Revista Cocina

Guía de cata de vinos para principiantes

Por Merelo @gastronomiayuna

Guía de cata de vinos para principiantes
Este manual es para curiosos y principiantes. En nuestra blog tenemos una pequeña sección con catas que en las que hemos participado.
¿Qué es catar? Catar un vino es someter a juicio nuestros sentidos para valorarlo, apreciarlo y disfrutar con él. La cata es utilizada por el profesional para saber el origen del vino, apreciar el valor comercial, la influencia de prácticas culturales o ensayos experimentales, para hacer seguimiento de su evolución...La cata es utilizada por el consumidor para conocer mejor lo que está bebiendo y disfrutar más del vino.
Pasos a seguir: En general, todas las personas tienen capacidad para catar. Nadie nace sabiendo hacerlo, aunque es necesario entrenar, afinar los sentidos y aprender una sencilla técnica. El catador debe estar relajado, tranquilo y concentrado. El mejor horario para catar es por la mañana (una o dos horas antes de la comida) o por la tarde una vez realizada la digestión. Es mejor catar con un poco de hambre.
Una cata para principiantes no debe superar la hora y media de duración y el número de muestras catadas debe ser entre 8 y 10. En la sala de cata se debe evitar un nivel alto de ruidos de fondo para que el catador se concentre. La temperatura del ambiente debe de ser cercana a los 20 ºC.
 No es conveniente que baje de 18 ºC ni que supere los 22 ºC por la posible alteración de la temperatura del vino. En la iluminación son adecuadas las velas, lámparas de filamento y halógenas.
 No sirven los fluorescentes. Humedad relativa del aire: entre el 60 y 70%.
 El color de la sala de cata tiene influencia sobre nuestras percepciones y pueden influir en el resultado final. Hay colores que potencian ciertas características de los vinos. Rojo. Potencia los sabores azucarados.
Beneficia a los tintos muy tánicos y perjudica al tinto elaborado con garnacha.
 Verde. Da mayor impresión de acidez. Beneficia a los vinos blancos, menos a los que tienen mayor grado alcohólico, que salen perjudicados. Azul. Estimula la percepción de sabores amargos. Salen beneficiados los vinos rosados y los dulces y, por contra, perjudica a los cavas y los tintos. Amarillo. Estimula lo salado. En general, beneficia a los vinos blancos y perjudica a los tintos. Los vinos se ordenan de los más ligeros a los más duros, de los más débiles a los más alcohólicos, de los más secos a los más dulces. En general se prueban primero los blancos y después los tintos, primero los jóvenes y después los viejos. Si hay algún vino dulce, se dejará para el final. Sólo se pueden comer alimentos neutros: pan, colines, galletas no saladas… Es el elemento más importante que utiliza el catador.
 Debe ser de cristal fino, incoloro, transparente y liso. La copa se cogerá solamente por el pie para no calentar el vino y no dejar huellas que enturbien la visión del vino. El catador deberá degustar muchos vinos diferente ya que le permite al catador enriquecerse tanto en el vocabulario como sensorialmente.
 El catador debe establecer un método que habrá de seguir en todas las catas, es aconsejable la ayuda de un experto catador para poder fijarse en los pasos en q sigue una cata. Es aconsejable poner en practica la denominada “cata a ciegas” muy utilizada por expertos catadores de vinos ya que esta práctica permite percibir las sensaciones sensoriales de cada vino sin la influencia de la etiqueta de la botella. Los pasos mencionados anteriormente es lo que ese denomina la cata.
Catar un vino no es una tarea difícil, al contrario, catar un vino está al alcance de todo el mundo ya que todos tenemos las capacidades de percibir aromas y sabores. Solo hay que poner un poco de voluntad para llevar a cobo una buena cata. Hay que añadir que un buen método a seguir para hacer una buena cata bebe ser muy esquematizado, claro, analítico y profundo. Si se obtienen estos pasos entonces obtendremos un autentico conocimiento del vino.
Recordemos que la práctica de la cata es un ejercicio subjetivo, se puede deducir que cuanto más estricto sea este procedimiento menos subjetiva será la cata.
 Fases e instrumentos para la cata
La vista Las informaciones visuales, hoy día, parecen predominar sobre las olfativas y gustativas. Es el primer sentido implicado en la cata. Las sensaciones visuales se refieren fundamentalmente a la limpidez o transparencia y al color o matiz. Además la apariencia externa del vino nos da otros tipos de información: fluidez, movilidad, desprendimiento de gas carbónico, así como fenómenos de capilaridad sobre las paredes de la copa, según el contenido de alcohol.
El color: la propiedad sensorial más importante asociada con el sentido de la vista, para un catador, es el color. Al examinar el color de un producto, deberemos tener en cuenta que estará definido por tres características:
 1º) El Tono: lo determina el valor exacto de su longitud de onda. Unos cuantos nanómetros de diferencia significan mezclarse con otro color y dar un tono diferente.
