Revista Opinión

Groenlandia y el problema de la lealtad al estado

Publicado el 07 octubre 2016 por Vigilis @vigilis
Uno de los temas más importantes de los últimos 200 años, con permiso de los griegos, es el de la lealtad al estado. Coloco en dos siglos el marco temporal porque creo que el problema de la lealtad comienza cuando el poder deja de venir de Dios. Si un rey es rey por la gracia de Dios y encima recibe el plácet papal, hay poca discusión sobre la lealtad que se le debe, pero si una camarilla de tipos asequibles son los que detentan el poder del estado, la lealtad hacia ellos es algo sorprendente.

Groenlandia y el problema de la lealtad al estado

Consejo de ministros del gobierno polaco en el exilio, Londres, 1940.

Normalmente cuando se habla del problema de la lealtad al estado se enfoca el asunto desde los ejemplos máximos: amenaza de penas, cuerpo policial, recolección y centralización de información, etc. Se dice que el problema de la lealtad tiene que ver con mecanismos de coacción en las dictaduras y con mecanismos de coerción en las democracias (por simplificar el asunto). Mucho se ha escrito y se seguirá escribiendo sobre cómo tiranías injustas imponen nuevas leyes o sobre cómo renqueantes sociedades dan el paso de la tiranía a la libertad tratando de evitar el derramamiento de sangre. Hay casos complicados como cuando la coacción viene impuesta desde el exterior (por una tercera potencia). O casos realmente lamentables como los surgidos tras los procesos de descolonización de la posguerra.
Sin embargo lo que ahora me interesa son los ejemplos mínimos porque creo que son más gráficos y aportan otra luz al problema de la lealtad al estado.
Lealtad al estado y existencia del estado

Groenlandia y el problema de la lealtad al estado

En las dictaduras de antes las herramientas de robustecimiento de la lealtad al estado eran más burdas que hoy.

No podemos confundir el problema de la lealtad con el problema de la existencia. El problema de la existencia trata de las condiciones que hacen posible al estado (al estado contemporáneo, hablo de mi época porque este asunto ha variado a lo largo del tiempo igual que ha variado la definición de estado: la Sumeria que sale del Neolítico tiene poco que ver con el Bremen del XVI). Por resumir la existencia del estado depende de dos factores:
  • Que estados concurrentes reconozcan al territorio como un espacio privado.
  • Que ese territorio sea defendido ante intentos de robo o anexión, con o sin ayuda.
La existencia del estado tiene mucho que ver con la existencia de una huerta. Primero: tus vecinos reconocen que esa huerta es tuya y segundo, si alguien pretende quitártela o mueve los mojones, tú respondes azada en mano. La existencia de los estados se puede ver como el reparto de la tierra que emerge sobre las aguas en nuestro planeta (siempre me acuerdo del problema de los estados acuáticos/flotantes o de los submarinos, pero esto lo dejamos para dentro de unos siglos). En puridad seis tipos subidos a una pick-up con escopetas de caza tienen todos los rudimentos para la creación de un estado. Si encima tienen amigos en el G7 probablemente puedan hacer efectivo un estado (no nos debe sorprender: la mitad de los países modernos se crearon más o menos así).
El problema de la lealtad es diferente al de la existencia. Para que haya lealtad primero debe existir el estado (parece de tontos pero esta bobadita no se suele entender y mucha gente muere). Da igual si el estado acaba de aparecer como una seta o existe desde hace miles de años: si es estado (y no territorio en disputa, territorio en proceso de descolonización, estado asociado, etc) ya existe una mínima lealtad, ya existe una mínima fidelidad a la legalidad debida a ese estado. El asunto de la legalidad aquí lo reduzco a la mínima expresión: con tener a un tipo que mande ya existe una norma o incluso sin que nadie mande: si hay un apego a la tradición ya hay una norma.
En el momento en que desaparece la lealtad el estado puede seguir existiendo como farsa (esto ocurre cuando una potencia ocupa a otra).
Ejemplo mínimo de lealtad al estado
Olvidémonos por un instante de la propaganda del que manda y de los métodos habituales de coacción o coerción que tanto las tiranías como las sociedades abiertas emplean para mantener viva la lealtad al estado. Olvidémonos de los ritos civiles de fanfarria y despliegue simbólico del estado: desfiles, competiciones deportivas, medios de comunicación, etc. Hay un ejemplo mínimo de lealtad que me gusta mucho porque no requirió nada de esto, tan solo la firma de un papel. Y ni siquiera una firma legal. Cositas.

