Revista Coaching

Guapas

Por Soniavaliente @soniavaliente_

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Ser mujer es muy pesao, de verdad. Tratando de hacerlo todo bien. Todo el tiempo. Y, además, sin despeinarse. Y siempre comparándose. Pero no con una mujer de su edad, de su barrio, no. Con una supermodelo o, si le apuran, con Demi Moore, que cómo está esa mujer a su edad. Precisamente, éste es el argumento que explota de un modo magistral la nueva campaña de un jabón. Mujeres que se autodescriben ante una dibujante de retratos. Después, un desconocido, objetivamente, describe a la misma mujer y el resultado es asombroso. Una misma mujer: dos retratos bien diferentes. Una buena iniciativa que demuestra que las mujeres son, somos, más guapas de lo que pensamos. Y que los demás nos ven por lo que somos, por quienes somos y no por quién nos gustaría ser o nos comparamos a diario.

El concepto corporal también es subjetivo. Recuerda una demostración semejante, en un reality, en el que a las concursantes se les instaba, en una fila de mujeres de diferentes tallas, a colocarse entre ellas. Y siempre erraban. Se atribuían una posición en la fila y unas dimensiones que no les correspondía. No sabe por qué nos empeñamos en fustigarnos y en sentirnos feas.

Guapas

Como muestra, un botón. Sale con una amiga en una de esas noches que le viene justo hasta subirse al tacón. Y sale plana y vaqueros. No les dice más. Y al poner un pie en el restaurante ya se está arrepintiendo. Todo glamour, mechas y pelos ondulados con tenacillas. Minivestidos, pechos voluminosos y cuerpos bronceados brillantes a base de aceite corporal. “Nena, creo que nos hemos arreglado demasiado poco. Aquí huele a dinero”, le espeta su amiga. Y así era. Mujeres jóvenes con hombres maduros. Barrocas y espectaculares. Valencia rancia y cool. En fin. Se ponen al día. Risas. Se beben una botella de vino. Más risas. Y se le cae el bolso.

Cuando llega a casa –después que el taxista le preguntara si tiene Badoo- comprueba que no lleva las llaves. Llama al restaurante y, al describir la mesa donde estaban sentadas, escucha cómo un camero le dice a otro: “Sé qué mesa es. Es la mesa de las guapas”. Las llaves no estaban. Pero le da igual.

 


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