2º) La Intensidad: depende de la concentración de las sustancias colorantes del producto.
 3º) El Brillo: depende de la cantidad de luz reflejada por la superficie del producto, en comparación con la que incide sobre él. En análisis sensorial hay que describir el color y sus matices, y nos apoyamos en referencias a frutas (rosa frambuesa), a minerales (naranja cobrizo), a animales (rojo leonado), etc... Es interesante tener en cuenta en el análisis sensorial la interacción del COLOR/GUSTO ó del COLOR/OLOR.
 El color amarillo incrementa los umbrales de percepción para lo dulce, ácido y amargo. El color rojo lo incrementa para ácidos y amargos, y lo disminuye para el dulce: cuanto más rojo es el alimento, más intensamente dulce lo percibimos. En las muestras sin color, disoluciones en agua por ejemplo, se hace más difícil el reconocimiento y la identificación del sabor. En cuanto a las interacciones con el olor, las experiencias realizadas apuntan a que las muestras sin color se perciben también como menos olorosas. En las coloreadas se perciben los olores con más intensidad, se valora más su calidad y se identifican más rápido. La conclusión a la que esto nos lleva es que la vista anticipa las sensaciones olfativas y gustativas y es básica para la aceptación de los alimentos. La intensidad de color del vino guarda relación con su estructura y el matiz indica el grado de su evolución, es decir, su edad.
El olfato La percepción del olor está determinada por muchos factores.
El olor
Un olor, aunque no sepamos describirlo con precisión, es capaz de hacernos evocar sucesos del pasado, que creíamos olvidados por completo, con sus correspondientes estados de ánimo. Esa carga emocional que poseen los olores es debida a las conexiones del olfato con el hemisferio cerebral derecho. Por ese mismo motivo, nuestra capacidad de ponerle un nombre a los olores que percibimos es muy limitada. Es posible avivar las sensaciones olfativas aumentando el volumen de respiración y realizando cortas y frecuentes respiraciones nasales sucesivas.
 La sensibilidad del olfato es diez mil veces mayor que la del gusto. El entrenamiento confiere a los catadores la capacidad de catalogar varios centenares de olores diferentes. El vino contiene numerosas sustancias volátiles capaces de evaporarse, abandonar su superficie en el vaso o en la boca y a continuación provocar sensaciones olfativas.
 El olor depende de la variedad de uva, del origen, de su edad, de su estado de conservación... Tipos de aromas:
Primarios: Son los olores naturales del vino, originarios de la uva, que se diferencian entre sí por la variedad de la vid. Son aromas sutiles y ligeros.
Secundarios: Son los producidos en la fermentación y que se perciben por vía retronasal. Son aromas algo más grasos y persistentes.
Terciarios: Son los que se desarrollan en el proceso de maduración y crianza en barrica y en botella. Con el tiempo mantiene los olores de madera y balsámicos. Así mismo los olores del vino se pueden agrupar en varias series: animal, balsámicos, de madera, químicos de farmacia, especias, esteres, minerales, florales, afrutados y vegetales. Animal: Los olores de animales los identificamos con el que desprenden algunas carnes y sobre todo la caza. Balsámicos: Nos recuerdan a vainilla, regaliz, pino, menta... Madera: Nos llegan de los taninos o del roble de las barricas de conservación o crianza. Químicos: Los químicos nos lo recuerdan los diferentes ácidos; unos procedentes de las uvas, como el tartárico, málico y cítrico; otros más consistentes procedentes de las fermentaciones como el láctico y acético y el anhídrido sulfuroso, aditivo antioxidante y regulador.
Farmacia: Nos recuerdan el alcanfor, el moho, los huevos podridos o desinfectante. Especias: Nos recuerdan el olor a canela, clavo y otros.
Esteres: Estos vienen producidos por los alcoholes de la fermentación. Minerales: Nos recuerdan el olor a la tierra, fango, etc. Florales: De flores tales como la rosa, jazmín, lavanda, jacinto... Afrutados: De frutas, tales como el plátano, la grosella, la fresa, el melón, melocotón, en definitiva, una amplia gama de aromas de fruta que encontramos en la naturaleza. Vegetales: En este grupo se incluyen los olores de hierbas, como el heno, la paja, hinojo.
El sabor Para cada sabor existen receptores situados en zonas diferentes de la lengua. La sensibilidad al dulce es mayor en la punta y bordes anteriores, lo ácido está restringido a los bordes, lo amargo en el dorso posterior en la denominada “v” lingual. La sensibilidad a lo salado se da en una zona muy extensa. Tener “buen gusto” no significa solo analizar bien los alimentos, implica también ser capaz de descubrir, de elegir, conforme a unas normas socialmente reconocidas y valoradas. El sentido del gusto es un sentido que no se basta a sí mismo.
