La víctima, Grecia, (un país europeo que da envidia a los del Norte por su buen vivir y su buen clima además de su cultura milenaria) es abordada por un estafador con supuestas escasas facultades mentales (el tonto, el banquero, el prestamista de toda la vida, probablemente luterano o similar). El tonto lleva consigo un sobre lleno de billetes (de euros ¡claro!), a los que no da ninguna importancia, tratándolos como estampitas (¡dracmas!). Entonces entra en escena un segundo timador (el listo, el capitalista griego que participa en el negocio, traidores hay siempre), que convence a la víctima (el pueblo griego) para que juntos engañen al tonto ofreciéndole una pequeña cantidad de dinero por sus estampitas. Después de entregar el dinero, la víctima recibe el sobre, pero cuando lo abre, en lugar de encontrarse los billetes, encuentra recortes de papel (hipotecas basuras), ya que han hecho el cambiazo de forma imperceptible para la víctima (esto requiere de una cierta habilidad pero para eso están los gobiernos cómplices para ayudar al trilero). Para ese momento, los estafadores ya están demasiado lejos, y la víctima ha perdido su dinero. Entonces llegan los ajustes y te obligan a vender tu patrimonio para quedarte, como se suele decir, vulgarmente en pelotas. Colorín, colorado, este cuento se ha acabado. (Se buscan nuevas víctimas, España candidata).
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