GUILIN: CRUCERO POR EL RÍO LI
La ruta que inicio hoy es tal vez una de las más agradables y bonitas de todo mi periplo chino. Arribo a la placentera localidad de Guilin para “abordar” un barco que surcará el remansado río Li (437 kms)
El moderno bajel es cómodo y elegante, con mesitas y asientos que hacen ideales la contemplación del hermoso paisaje a ambos lados del cauce fluvial. Es fácil atisbar junto a la ribera antílopes, aves zancudas o búfalos.
El trayecto se torna pintoresco y mucho más entretenido cuando se arriman al barco los mercaderes, que ofrecen su género en unas “barquichuelas” que se me antojan como cajas de cerillas repletas de suculencia recién recogidas a mano.
Estas precarias almadías o balandros flotantes están compuestos por tres o cuatro maderos unidos entre sí. En esta región suele otearse siempre un paisaje calinoso que desdibuja los perfiles recortados de colinas y montañas.
Al tratarse de una vía fluvial muy popular, es frecuente vislumbrar en el río Li grandes concentraciones de “navíos” y chalupas de toda catadura; turistas asiáticos mayoritariamente. Me recuerda el paisaje a los que viera años atrás en Sri Lanka, aunque exento de aquellas junglas frondosas habitadas por “invisibles” seres arbóreos.
El río Li discurre dócil, circuido de picos aserrados y colinas nebulosas de origen calcáreo. Así, lentamente, sin prisas, llego en un trance hipnótico hasta la preciosa y animada Yangshuo, punto de arranque de mi próxima crónica viajera.