En marzo de 1974, un pequeño grupo de campesinos excavó unos pozos en los campos cercanos a la ciudad de Xi’an, en la parte centro-norte de China. En vez de agua encontraron una extraordinario tesoro: una cámara subterránea que contenía un ejército de terracota.
Cuando los arqueólogos chinos comenzaron a excavar el yacimiento -el cual comenzó a ser conocido como Pozo 1- encontraron más de 6.000 figuras, en formación y listas para la batalla. Los soldados eran de un tamaño mayor al natural y cada uno de ellos tenía un rostro distinto, como si los hubieran modelado a partir de una persona real. Dos años después, en 1976, se reprodujo la emoción del descubrimiento al hallarse cerca dos pozos más pequeños. Ambos contenían más guerreros de arcilla con armas, caballos y carros.
Enigma del ejército escondido bajo tierra
La respuesta al enigma se encontraba en la colina de suaves laderas de unos 1.400 metros de diámetro que se encontraba a aproximadamente 1,6 kilómetros al oeste del Pozo 1. En realidad se trata de un túmulo funerario que esconde la tumba de Cheng, el rey del estado de Chi’an que gobernó China como Shihuangdi («Primer emperador») entre los años 221 y 210 a.C. Los especialistas creen que los soldados fueron enterrados en los pozos para proporcionar protección mágica o simbólica a la tumba del emperador. Puede que sea significativo que todos miren hacia el este, la dirección de la que procedían los enemigos del emperador cuando estaba vivo.
Los soldados de barro cocido parecen ser una réplica del ejército real de Shihuangdi, por lo que arrojan una fascinante luz sobre el modo en que estaban organizados los antiguos ejércitos chinos. En el Pozo 1, una cámara rectangular de 210 por 60 metros, la infantería está dispuesta en formación de batalla en 11 largas filas. Sus cuerpos están hechos de arcilla local. Parece que los artesanos utilizaron moldes para las formas básicas y luego esculpieron y pintaron los detalles concretos a mano. La cabeza y los brazos se hicieron por separado y fueron unidos después a los cuerpos.
El ejército chino
Los soldados están en formación de cuatro en fondo en cada una de las nueve columnas principales, y de dos en fondo en cada una de las columnas laterales. Aunque los pozos fueron saqueados en busca de armas por soldados enemigos en el año 206 a.C., se han conservado un número considerable de puntas de flecha, espadas afiladas como cuchillas, gatillos de ballestas y puñales de bronce, para mostrarnos la amplitud de las armas a disposición del ejército imperial. No obstante, los soldados no llevaban escudos o, exceptuando los oficiales, cascos. Esto sugiere que el ejército confiaba en la agresión y la rapidez. De hecho, los relatos históricos comparan la rapidez del ejército chino con la lentitud de sus enemigos, que se veían entorpecidos por una pesada armadura. Esta teoría se ve apoyada por los guerreros de arcilla, la mayoría de los cuales llevan ligeras cotas de malla, a base de pequeñas piezas de metal superpuestas. Las ballesteros y los arqueros vestían ropas todavía más ligeras, hechas de algodón, lo que les proporcionaría la libertad de movimiento necesaria para ponerse rápidamente en posición y maniobrar de forma más efectiva con sus armas.
Además de arqueros, el pozo demostró la presencia en el ejército de lanceros (cada uno de ellos con una amenazadora pica de 2 m de longitud) y seis carros arrastrados cada uno por cuatro caballos de arcilla. Dos de los carros llevaban tambores y campanas, que pueden haber sido tocados por los oficiales para dar órdenes a las tropas por encima del fragor de la batalla.
En el Pozo 2, que se encuentra sólo a 20 metros al norte del Pozo 1, se descubrieron otros 1.410 soldados, junto a caballos y carros. Aunque más pequeño, el Pozo 3 es muy importante, porque contiene la unidad de mando del ejército. Esto ha sido deducido a partir de la presencia de 68 guerreros con armadura, de tamaño mayor que el natural, que rodean a un carro vacío. Los arqueólogos creen que este selecto grupo de guardaespaldas protegía al comandante del ejército, subido al carro, cuya estatua no ha sobrevivido.
El primer emperador
Qin-shi-huang, primer emperador de ChinaFue con unos hombres feroces, móviles y disciplinados como éstos con los que Cheng derrotó a sus enemigos y se convirtió en el primer emperador de China. Había nacido en torno al año 258 a.C. y fue coronado rey de Ch’in en 246 a.C., a la edad de 12 años. Por esas fechas, los siete estados de China estaban luchando unos contra otros por la supremacía, pero tal y como sugieren los soldados de arcilla, Cheng utilizó sus masivas formaciones de infantería para aplastar a los demás estados. Cheng consiguió destruir a sus enemigos y en el año 221 a.C. había unificado China.
Práctico y enérgico, Cheng -ahora llamado Shihuangdi- no tardó en dejar su sello en el país y su gente. Gobernando desde la capital, Chanyang, fortaleció el papel del gobierno central. Mandó construir una red de canales y carreteras y creó una barrera defensiva de 4.800 kilómetros de longitud que llegó a conocerse como la Gran Muralla.
No obstante, mientras que el emperador podía ser progresista en ciertos campos, en otros era despiadado e intolerante. También era muy supersticioso y le tenía pavor a la idea de morir. Su miedo a la muerte le animó a comenzar a construir su tumba nada más convertirse en rey de Ch’in.
Finalmente, Shihuangdi murió de una enfermedad en el año 210 a.C. y, sólo cuatro años después, el imperio que había esperado que durara para siempre fue reemplazado por la dinastía Han. El primer emperador fue adecuadamente enterrado en una tumba junto a alguna de sus esposas y aquellos desgraciados artesanos que conocían sus secretos. Más de 22 siglos después, su tumba continúa intacta bajo la atenta mirada de sus guerreros de terracota, mientras sus secretos todavía aguardan a que alguien los saque a la luz.
Los tesoros de la tumba
Mientras que los soldados de terracota que guardan la tumba de Shihuangdi han sido contemplados por millones de turistas, el contenido de su tumba continua oculto a los ojos del mundo moderno. No obstante, a pesar de que todavía no ha sido excavada, es posible imaginar los tesoros que puede contener gracias a las obras del antiguo historiador chino Sima Chian (en torno a 145-90 a.C.)
Por la descripción que Chian hace de la tumba, ésta parece un lugar de maravilla. Bajo un cielo pintado de estrellas, Chian menciona la presencia de una gigantesca maqueta esculpida que representa un paisaje con sus palacios y torres, creado para representar las tierras del emperador. Los ríos y mares están formados por corrientes de mercurio. Las pruebas realizadas por científicos actuales han demostrado la presencia de grandes cantidades de mercurio en la zona de la tumba, respaldando la descripción de Chian.
A pesar de todo, cualquiera que intente penetrar en la tumba para ver estas maravillas hará bien en leer con detenimiento la descripción que hace Chian de sus defensas. Parece que la tumba está protegida por un elaborado sistema de trampas, con ballestas cargadas listas para disparar, colocadas en las entradas.