Groenlandia y el problema de la lealtad al estado

Civiles reciben a soldados del Freikorps danés que regresan del frente oriental en el verano del 42.

La historia empieza la madrugada del 9 de abril de 1940 cuando unidades alemanas cruzan la frontera danesa. El plan alemán era proteger su retaguardia en las operaciones para la toma de Noruega. El reino de Dinamarca era una potencial neutral y los alemanes no tenían ningún problema con los daneses (al revés, tétricamente, tampoco tenían demasiado problema). Esta operación militar la justificaron los teutones diciendo que querían proteger a Dinamarca de una posible invasión anglofrancesa.
La pequeña nación danesa resistió durante dos horas. Y es muy curioso porque tanto la inteligencia danesa como sus servicios diplomáticos habían advertido al gobierno de la fecha de invasión con margen de tiempo. Como digo, el gobierno no opuso mucha resistencia y se rindió rápidamente. Después de la micro-operación militar Dinamarca siguió siendo un país neutral (los alemanes querían los refugios de costa, los aeródromos y parte de la endeble producción industrial danesa, aunque realmente para los asuntos políticos internos Dinamarca siguió siendo autónoma).

Groenlandia y el problema de la lealtad al estado

En cualquier escenario ucrónico sobre la Segunda Guerra Mundial la Unión Europea seguiría existiendo. Es más, seguiría existiendo igual de eco-friendly y animalista.

A los tres días los ingleses conquistan las Islas Faroe e Islandia (los ingleses en la primera mitad de la guerra invadieron muchos países y territorios neutrales). El caso de Groenlandia y sus más de dos millones de kilómetros cuadrados fue diferente.
Desde Newfounland y Canadá los aliados se dedicaron durante un año a interceptar las comunicaciones del territorio con la metrópolis sin llegar a invadir la isla porque los americanos impusieron la Doctrina Monroe. Durante un año el embajador danés en Wasngton DC, Kauffmann, estuvo culebreando entre las órdenes que le llegaban de Copenhague y la autonomía que le daba el hecho de que su país a miles de kilómetros estaba ocupado por una potencia extranjera. Esta situación de Kauffmann se repitió con numerosos diplomáticos de países ocupados repartidos por todo el mundo (muchas bonitas historias desconocidas).

Groenlandia y el problema de la lealtad al estado

Henrik Kauffmann

El caso es que Kauffmann llega a un entendimiento con los americanos para impedir la invasión británica. El ministro de exteriores estadounidense Cordell Hull (premio Nobel en 1945 por crear la ONU) le envía una carta el 7 de abril de 1941 al embajador danés:
(...) Although the Government of the United States fully recognizes the sovereignty of the Kingdom of Denmark over Greenland, it is un­happily clear that the Government in Denmark is not in a position to exercise sovereign power over Greenland so long as the present mili­tary occupation continues. (...)

La carta acompaña el borrador de un tratado de protección de Groenlandia entre Estados Unidos y Dinamarca. Pero EE.UU. no negocia con Dinamarca sino con Kauffmann, que responde a los dos días:
(...) I, therefore, shall accept and sign the agreement as proposed, acting on behalf of His Majesty, the King of Denmark, in His capacity of Sovereign over Greenland, whose authorities in Greenland have concurred herein. (...)

