Los accidentes caseros pueden ocurrir en cualquier momento, ya que bien sabemos que los niños en el uso de toda su energía en ocasiones se exponen a situaciones peligrosas, por eso debemos diferenciar los grados de gravedad de las diferentes lesiones, siendo una de las más importantes a tener en cuenta aquellas que involucren golpes en la cabeza.
Los golpes en la cabeza son sumamente delicados, no acudir al médico de ser necesario puede significar en casos muy severos, daños irreversibles para el pequeño, ya que éste tipo de lesiones pueden resultar tan peligrosas como un accidente en un avión a 1.000 kilometros por hora según amplias estadísticas.
Los golpes en la cabeza son aún más delicados si tienen lugar en niños menores a los 12 meses de edad, dado que en éstos pequeños aún no se ha cerrado del todo la mollera, o también conocida como fontanela, que se encuentra en la zona superior del cráneo, por lo que el cerebro se encuentra más expuesto.
Lo primero que debe hacer un adulto frente a una situación de éstas es revisar si el niño está conciente luego del golpe en la cabeza. Muchos creen que tras ésto no se debe dejar dormir al niño, pero lo cierto es que se puede dejar que duerma, pero eso si, despertándolo cada 20 minutos para comprobar que se mantenga conciente, si luego de la siesta se lo nota decaido es vital llevarlo al médico.
Si tras el golpe se presenta una lesión con sangre lo que debe hacerse es lavar la herida con abundante agua y presionar con una toalla limpia para que la sangre pare de salir, luego de ésto hay que analizar si la lesión requiere de puntos en el caso de que sea demasiado grande, si no lo es se puede aplicar hielo para que se contraigan los vasos sanguíneos, luego de 24 horas se debe intercalar con compresas de agua caliente para que se desinflame la zona.
No hay que entrar en pánico, dado que si luego del golpe el niño sigue jugando y corre lo más probable es que haya sido leve, las consecuencias en todo caso se notarán durante las primeras 8 horas por lo que durante ese tiempo los padres deben ir observando los síntomas de su hijo, tomando en cuenta como síntomas leves chichones, corte superficial, dolor moderado o fatiga.
Si por el contrario, durante éste tiempo el niño presenta vómitos, fuerte dolor de cabeza, pupilas dilatadas, convulsiones, irritabilidad, rigidez en sus extremidades, mareos, sangre en la naríz o baja frecuencia respiratoria, habrá que acudir con urgencia al médico.
Vía | ABC del bebé
Foto | Bebé blog