 La sensación es más compleja en este caso porque el sabor es la suma de olor, aroma y gusto y está influido por el color y la textura, e incluso hasta por el dolor que se ocasiona en los terminales del trigémino, como en el caso de los alimentos picantes. En cuanto al sabor hay varios factores que lo modifican: La temperatura: las bajas temperaturas agudizan las sensaciones ácidas y las inferiores a 0ºC hacen desaparecer las dulces y amargas. Esto exige que siempre deban establecerse las condiciones físicas en que se realicen las pruebas de cata. La saliva: actúa rebajando la acidez que causan en la boca, o sea, restableciendo el pH bucal.
 El flavor El retorno de los compuestos volátiles presentes en la boca, por vía nasofaringea retronasal, produce simultáneamente una reacción olfativa. Este proceso ha originado una confusión constante –e inconsciente- entre las percepciones olfativas y gustativas.
El tacto
Las sensaciones táctiles en boca influyen la sensibilidad táctil superficial y profunda, el dolor y la temperatura La textura La textura de los líquidos se
refiere a su viscosidad, que es la propiedad relativa a la resistencia al flujo, a la fuerza que se requiere para pasar por la boca. Podemos clasificarlos en: fluidos (agua, vino), espesos (chocolate a la taza) y viscosos (miel, leche condensada). En el caso de la cata del vino, las sensaciones propiamente táctiles que se producen son las debidas a su temperatura.
Llegamos a la tercera fase de la cata: entrada del vino en la boca. Ya hemos dicho en la fase olfativa que, por vía retronasal, se unen sensaciones olfativas y gustativas. Con el sentido del gusto sólo detectamos los sabores más elementales: dulce, ácido, amargo y salado, a través de la lengua y sus papilas. En la masa muscular, lo frío y lo caliente.
 El paso del vino por la boca se produce en tres fases: Ataque: Es la primera sensación que percibimos a la entrada de la boca. Evolución: Son las sensaciones siguientes, cuando el vino ya está en el interior de la boca. Postgusto o retrogusto: Es el recuerdo que nos deja el vino una vez ingerido, interviniendo la nariz, a través de la vía retronasal. Cada una de estas fases está relacionada con la disposición de las papilas en la lengua: En la punta de la lengua se capta lo dulce de los azúcares, alcohol y glicerina del vino. En los laterales y la base, los ácidos, aportados por la uva y provocados por los fermentos. En los bordes, lo salado, aportado por las sales minerales que, en el vino apenas son apreciables. Lo amargo, se aprecia en la zona central y más interior y lo aportan los polifenoles del vino y esencialmente los taninos, dando sensaciones de dureza y astringencia.
El paso del vino por la boca se desarrolla de la siguiente manera: 1º La primera impresión es la vinosidad y las sensaciones dulzonas, melosas. De inmediato aparecen nuevos sabores. Es la evolución de sabores que la lengua, al agitar el vino contra el paladar, va detectando. Hay vinos que tiene una primera impresión en boca muy agradable, que varía inmediatamente en una sensación de frescura ácida. Si esta evolución es muy rápida, se dice que son cortos, porque no dejan sabor. 2º La segunda impresión se recoge en el paso del vino por la boca, donde apreciamos la acidez, lo salado, la astringencia, esta última es una sensación muy peculiar que dan los taninos. Los hay nobles y sabrosos que corresponden a uvas maduras de calidad, con poca madera y gran evolución en botella. Los hay también amargos, producto de alguna variedad de uva. Otros son ácidos y puntiagudos. 3º La tercera sensación notará si un vino es o no amargo. A través del retrogusto apreciaremos en los buenos vinos tintos un suave sabor amargo y una discreta astringencia. En definitiva, un buen vino es aquel en el que no sobresale ningún sabor específico, sino que está equilibrado en su conjunto, dejando un paladar aromático y sabor agradable y prolongado. Procedimiento de Cata El vino se coloca en una copa de forma y capacidad determinada, y a una cierta temperatura; se observa y se huele primero con la copa parada y después agitándolo; luego se lleva a la boca y en ella se prolongará más o menos su contacto con las diferentes partes de la lengua, para proceder después a su expulsión, y observar como las sensaciones van desvaneciéndose lentamente. Muy pocas sustancias volátiles del vino abandonan su superficie en reposo y su difusión en el aire es lenta, de ahí la importancia de agitar la copa para poder percibir los aromas. El catador ha de retener el vino y aspirarlo suavemente con la boca abierta, los labios hacia delante y el borde de la copa apoyado sobre el labio inferior. Esta toma de vino se acompaña de una primera inspiración, por boca abierta, de los vapores olorosos que intervienen en las primeras impresiones iniciales del ataque. Una vez efectuada la toma de vino, se cierran los labios y se mantiene el vino en la parte anterior de la boca. Es en esa parte donde se efectúa una fase de la cata, pero el vino penetra en el resto de la boca y se toma deprisa el primer trago.
