Hoy, 3 de marzo, mientras vivimos la sentencia barcelonista a una Liga algo descafeinada, un equipo del país vecino intentará seguir haciendo historia. Porque en Francia la Copa aún se compite al todo o nada, como debe ser, y esto permite vivir con cariño el sueño de equipos modestos. Desconocidos como el Granville, que esta noche se dejará el corazón de sus jugadores y aficionados para doblegar al Goliath Olympique de Marsella de nuestro Míchel. Esta noche no sólo se juegan unos cuartos de final, también asistiremos a un nuevo capítulo del cuento, o quizás sea a su final.
Aunque si hay un momento propicio para que la de hoy no sea la última página del libro, es sin duda este. El mítico OM llega tocado dentro y fuera del campo. En lo deportivo, porque viene de caer eliminado en Europa League ante el Athletic, tras encadenar cuatro partidos seguidos sin ganar, mientras malvive en la 13ª posición de la Ligue 1. Y en lo extradeportivo en vista a los nuevos sucesos de violencia protagonizados por sus ya reincidentes hinchas. Puede ser el momento de este equipo de CFA2 (5ª División), aunque es cierto que sólo haya superado escollos (hasta nueve) de perfil bajo: Laval, Sarreguemine, Bourg Peronnas...
Pero, ¿qué equipo es el Granville? Su fundación se remonta a 1918, aunque nunca haya disputado una categoría profesional. Algo que quizás refleje mejor la dimensión de un club radicado en una ciudad normanda de 13.000 habitantes. Su cenit en un corto periplo sesentero por la 3ª y dos eliminaciones en 1/32 de Copa era lo máximo. Pero hace tres años, en 6ª división, un exjugador del Racing de Ferrol llamado Johan Gallon tomó las riendas para aumentar el listón del proyecto.
Su éxito puede radicar en su juventud (37 años) o en el partido que ha sabido sacar de su humilde plantilla. La columna vertebral blanquiazul la conforman el joven portero Daoudou ( agredido tras el último partido), los delanteros Vauvy y Jegu, pero sobre todo, el medio Matthias Jouan. El único jugador profesional de la plantilla, que llegó a debutar en Primera con el Caen y que ya ha vivido este sueño con la legendaria final disputada por Quevilly en 2012.
Si nos atenemos a las dinámicas, la negativa del Olympique de Marsella y la positiva del Granville, todo puede pasar. Las diferencias de calidad saltan a la vista pero la ilusión de los normandos no puede compararse a la de jugadores que ya han vivido (o vivirán) retos mayores, como Lass Diarra, Remy Cabella o Manquillo. El último balón de oxígeno para Míchel, dada una Ligue 1 para olvidar, puede ser una trampa mientras el aficionado se congratula de que aún exista la competitividad y la sorpresa en un deporte cada vez más condicionado. Un gran reto, ante un gran equipo, para un Granville.
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