Revista Opinión

Gracias

Publicado el 14 octubre 2011 por Carmentxu

Gracias Standard & Poors, pero no era necesario. Fitch se te había adelantado una semana, también bajando la nota de la deuda española hasta esos mismos niveles. No necesitábamos más motivos para salir mañana y tomar plazas, avenidas, calles, lo que haga falta para que hasta los sordos de profesión, los políticos, nos escuchen.
S&P justifica su decisión por las perspectivas económicas: una previsión de crecimiento más que dudosa, duras condiciones financieras, alto nivel de deuda del sector privado y desempleo. GraciasHasta aquí nada que objetar: ese es el panorama, pero olvidan que hemos llegado aquí por culpa de personajes como ellos. Lo del desempleo se puede paliar mañana, aunque sea por unas horas: este sábado nos ocuparemos de ocupar, de hacernos un sitio en este tablero cuadriculado desde donde gritar. Y no es una utopía que pueda haber un mundo mejor. Ya no. A diferencia del mundo financiero, donde un rumor abstracto y de origen desconocido puede hundir países enteros, en el mundo real basta con moverse para que las cosas cambien, recobrar la dignidad amputada, arrebatar el bisturí a esos cirujanos financieros que han cruzado la línea roja en sus experimentos estéticos extirpando órganos vitales a este cuerpo maltrecho de la sociedad, pero todavía vivo. Ahora se trata de despertar de la anestesia, de abrir los ojos, de no dejarse deslumbrar por los focos del quirófano, levantarse, los músculos aún entumecidos, y cambiar las reglas del juego para que los funámbulos dejen de hacer trampas y jueguen limpio.
No era necesario que S&P rebajara de nuevo nuestra nota. No nos asusta: ya lo estábamos de antes. Tampoco indigna ahora: también veníamos indignados de serie al empezar el año. Gracias políticos, gracias agencias de clasificación, banqueros, agentes de bolsa, brokers, analistas, corruptos de todas las edades, sexos y ocupaciones… Sin vuestra colaboración habría sido imposible tanta indignación y tanta conciencia de que otro mundo es posible. Sólo hay que salir a la calle, andar hasta la plaza más céntrica y quedarse allí ocupando el espacio arrebatado.


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