jugada especial y se negaban a que la ejecutara, pero el técnico Vaclav Jezek respaldó mi decisión. (…) Mi confianza era plena. Sabía que Sepp no se quedaría parado en el centro del arco. La clave fue tomar varios pasos de carrera para que él esperara un remate fuerte. Cuando llegué al balón, lo impulsé suavemente con la pierna derecha hacia el centro de la portería. Maier eligió su costado izquierdo”.
Hoy, a 36 años de su proeza, aunque la haya hecho por primera vez en un entrenamiento del Bohemians de Praga (club que actualmente preside), hay muchos que aún imitan ese gesto técnico, siendo Sebastián Abreu uno de los máximos ejemplos de esto. Y pensar que después de esto, Panenka la picó en un penal apenas dos veces más, por el furor que generó esa jugada…