Por Noelia Aparicio
Las redes sociales se han convertido en todo un fenómeno de la moderna sociedad de masas. Valores como la comunicación, la pertenencia o la popularidad se articulan alrededor de canales como Facebook (el rey, no hay otro), Twitter o Tuenti. Individualidad versus comunidad, público versus privado, originalidad versus integración.
Guim Tió Zarraluki parte de las fotos de perfil de un buen, nutrido y variado grupo de amigos y las (re)interpreta , mediante su diseccionadora y escrutiñadora mirada, en su exposición The Gang of Childhood (hasta el 16 de Octubre en la Galería Artevistas). Con un estilo propio y rompedor, en el que la fotografía y la pintura de firma clásica se combinan para dar lugar a un nuevo estado visual inquietante y rompedor que, pese a la alienación inicial por lo singular de su propuesta, nos lleva mucho más allá en el conocimiento del alma que se esconde tras la imagen que vemos. El collage de texturas, de colores y hasta de técnicas, utilizado en un contexto como el retrato, delimitado y establecido desde hace siglos, hace que el espectador podamos ir más allá de lo que nos enseña el ojo, librarnos de las ataduras de nuestra iconografía aprendida y llegar a vislumbrar lo que las redes sociales ponen de manifiesto: las dualidad y contradicciones de una sociedad en la que no se puede ser uno sin pertenecer al todo, ni ser parte de nada cuando no sabemos ser uno.