La idea que intento transmitir es que incluso aunque todas las autonomías se mantuvieran dentro de los límites marcados por la Ley de Estabilidad cuando estábamos en la cresta de la ola, y ninguna tuviese embajadas ni teles públicas, etc.; a día de hoy tendrían igualmente un gran déficit. Es esto y no otra cosa lo que intento transmitir a todos los que insisten en que el problema son las autonomías.
Se suele decir que el entramado de chiringuitos de los reinos taifas nos llevan a la ruina. No es cierto. Me caen tan poco bien los chiringuitos como al que menos, pero la verdad estadística es la que es. Ojalá el problema de nuestra deuda-financiación fueran los chiringuitos: ¡la solución sería sencillísima! Lástima que la realidad sea pegajosa y tozuda.
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Según las estadísticas del Banco de España, el agujero negro contable de las empresas públicas se debe a la gestión estatal entre los años 2004 y 2011. Durante el zapaterismo fue cuando más creció la deuda de los chiringuitos públicos. Estos son los datos, así que no estaría mal que los periodistas que tuvieran un poquito de ética, dejaran de repicar rumores de patio de vecinas. (Subtitula hoy el ABC con dos huevazos: «Años de inercia y descontrol tejen un ruinoso entramado autonómico de 2.400 entes públicos y más de 800 empresas»; ¿por qué no un ruinoso entramado central? Es que en ese artículo amarillo el ABC se esmera, vuelve con aquello de hace semanas de «De las más de 600 empresas públicas que tenían que haber suprimido solo lo han hecho dos», que ya fue desmentido en su día: sólo Galicia eliminó de momento 44 organismos públicos).
Y es que lamentablemente -o no, depende-, la mercancía averiada que se nos quiere vender sobre que las autonomías tienen la culpa de todo, tiene poca relación con la realidad. Me parece mal desde el punto de vista ético que se mienta, pero no es lo más importante que yo tenga consideraciones éticas, lo más importante es que si el análisis que hacemos de lo que nos rodea, no es cercano a la realidad, las soluciones que se propongan no serán soluciones. Eso sí nos debe de preocupar a todos.
Durante los años de la borrachera loca del zapaterismo y el PSOE, se engordó el aparato parasitario , porque había superávit en las cuentas.
Clic para agrandar. Es que ni siquiera el truco de robarle a la gente sus aportaciones a la Seguridad Social paga nada. La cosa está tan mal que ni robando salimos.
Es decir, no hablamos de una conspiración extraña de la banda de los golfos apandadores: es que nuestras instituciones carecen de mecanismos de contención, control y equilibrio. O si no carecen, estas instituciones no funcionan como deben o en caso de funcionar como deben, no tienen las competencias debidas.
Si cada vez que hay superávit en las cuentas, abrimos el grifo a tope, no estaremos más que haciendo honor al refrán 'pan para hoy, hambre para mañana'. De alguna manera tenemos que tener leyes que prohíban a las administraciones aumentar su volumen y su deuda. De alguna forma tenemos que arreglárnoslas con aparatos públicos pequeños y manejables, temporalmente subsidiarios de quienes se caen a la cuneta y nada más. Que el Estado tenga menos protagonismo en el orden económico se puede conseguir de dos maneras:
- Si el territorio/población sobre el que rige es pequeño.
- Si toda la sociedad es altamente próspera (en este caso da igual qué tipo de Estado tengas, pero para llegar ahí tu requisito será un Estado con poco complejo de 'reina del baile').
La pregunta es: ¿se está haciendo algo en la dirección de reducir el tamaño del Estado? Yo diría que dos cosas: la Ley de Transparencia y la Ley de Estabilidad Presupuestaria. Desde luego que esto es muy poco con la tarea que hay por delante. Sin ir más lejos, el problema más acuciante es el paro. Con el paro tienes relacionados los costes laborales, el modelo productivo y la creación de empresas. Con la creación y mantenimiento de empresas tienes relacionado el flujo de crédito, con el flujo de crédito tienes relacionada la hidropesia bancaria, con la hidropesia bancaria tienes relacionada el endeudamiento privado, con el endeudamiento tienes pisos sin vender mientras echas a gente a la calle, gente que a su vez ni te van a devolver el préstamo ni les das la oportunidad de que te lo devuelvan jamás (echar a la gente de su casa es una gran idea, sobre todo cuando en esa barriada del extrarradio estás vendiendo tantos pisos, ¿verdad Einstein?). Con gente que se queda en la calle te aumentan los costes sociales, al mismo tiempo hay menos gente para pagar ese nuevo gasto (que entre otros se paga con los impuestos que se recaudan a la hora de comprar pisos y batidoras en un momento en que nadie compra pisos ni batidoras).
Vaya, así contado no parece que las autonomías sean el mayor problema. Dejemos de marear.
Meterse con las autonomías es una excusa
Una vez tenemos claros los límites del debate económico sobre el modelo de Estado, todo lo que hay después no obedece a la búsqueda de soluciones a la deuda-financiación de España. Lo que hay es una propaganda muy cutre sobre cierta idea de España. Como si por tener una u otra chapa en la puerta de un burócrata cambiara algo la cosa.
Se tapa como debate económico -de forma muy burda- lo que es un debate político. Si alguien quiere cargarse el estado autonómico, que no venga con el déficit, porque cualquiera podría contraargumentarle: «lo que realmente no podemos pagar es el Estado central, acabemos con él». Si queremos tener un debate político sobre el modelo territorial, adelante, pero no aprovechemos la excusa de la crisis. Y por favor, lo del pragmatismo económico lo vamos a ir dejando aparcado porque no se lo traga nadie: eso es ideología y me parece muy bien que la gente tenga sus ideas en la cabeza y se compre prensa de kalidá, pero que no vendan la moto.
El próximo Consejo de Política Fiscal tendrá este aspecto: