El líder de Izquierda Unida vetó ayer las enmiendas transaccionales, aquellas que permitirían enarbolar la bandera del consenso ficticio, del intercambio de cromos interesado. No sirvió de mucho porque cuando los grandes se ponen de acuerdo, aunque éste sea antinatura o antisocial, o anti en general, los pequeños poco pueden hacer. Sólo irse. Dado que no pudo abandonar físicamente la sala, Llamazares se fue en espíritu, como hace tiempo nos fuimos todos de esos pasillos climatizados, donde no parece sentirse ni frío ni calor. El espíritu libre de Llamazares voló e hizo volar el consenso por los aires. Ahora, debe estar a cientos de kilómetros rotando sobre la Tierra con demás basura espacial. Gracias Gaspar.
No debía ser el único espíritu libre que sobrevolaba por allí. Ya había habido otros antes que plantaron cara a los mercaderes y ayer debieron encontrarse y charlar durante un largo rato.
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