Revista Cultura y Ocio

Gran estreno en YouTube

Publicado el 14 julio 2015 por Iván Rodrigo Mendizábal @ivrodrigom
Fotograma de Silencio Nuclear de Iván Mora.

Fotograma de Silencio Nuclear de Iván Mora.

Por Juan Fernando Andrade

(Publicado originalmente el blog Cultura B, Quito, el 21 de julio de 2008)

Hace unos pocos meses, el director-escritor de cine Iván Mora Manzano subió dos de sus cortos al YouTube, para que todo el mundo pueda verlos de forma totalmente gratuita (aunque el Internet, sea casero o cyber café, cuesta). Un acontecimiento digno de celebrarse por todo lo alto. Por si no lo conocen, Iván es sin duda uno de los realizadores más interesantes de la movida cinematográfica nacional. Mucha gente, al ver sus cortos, concluye en la frase típica y por eso mismo justificada: no parece que fuera de aquí. Y en algo tienen razón. Los cortos de Iván no parecen ecuatorianos, ni sudamericanos, ni siquiera parecen terrícolas.

Iván apenas rebasa los treinta, nació en Guayaquil, estudió cine en la Universidad San Francisco de Quito y está preparando su primer largometraje (el proyecto ha ganado ya premios del Concejo Nacional de Cine y el programa Ibermedia). Iván es mi amigo, mi pana, mi broder, y no es por eso que hoy escribo esto que escribo.

Profesionalmente hablando, Iván y yo nos vemos a la distancia, entre nosotros todo el espacio que separa a dos antípodas. A mí me gustan el realismo sucio y la cultura pop, me gustan las películas y los libros que pasan en apartamentos, restaurantes, carros, esas historias donde la gente logra superar sus problemas y, mal que mal, sigue viviendo. No lo niego, me gustan los finales felices. Iván, en cambio, no deja títere con cabeza y se lleva por delante todo lo que encuentra, personas, animales, cosas, reglas, esquemas, el orden cósmico y hasta el destino de la humanidad. Iván se las trae, y no le tiene miedo a los terrenos inexplorados de la razón.

En Silencio Nuclear (2002), el personaje principal es un sobreviviente de la Tercera Guerra Mundial, acaso el único ser humano sobre la faz de la tierra. Vive en la cima de una montaña áspera, rodeado de muy poco verde. Al principio, un prólogo nos advierte: el holocausto fue tan devastador, que además de personas y ciudades, se destruyeron también la lógica y la percepción. Con esa introducción, uno queda preparado para lo que sea y, sin embargo, terminado el corto uno sabe que no hay forma de estar listo para algo así.

En Vida del ahorcado (2004), basado en un fragmento de la novela homónima de Pablo Palacio, nos encontramos con un grupo de estudiantes que, ante la violenta educación aplicada por su maestro, decide responder con un suicidio en cadena. Este es un maestro que lanza letras por la boca cada vez que da una lección, letras filosas que hacen sangrar los oídos de los estudiantes. Un corto de época, si cabe el término, porque aunque el vestuario y la escenografía den para pensar en los comienzos del siglo XX, el tratamiento de la historia es futurista, posmoderno, tan adelantado a su tiempo como el mismo Palacio.

Estos cortos son, estoy absolutamente seguro, nada más que la punta del Iceberg. Iván Mora Manzano se viene con todo, va tocar hacerse a un lado y saltar cuando los vagones pasen a toda velocidad, a ver si podemos colarnos. Pilas, que Iván no va tener reparos si de atropellarnos se trata. Vengan, entren, vean. Técnicamente impecables y narrativamente jugados.

Cuando conocí a Iván, a finales del siglo XX, me pareció un tipo extraño y buena onda que estaba planeando algo de lo que nadie debía enterarse. Creo que lo sigue planeando y pondrá su plan en marcha de un momento a otro. Pronto llegará el día y la revelación brillará ante nuestros ojos y el resplandor será tan poderoso que los que no puedan mirar de frente tendrán que quedarse ciegos.


Archivado en: Cine Tagged: Iván Mora, Mundos destruidos
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