Antes de catar otro vino es importante esperar un poco para apreciar la persistencia y dejar que desaparezca toda sensación. Sólo en caso de fatiga el catador debe enjuagar la boca con agua. Vocabulario Abocado: Vino con tendencia hacia lo dulce. Acabado: Vino bien terminado, equilibrado, con un gusto final concreto y distinguido. Acerbo: Sensación de acidez, dureza, aspereza, entre picante y acre, que puede -o no- aminorarse con el envejecimiento. Acético: Olor a vinagre, propio de un vino atacado por fermentos dañinos. Acidez: los ácidos naturales de la uva le conceden al vino sano vivacidad y frescura, contribuyendo a la formación de su bouquet. La falta de acidez produce vinos flojos y débiles. Su exceso provoca efectos ásperos y picantes en la lengua. No confundir esa necesaria acidez con lo ácido, defecto producido por uvas inmaduras o de dudosa calidad. Acídulo: áspero y picante. Acritud: desagradable aspereza por exceso de acidez. Afable: suave, armonioso, grato. Afrutado: aroma en el que se destacan las características de la uva madura que generalmente aparece en los vinos frescos. Agridulce: sabor defectuoso de un vino que se ha elaborado descuidando la temperatura. Aguado: débil, flojo, falto de cualidades. Aguja (vino de): tipo de vino que, sin llegar a ser efervescente, pica en el paladar y la lengua. Ahumado: sutileza en el aroma y el sabor que recuerda precisamente al humo y que es notoriamente más suave que el de los alimentos ahumados. Es propio de algunas uvas blancas. Alegre: vino de gran vivacidad y tersura. Alma: carácter, personalidad de un vino. Almendras amargas: olor desagradable que señala un defecto.
Alterado: que no ofrece las características de un vino normal a causa de accidentes o enfermedades. Amargo, amargor: sensación gustativa desagradable en un vino que señala defectos. Sólo es aceptable en ciertos vinos que se usan como aperitivo o en el vermut. Amianto: residuos poco agradables que pueden dejar las placas de filtrado, produciendo vinos apagados y alcalinos. Amistoso: vino amable, fácil de tomar, complaciente. Amplio: vino armonioso y equilibrado, con sabor persistente y cualidades sobresalientes Añada: año de cosecha (ver Vintage). Apagado: opaco, insípido, falto de acidez. En el caso de los espumantes, señala la pérdida de burbujas. Armónico: vino equilibrado, que produce sensaciones gratas Aromas: conjunto de sensaciones olfativas. Se habla de aromas primarios, que son los derivados de la uva con que está elaborado un vino; aromas secundarios, que obtiene durante su elaboración y de aromas terciarios, que desarrolla durante su crianza. Aromático: vino fragante, rico en aromas y gustos, donde resaltan los aromas primarios. Áspero: vino que, por contener demasiado tanino, produce esa sensación táctil en boca. Astringente: sensación seca que no debe confundirse con lo amargo. Se percibe fundamentalmente en las encías (produciendo la impresión que se contraen las mucosas). Ataque: primera impresión que causa el vino en la boca. Aterciopelado: vino sedoso, suave, meloso, que acaricia el paladar. Austero: tosco y severo, sin complejidades. Avinagrado: acético, echado a perder, desechable a causa de una infección. Azufrado: olor volcánico, caliente y picante. En algunos vinos jóvenes puede ser inofensivo y desvanecerse en contacto con el aire.
Azúcar: glucosa y fructuosa que posee naturalmente la uva cuya gran parte se transforma en alcohol durante la fermentación. Al resto que queda, se le llama azúcar residual, presente en todos los vinos, aún los secos. Balsámico: generalmente un defecto que aparece en ciertos blancos que han retenido demasiado sabor de maderas. Basto: vino tosco, áspero, de baja calidad. Blando: vino endeble, sin personalidad, falto de carácter. Bouquet: en realidad, sintetiza el conjunto de aromas terciarios obtenidos por el vino durante su crianza, aunque generalmente se aplique el término para designar el agradable y característico aroma de un vino. Breve: vino cuyo sabor se diluye rápidamente, sin dejar sensaciones posteriores. Brioso: lleno de vitalidad, vigor y frescura. Brillante: impresión visual que produce un vino de perfecta limpidez, con reflejos cristalinos. Brut: champagne o vino espumoso seco (menos de 15 gramos de azúcar por litro). El extra-brut es aún más seco (menos de 6 gramos). El nature, no tiene agregado de azúcar en su licor de expedición. Carácter: vino que posee características propias y distintivas en su categoría. Característico: que refleja el estilo y el carácter de su uva, de su lugar de origen y hasta de la añada. Carnoso: vino denso, espeso, que llena bien la boca, menos alcohólico que un vino de mucho cuerpo. Casta (o de raza): vino noble, que resalta los valores de la uva con que está elaborado. Cocido: olor poco definido, que oculta la fruta y denota falta de frescura. Complejo: conjunción armónica y equilibrada de distintos aromas y sabores. Corcho (olor a): defecto de un vino al que se le ha contagiado olor del corcho en malas condiciones y suele confundirse con olor a moho. Los franceses utilizan el término bouchonée para describirlo. Corpulento: vino masculino y rico en alcohol y vigor.