Es preciso notar que durante el año en que Groenlandia está "en tierra de nadie diplomática" bajo la amenaza de una invasión británica (y luego también germano-noruega) y sin que Copenhague ejerza el poder efectivo, los americanos se mueven rápido y llegan a ciertos acuerdos discretos con autoridades locales groenlandesas. En la práctica, entre abril de 1940 y abril de 1941 Groenlandia está "protegida" por el cuerpo civil de la Guardia Costera de Estados Unidos (no podía ser por su marina de guerra porque EEUU no estaba en guerra).

Groenlandia y el problema de la lealtad al estado

"Metaxas pide a los griegos que luchen hasta la muerte". ¡Ay Dinamarca! ¡Cuántas cositas! Y luego va uno al Museo Nacional de Dinamarca y todo lo que aparece de la Segunda Guerra Mundial es un relato fantástico sobre la numantina resistencia danesa. Ya.

Kauffmann firma el tratado el 10 de abril de 1941 con el gobierno americano "acting on behalf of His Majesty the King of Denmark in His capacity as sovereign of Greenland" ("actuando en nombre de Su Majesad el Rey de Dinamarca en Su calidad de soberano de Groenlandia"). Naturalmente, cuando el gobierno danés se entera lo acusan de traición y lo condenan a muerte pero ya da igual lo que diga Copenhague. Ese papel firmado entre un fulano y el gobierno americano es lo que cuenta.  Las autoridades groenlandesas recibirán psoteriormente órdenes de Dinamarca que simplemente van guardando en un cajón. Durante la duración de la guerra Groenlandia será territorio danés (ondeaban sus banderas, punto en el que se insistió) aliado de Estados Unidos.
Al acabar la guerra una de las primeras medidas del parlamento danés es cancelar la acusación de traición a Kauffmann y nombrarlo ministro sin cartera. Nótese que el gobierno danés que saluda el fin de la guerra fue salido de unas elecciones que tuvieron lugar durante la ocupación alemana (los mismos que condenan a Kauffmann a muerte son los que revocan la orden).
Sirva este como ejemplo mínimo de lealtad al estado: un diplomático que firma un tratado internacional en nombre del rey sin tener permiso ni del rey ni del parlamento. Y ese papel va a misa. Se trata de una usurpación totalmente ilegal que no hay forma de corregir. Un vacío si queréis.
La población groenlandesa compuesta por colonos daneses, refugiados noruegos y la minoría de nativos indígenas no se levantan ni plantean legítimamente que alguien está usurpando la soberanía de su territorio. Simplemente aceptan el nuevo orden de las cosas porque por un instante un funcionario en Washington se autonombró soberano de Dinamarca.

Groenlandia y el problema de la lealtad al estado

Una turba asalta la librería alemana de Copenhague, 5 de mayo de 1945.


Groenlandia y el problema de la lealtad al estado

Una turba quema documentos de la embajada alemana en Copenhague, 5 de mayo de 1945.

Después de la guerra Kauffmann será considerado un héroe nacional y volverán a nombrarlo embajador en Washington DC durante los acuerdos de establecimiento de bases aéreas en Groenlandia para detener la amenaza soviética. En 1963, mientras se trataba un cáncer incurable, su mujer le corta la garganta y lo mata antes de suicidarse ella misma, que es un detalle de la historia que no tiene nada que ver con Groenlandia pero que está ahí.
Significado
Lo que quiero decir con este ejemplo es que al final del día la lealtad (fidelidad a la legalidad) al estado vale tanto con campañas de servicio militar, enormes dazibaos en los campos de arroz y actuación de policía secreta sin escrúpulos como con la firma de un papel. Normalmente cuando se critica la coerción del aparato estatal se va a los ejemplos grandilocuentes, a las idas de olla de las dictaduras totalitarias y se dejan pasar por alto los efectos de los pequeños grupos de gente o incluso de los individuos, que son los normalmente responsables de los cambios en la historia pese a las protestas de los historiadores materialistas.
La pregunta de fondode este tema tiene que ver con los motivos que llevan a la gente a seguir a unos tipos y cumplir sus normas o a no hacerlo.

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