A veces llegas a un lugar por rebote. Vas dirigiéndote a otro, está cerrado, topas con pared, das vuelta y … voilà!: Ahí hay otro, parecido. Mi consejo: no hagas eso. Nunca.
Por andar rebotando llegué a un lugar por Valle Dorado, sobre Avenida Jinetes, que consiguió atraerme con su publicidad exterior: Gratinadys. El lugar resultó sui géneris en muchos aspectos.
Es un palomar en lo alto de un edificio de pocos pisos, no hecho, sino hechizo. Con ese término se identifica aquello que fue hecho a como se fue pudiendo, o sea, mal. Da la impresión de que no tenían
para dónde crecer y extenderse, y fueron acomodando las secciones de su restaurante a como Dios les dió a entender. El resultado: Unos “baños” sucios (más bien bañitos), colocados hasta arriba, pero hasta mero arriba, después de escaleras y escaleras, en un palomar, pues. Hechos al aventón, con las uniones entre los marcos de las puertas y las paredes, llenas de agujeros y sin rellenar (se ve de fuera para dentro y de dentro para fuera!), con un cesto de papeles maltrecho y descompuesto, con pedazos de papel rellenando salidas de tubos de las paredes, al ahí se va, como hace un buen mexicano, pues. Las fotos no dejan mentir.Pero el real problema con Gratinadys no son sus baños, es su comida. Además de mala, pretenciosa. El lugar te recibe con letreros tipo “Best Food Ever” y te presentan una carta con fotos atractivas con las cuales la
comida real, la que sirven, no tiene el menor parecido. Sus chilaquiles “gratinados” no son tales, apenas: bañados en queso. El sabor de la salsa, pálido, pálido. Su “panadería”, de ingredientes baratos. Su “arrachera”: pequeña porción de carne ablandada tipo arrachera, no real.Gratinadys forma parte de ese grupo de restaurantes que en Police Gourmet llamamos: Engañabobos. Atraen a la gente con llamativa publicidad, se ostentan como de gran comida, cuentan con algún decorado más o menos casual y algunos hasta con una vista al
exterior aceptable, y una carta que incluye fotos llamativas y platillos o bebidas de pretendida originalidad, pero de confección deficiente a base de ingredientes baratos y ofreciendo sólo un resultado vistoso, pero mediocre. Esto último, valga como reseña de lo que son sus batidos y shakes.Usan ese sistemita muy socorrido actualmente -para pretender darle mejor nivel a su establecimiento- de tener en la puerta una recepcionista más o menos bien arreglada (eso sí, muy presumida), con su libro para apuntar el nombre de los que van llegando y las supuestas reservaciones(!) Y ella te guía hasta un elevador pequeñito que apesta a desodorante barato. Apesta, es poco. Subes en agonía hasta el restaurante y sales de la caja del elevador, casi asfixiado y con la nariz arruinada.
Por las mañanas, atraen a la gente con paquetes de desayunos baratos, pero que no resultan tales cuando ves las porciones (pequeñísimas) y el tipo de productos e ingredientes (por ejemplo: su porción de fruta son unos cuantos pedacitos de papaya, pasada de madura y aguada). De ahí que su relación Precio = Alimentos = Servicio acabe siendo desproporcionada. Y en sus shakes, ni se diga.
Si puedes, evítalo.
Calificación de Police Gourmet (del 1 al 10): 3
NOTA.- Mi hija y yo tenemos criterios diferentes respecto a muchas cosas, de manera que no asumo responsabilidad alguna respecto a lo que ella escriba.
COMENTARIOS DE MI HIJA, LA MENOR (es adolescente):
Soy fan del queso desde pequeña, como todo tipo de quesos, pero hay quesos, que simplemente NO SON QUESOS! Son pedazos de plástico derretidos que de “gratinados” no tienen nada. Un ejemplo claro de ello es lo que Gratinadys trata de vender como tal. Si de mis consumos en su restaurante dependiera la carrera “gastronómica” de todos y cada uno de los que trabajan ahí (o de los dueños en sí), todos se morirían de hambre, o mejor dicho, YO sería la que se moriría de hambre antes de volver a siquiera considerar regresar a ese lugar. Ni qué decir de las porciones que manejan…!
Ya de por sí, para cualquier persona inteligente debería resultar claro que si el menú de los restaurantes tipo Gratinadys requiere fotos de platillos -que lo más seguro es que ninguno de sus “chefs” haya preparado ninguno de esos platillos fotografiados, nunca-, es que, lo que vas a comer en ese restaurante, está muy alejado de la posible realidad de esas fotografías.
La mesera pretendía ser “demasiado amable”, o más bien, creía que hablaba con un grupo de niños de kinder cuando nos explicaba o nos decía algo. Y hablando de niños,
Ésta es la shake que recibí, por el color, se nota que era pura leche con un espíritu de algo que ellos quisieron llamar chocolate!creo que cualquiera de los niños de hoy se presentaría más limpio a la escuela, que lo que ella se presentó -por lo menos aquel día- a su trabajo. Su ropa, extremadamente SUCIA!
Por otro lado, ordené una shake de chocolate, que de chocolate tenía lo que Steve Buscemi tiene de Brad Pitt. Para que se den una idea, se suponía sería como la que mi papá muestra en la fotografía de arriba, pero que, como los demás platillos, no tenía nada que ver… bueno, hasta una roca es más suave que el bombón que me dieron y que incluía como uno de los toppings!
Para definir Gratinadys: Es un lugar para señoras cuarentonas desocupadas que no tienen otra cosa que hacer en la mañana que ir con su grupo naco de amigas gritonas y relajientas (como las que estaban comiendo a unos metros de nosotros, y hacían más ruido que veinte cacatúas, o los adolescentes en el recreo), y que por otra parte se creen la divina garza… pero que no saben ni freír un huevo, por eso, van y comen en Gratinadys, felices! O sea, tienen mal el paladar!
Mi papá calificó con un “3” pero YO PERSONALMENTE, NO LE DOY NI “2”.
Y con orgullo digo, como buena española:
“SE PUEDEN IR, TODOS LOS DE GRATINADYS, UN POQUITO A… FREÍR ESPÁRRAGOS!!!”
A ver si aunque sea “esos sí” se los enseñaron a preparar bien…