Corto: que queda muy poco tiempo en el paladar. No necesariamente de mala calidad. Coupage (o vino de corte): una mezcla de distintos vinos o cepajes. Cremoso: suave, rico en sabor y textura. Cubierto: tinto oscuro y poco transparente Cuerpo: peso y volumen del vino en la boca, muchas veces relacionado con su contenido alcohólico. Medio cuerpo: ni ligero ni denso. Débil: vino poco definido, pobre en fruta, alcohol o carácter. Delicado: vino poco robusto, pero agradable. Decrépito: vino en el fin de su vida útil, que se ha arruinado o perdido sus virtudes con la edad. Dejo: matiz o nota de un descriptor aromático en el aroma o el sabor de un vino. Delgado: vino de poco sabor y acidez elevada. Delicado: atractivo y equilibrio en un vino ligero. Denso: más que corpulento, con mucho alcohol y extractos, color intenso y mucho cuerpo. Denominación de Origen (D.O.): Indica el lugar de origen de un vino, garantizado por una organización cuyo objetivo es proteger las características de la producción de la zona. Existe también el término Denominación de Origen Controlada (D.O.C). Desabrido: vino sombrío, apagado, insípido. Descarnado: vino pobre el alcohol y extracto seco. Desequilibrado: vino mal constituido, que no ha logrado armonía por exceso o falta de alguno de sus componentes. Despojado: de sabor reducido, generalmente por excesos en su proceso de clarificación. Desvaído: vino de poca consistencia en el paladar, que ha perdido sus atributos. En muchos casos se debe a una indeseable oxidación. Distinguido (o elegante): que tiene refinada calidad, rasgos de nobleza y pureza, con notable armonía.
Duro: con exceso de tanino o de acidez. Con el tiempo puede desaparecer. Empalagoso: vino pesado, excesivamente dulce, sin la conveniente acidez. Enérgico: de carácter marcado, incisivo. Encabezado: vino al que se le ha agregado alcohol para detener su fermentación y elevar su tenor alcohólico. Enmohecido: olor desagradable que generalmente produce la oxidación. Suele confundirse con el olor a corcho. Equilibrio: la armonía entre todos los componentes del vino. Conjunción armónica entre acidez, dulzura, taninos y alcohol. Especiado: aroma y sabor a especias, sensaciones condimentadas. Espumante (o espumoso): vino efervescente, que ha obtenido burbujas en una segunda fermentación -espontánea o inducida-, como el Champagne. En los vinos gasificados, la efervescencia se logra por inyección de gas carbónico. Estructura: tiene que ver con la armonía que se logra entre los taninos, el ácido, el alcohol y el azúcar. Se puede hablar de estructura fuerte o débil. Extracto: sólidos solubles de un vino que determinan sus características de color, aroma y sabor. Fácil: vino suave, de textura fácil, sin aristas sobresalientes. Fatigado: recién trasegado o filtrado. Presenta aromas y gustos confusos, debilitados. Femenino: no quiere decir débil, sino que tiene delicadeza, elegancia, seducción. Fermentación: transformación del azúcar de la uva en alcohol etílico y gas carbónico por medio de las levaduras. Fermentación maloláctica: proceso mediante el cual el ácido málico se convierte en ácido láctico, suavizando al vino. Fino: de calidad superior. En el caso de los vinos de Jerez, es el de mayor distinción, el que no tiene mezclas ni es endulzado. Firme: con buenos taninos y/o acidez, con gusto incisivo. Flexible: fácil de apreciar, con una combinación acertada de virtudes. Suave, complaciente.
Flojo: débil, endeble. Puede tratarse de un vino pobre o de un defecto de decrepitud.
Floral, florido, fragante: con aroma a flores. Puede ser de flores en general o de flores de viña en particular, que es positivo y ampuloso. Fresco: vino joven que conserva la vitalidad y acidez. Frutal, frutado o afrutado: es un vino que conserva el perfume de la uva madura y fresca que no se ha transformado durante la fermentación. También se aplica al hallazgo de otras frutas. Garra: firmeza y potencial de desarrollo. Generoso: vino especial criado en ciertas regiones, como el Marsala y el Oporto. Rico en alcohol y azúcar. Goloso: vino con elevados azúcares residuales. Graso: vino que llena la boca, untuoso y suave, con cuerpo y alto contenido en glicerina. Gris: vino rosado de color muy tenue, afrutado, firme, fresco. Herbáceo: con aromas y sabores vegetales. Su exceso es no deseable porque se relaciona con vinos jóvenes toscos o elaborados descuidadamente. Incisivo: con exceso de acidez. Indeciso: que todavía no se ha desarrollado y puede llegar a más. Insípido, soso: sin sabor y con muy poca acidez. Insulso: sin valores distintivos, que no tiene casi nada para ofrecer. Intenso: opuesto a superficial. Indica riqueza y puede aplicarse al color, al bouquet o al sabor. Joven: fresco, con la acidez de la juventud. Lágrimas (o piernas): huellas que marcan los glóbulos que descienden por las paredes internas de la copa después de agitar el vino. Pueden ser indicios de un vino generoso. Lágrimas gruesas y bien definidas revelan alto grado alcohólico, glicerina y sólidos disueltos. Largo: que deja una huella que perdura en la boca. Característica positiva. Levadura: olor de los fermentos. Aparece en los vinos con fermentación secundaria. Se busca en los champagnes. Ligero: de bajo tenor alcohólico y poco cuerpo.
