El Imperio hitita es uno de los imperios más trascendentales de la historia antigua de Próximo Oriente. Podemos establecer su pujanza entre los siglos XVIII y XII a. C. con historias que, debido a su antigüedad, mezclan hechos reales y leyendas.
Soldado a caballo y carro de combate hititas
Los hititas pertenecen a una serie de pueblos cuya raíz proviene del tronco indoeuropeo que se asentaron en Anatolia en el 2000 a. C. Esta región es árida y poco propensa a la agricultura pero muy rica en minerales como cobre, plata, estaño y hierro. Hatussa, la capital de este imperio, no se descubre hasta investigaciones realizadas en el siglo XX.
El fundador de este Imperio fue Hattusil I, que reinó desde 1650 hasta 1620 a. C. Los reyes hititas eran identificados como deidades y este Hattusil I era identificado como el dios Labarna. Durante su reinado consigue cohesionar los territorios colindantes y opta por una política de matrimonios. Es decir, casa a los príncipes con princesas de estos reinos conquistados.
Múrsil I, hijo de Hattusil I, continuó con la política expansionista de su padre, llegando hasta la costa siria (entonces reino de Aleppo), y conquistando la ciudad de Babilonia en 1595 a. C. El final de este reinado fue catastrófico ya que hubo un periodo de disturbios, tanto internos como externos, de unos cincuenta años. Influyó ante todo la pujanza del reino de Mitanni por el sur, que obligó a retroceder la expansión hitita.
Esta situación la intenta reconducir Telepinu, rey de finales del siglo XVI a. C. Lo más notable de su reino fue la instauración de un órgano llamado Pankus, tribunal supremo que tenía incluso el poder para condenar al rey. Además establecerá una ley de sucesión para disminuir las intrigas palaciegas desencadenadas por la poligamia de los reyes y príncipes.
El reino de Mitanni, fundado por hurritas, cobrará en este momento mucha importancia que hace retroceder a los hititas hacia Anatolia. Está considerado este momento como el fin del Imperio Antiguo hitita.
Los hititas se convertirán en una gran potencia durante el Imperio Nuevo que se inicia con Shuppiluliuma, en el trono desde 1370 a. C. Consigue consolidar la unidad del imperio que estaba resqiebrajada y para ello se apoya en la situación que encontró al inicio de su reinado. De esta situación destaca la figura del rey, que estaba cobrando mayor importancia debido a que, ahora más que nunca, se vincula con lo divino y con la creciente tendencia autocrática.
Este Shuppiluliuma invade Mitanni y llega hasta el rio Orantes. Aprovechando la decadencia de Egipto durante el reinado del faraón Amenofis IV (Akenaton), intentará ganarle territorios pero tras la muerte de Tutankamón, su viuda escribió a Shuppiluliuma rogándole un heredero hitita, ya que ella no había tenido descendencia. El rey hitita, que desconfiaba de su petición, acabó enviando a un príncipe pero este fue asesinado.
La pugna por los territorios entre el Éufrates y el Mar Mediterráneo por parte del Imperio egipcio y el Imperio hitita desembocará en la mítica batalla de Qadesh en 1295 a. C. El rey hitita se enfrentó a las tropas de Ramsés II. Este relato se conoce por documentos egipcios que otorgan la victoria a este Imperio pero la historiografía moderna no lo acepta como tal.
Batalla de Qadesh
Se dice que ambos imperios llegaron a un pacto de no-agresión debido a un enemigo común que estaba cobrando fuerza: los asirios. en 1284, el rey hitita firma la paz con Ramsés II y este se desposa con dos princesas hititas.
A partir de este momento el Imperio hitita entra en decadencia. Los asirios comienzan a realizar deportaciones masivas de la población, estimándose que la sufrieron unos 28 mil hititas. La llegada de los llamados pueblos del mar, entre los que se encuentran los filisteos, terminó de resquebrajar la unidad de este Imperio.