Límpido: transparente Limpio: ausencia de olores extraños o desagradables. Linaje: cualidades nacidas de la combinación de clima, suelo, cepas y técnicas de producción excelentes. Madera: olor distintivo y deseable derivado de la correcta crianza en barricas de madera (las mejores son de roble). Puede, sin embargo, ser negativo por exceso de contacto entre el vino y el recipiente. Maderizado: vino oxidado que recuerda poco agradablemente a la madera. Olor denso, gusto apagado y color oscuro en un vino blanco. Maduro: vino en su plenitud de madurez, antes de empezar su decadencia. Con uvas maduras se obtienen vinos ricos en color, dulzor y riquezas naturales. Magro: aguado, pobre, falto de cuerpo. Málico (ácido málico): fresco aroma a manzanas crudas que puede encontrarse en ciertos vinos jóvenes. Es propio de algunas variedades de uvas blancas. Masculino, varonil: vino con mucho cuerpo, incisivo, hasta agresivo. Meloso: suave, agradable, sin aristas ni estridencias. Metálico: vino defectuoso por indeseable contacto con elementos de metal. Miel: fragancia característica de ciertos vinos dulces y maduros que puede originarse en las propias uvas o en un prolongado añejamiento en botella. Millésime: palabra francesa para distinguir a un vino elaborado en un año de cosecha excepcional, que se declara. Se utiliza fundamentalmente en los champagnes. Moho: sabor indeseable debido a defectos de las uvas o al mal estacionamiento. Mordaz: elevada acidez y altos taninos que hablan de un buen vino joven. Puede suavizarse con el tiempo. Nervioso: vino de cuerpo, con taninos altos, pero todavía inmaduro. Es cualidad positiva que indica que puede crecer y, al aquietarse, convertirse en un gran vino. Neutro: sin carácter definido. Suele ser el resultado de varios vinos mezclados que se
anulan mutuamente.
Noble: de buena talla y linaje, con gran elegancia. También suele aplicarse para describir a vinos más o menos comunes o económicos que tienen dignidad. Opaco: a la vista, sin brillo. En nariz y boca, débil, falto de interés. Oxidado: gusto apagado y desagradable en un vino -por diversos motivoscon excesivo contacto con el aire. Pasado: enfermo, en malas condiciones. Puede sucederle a los vinos con exceso de crianza. Pasificado: olor cálido que revela una elaboración a partir de uvas con exceso de sol y poco riego. Pastoso: rico en extracto seco o en glicerina. Pedernal: nota aromática que recuerda al de las chispas del pedernal o la yesca que aparece en ciertos vinos blancos junto con el ahumado. Peleón: término usado por los españoles para designar a un vino común, vulgar, de mala calidad. Penetrante: poderoso, de aromas potentes. Perfume: agradable cualidad aromática que muchas veces evoca a flores. Persistencia: conjunto de sensaciones que se mantienen y que es posible medir. Pesado: vino desequilibrado, con exceso de alcohol y taninos. Petillant: término francés que designa a los vinos con muy ligeras burbujas. Ver Vinos de Aguja. Picado: con exceso de ácido acético, avinagrado. Picante: vinos blancos o tintos jóvenes con acidez fresca y atractiva. Piel de cebolla (pelure d'oignon para los franceses): se usa para describir un color algo anaranjado, rojizo, que adquieren algunos tintos con la edad. Plano: sin atributos, carente de acidez y fruta. Pobre: que carece de carácter o calidad, aunque no necesariamente sea malo o inaceptable. Poderoso: muy corpulento
Posgusto o retrogusto: sensaciones que permanecen en la garganta y las fosas nasales después de haber tragado el vino. Pueden ser negativas si el vino no es bueno y, de modo positivo, señalar a un gran vino que deja un largo y grato recuerdo. Positivo: señalado y apreciable. Precoz: que ha madurado pronto para su edad o añada. Profundo: vino que parece tener capas subterráneas de sabor. Pungencia: sensación que provoca en desprendimiento de anhídrido carbónico. la lengua el impacto del
Rancio (olor a): impacto olfativo desagradable que puede ser producido por malos corchos y que puede desvanecerse en minutos. No sucede lo mismo cuando el vino está afectado por el contacto con uvas en malas condiciones. Hay quienes sostienen que, en algunos vinos, se trata de una especie de maderización que puede llegar a exaltar cualidades. Raza: otra palabra para referirse al linaje, a la casta de un vino. Recio: fuerte, masculino, con abundante alcohol y alto tánico. Redondo: bien equilibrado, maduro, armónico, agradable al paladar, sin aristas. Refinado: gracioso, delicado, distinguido. Refrescante: con agradable acidez que calma la sed. Rico: de sabores intensos y generosos producidos por el conjunto de fruta, sabor, alcohol y extracto. Rígido: algo severo, tal vez inmaduro, que no deja percibir sus aromas y sabores. Roble: importante factor en la elaboración de vinos finos y complejos. Las barricas de madera de roble retienen asperezas y confieren aromas y sabores positivos cuando son moderados e indeseables cuando su presencia agresiva tapa al vino. Robusto: un buen vino que llena la boca, consistente, con vigor, de cuerpo, redondo. Sabroso: cualidad de ciertos blancos jóvenes frescos, vigorosos y vivaces. Sano: es la primera condición que tiene que tener un vino. Su sanidad se revela en un aspecto transparente, en olores y sabores limpios, sin defectos.
Savia: un vino con savia está en su plenitud y tiene sabor y aromas pronunciados, vivaces. Sazonado: rico, especiado. Seco: que no es dulce, sin azúcares residuales. Sedoso: que tiene textura firme, pero suave al paladar. Se encuentra en los buenos vinos de postre. Semi-dulce: que contiene abundante azúcar natural, pero no llega a vino de postre (aunque no combina con comidas). Semi-seco: con algo de azúcar residual, pero lo bastante seco como para aperitivo o acompañante de ciertas comidas. Sensual: opulencia de sabor y textura, que impacta los sentidos. Severo: duro, inflexible, quizás inmaduro. Suave: sedoso y aterciopelado, meloso, de tacto agradable. Armonía de taninos y acidez. Superficial: que no es intenso ni profundo. Sutil: cualidades veladas, complejidad no manifiesta. Tánico: designa, por lo general, a un vino duro y astringente. Taninos: sustancias preservantes que se extraen de los hollejos y las pepitas de la uva. Influyen en el color, la textura y parte del sabor del vino. Terruño (terroir en francés) es el término y concepto que designa al todo ecológico que se integra y conjuga en el suelo, el clima y las características propias de un terreno donde se cultivan viñas. Tostada: pan tostado. Agradables aromas que suelen detentar grandes blancos y champagnes. Tranquilo: ni de aguja ni espumante. Se emplea para designar a los vinos base para la elaboración de espumosos. Vainilla: distintiva sustancia aromática tánica generalmente conferida al vino por la madera. Varietal: vino elaborado a partir de uvas con un mismo cepaje. Puede ser varietal 100%. De acuerdo a lo permitido por reglas legales, para poder ser
llamado varietal, debe tener un predominio de hasta el 75% de una sola cepa. Velado: con poca limpidez o transparencia. Verde: vino aún inmaduro, elaborado con uvas inmaduras. Viejo: con excesiva madurez, falto de frescura. Vigoroso: vino joven, de sabor positivo, sano y vital. Vinoso: que tiene aroma y sabor naturales del vino. Es positivo y agradable, tiene carácter firme y cualidades intensas. Vintage: categoría de vinos de Oporto producidos en años con cosechas excepcionales. En la Champagne, señala que su añada corresponde a una cosecha excepcional. Vitalidad: aplicable a vinos frescos y jóvenes o a un vino añejo que mantiene condiciones juveniles. Volátil (acidez volátil): en mayor o menor medida, se halla presente en todos los vinos. Su exceso es indeseable y puede ser la primera señal hacia el deterioro acético. Voluptuoso: equilibrio entre lo suave, dulce, grado, afrutado y maduro. Maridajes: Sobre esto se ha escrito mucho pero no hya una verdad absoluta. Y si la hubiedes desde luego no sería esta: los blancos con pescados, los tintos con carnes y los rosados con pastas y arroces. En resumen , no hay regla general que fuerce el rechazo, de los aromas de vino y preparación, nos podemos dejar aconsejar por nuestro gusto. El maridadje , como bien sugiere el término, se tratra de una complementación entre el vino y la comida donde ninguno eclipse al otro. Al contrario: que se potencien mutuamente. Y para eso analiza las cualidadesde lo que vas a comer. ( de la receta , no de la materia prima) igual que analizas las cualidades de un vino durante la cata, y busca un vino con el que coincida en armonía (esto en líneas generales. ) ¿cómo es el plato en cuanto a sabores? ácido dulce saldado amargo. Ligero y fresco Tostado o braseado potente y cálido grasiento y contundente. Ten en cuenta dos datos útiles: 1. la acidez levanta el sabor de los platos poco condimentados
2. el alcohol y el tanino disuelven la grasa y barren las proteinas de la boca. Para los postres, con sabores dulces, hay que buscar un vino más dulce aún, ya que en caso contrario, el vino puede decepcionar. A las preparaciones saladas cuya guarnición de vegetales sea dulce (cebolla, zanahora, pimiento rojo...) les conviene un vino tinto con buqué de fruta madura. Cuando la preparación tiene una acidez alta hay que acompañarla con un vino que tenga bastante acidez. Son muy útiles los vinos espumosos y con grado. Para acompañar los sabores amargos ( ensaladas de hojas, endivias , escarolas, cacao , cafe, preparaciones caramelizadas) combinan bien con vinos licorosos, vinos dulces. Para las preparaciones con grasa, conviene vinos astringentes con taínos que ayuden a limpiar la boca y dejarla fresca. Las carnes rojas de caza a la brasa se apoyan muy bien con tintos jóvenes y frutales. Hay mucho juego, pero podemos seguir también estas directrices: plato especiado con vino especiado, contudente con tánico,. Busca la armonía. Los vinos licorosos funcionan bien con ingredientes de “maridajes imposibles” como los espárragos. Los esparragos tienen un sabor muy peculiar, con predominio de sabores amargos. Pero también hay que ser práctico porque mucha acidez desagrada, mucha especia empacha, mucha corpulencia satura... Las ensaladas, ajo blanco, alcachofas,y gazpachos son también algo difíciles para encontrar compañero por eso vinos con cierto recuerdo a los vinos finos como los vinos blancos de albillo fermentados en barrica son ideales. Los quesos azules como el roquefort y cabrales como también el chocolate, vienen siendo habituales para realizar catas experimentales muy exitosas combinándolas con vinos moscateles. Y con la comida picante... pues mejor una cerveza de Madrid. ;) A la hora de la combinación siempre debe procurarse encontrar un equilibrio ya sea creativo o conservador. Ni el plato puede quitar protagonismo al vino ni a la inversa. A continuación mostramos un cuadro orientativo ¡Buen provecho!
Vinos blancos secos, jóvenes, aromáticos para los fritos. Varietales fermentados en barrica o semi-dulces para el foie. embutidos, patés, foie, fritos... APERITIVOS ENSALADAS Tintos jóvenes o de corta crianza para los embutidos. Blancos poco ácidos para la verdura cruda. Algunos tintos jóvenes cuando se añaden legumbres o pasta. Blancos fermentados en barrica y frías, cremas, de pescado, de carne, caldos... SOPAS aromáticos para las tibias. Blancos y tintos, jóvenes y secos que pueden ganar en edad cuando sean sopas de pescado o carne. Rosados frescos y espumosos blancos, de pescado, de carne, ARROCESS de verduras... secos. Tintos tánicos en los arroces con carne. Blancos con cuerpo y rosados carnosos y expresivos.
verdes, de legumbres, frías, templadas...
PASTA
con salsas de verduras, de carne...
Tintos ligeros, no demasiado SETAS salteados, guisados, a la brasa... complejos, entre jóvenes y crianzas. Para las tortillas, tintos jóvenes ligeros. Para el resto, también valen rosados con Blancos y espumosos secos, MARISCO crudos, ligeros, gruesos... jóvenes y aromáticos Espumosos y blancos ligeros para blanco, azul, crudo, marinados, PESCADO guisados, escabechados, al vapor, fumats... el pescado blanco al vapor. Espumosos de crianza y blancos corpulentos para el pescado blanco en general. Tintos jóvenes aromáticos, blancos fermentados en barrica y espumosos con crianza para el pescado azul, guisados y ahumados. Espumosos de edad y blancos varietales de personalidad con el pescado crudo. Blancos semi-secos envejecidos para el escabeche.
HUEVOS
tortilla, pasados por agua, fritos...
Tintos jóvenes y ligeros para las carnes blancas. Blancos fermentados en barrica, rosados corpulentos y tintos afrutados y suaves para las carnes crudas. Espumosos y blancos de crianza, conjuntamente con rosados expresivos y tintos ligeros para blanca, de pluma, roja, fría, CARNE cruda, a la brasa, guisada, caza... las aves. Tintos tánicos para las carnes gelatinosas. Tintos de larga crianza y alcohólicos para la caza. Blancos aromáticos para el queso fresco. El resto de quesos combinan muy fresco, tierno, curado, de cabra, QUESOS oveja, vaca... bien prácticamente con todo: blancos, generosos, tintos jóvenes y fáciles, Mistelas jóvenes para la fruta. Para los dulces, moscateles, garnachas, pedro ximénez, málaga, malvasías, espumosos fruta, dulces, lácticos, POSTRES chocolate... dulces... Para el chocolate olorosos, málaga, pedro ximénez viejo...

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