Revista Talentos

Guionistas y autores sometidos

Por Aracelimasarte @AraceliMasArte
Sometimiento extremo que deshace buenos intentos entre guionistas y autores en esta tierra mía
Sin ellos, no evitas que dos actores suban a un escenario cualquiera pero si que acortas los tiempos que se eternizan en procesos de construcción de piezas. Si especializas las tareas encuentras alivios a mil tormentos, así que necesitamos de ellos, quizá no tanto como ellos necesitan de nosotros pero yo los prefiero tener cerca.
Si los buscas los encuentras, pero si los encuentras, levanta barreras entre un "Yo no puedo" para dejar paso a un hueco donde la colaboración mutua se hace imprescindible, por el momento. 
Pedazo de nivel que alcanzamos en el Siglo de Oro Español, deja vástagos herederos de increíble brillantez que hacen brillar siglos posteriores, para caer en un tiempo, donde se han creado distancias inmensas entre la profesión de actor y las profesiones que se sostienen como apoyos a su tarea y que traen a vista de todos, situaciones esperpénticas que poco tienen que ver con los esperpentos de Valle Inclán, dejando un paisaje yermo que cae en ritmos que terminan soplando orejas de gran aburrimiento entre lo que se da en llamar erróneamente estética del cine español entre los guionistas más prestigiosos del país o ritmos frenéticos que solo copian una y otra vez los gags cómicos sacados de los baúles de la España más cañí. Autores teatrales que se pierden en los mismos derroteros por los que caía Federico García Lorca y que olvidan los esfuerzos, como pequeño detalle, de que este gran autor trataban de convertir poesía en piezas teatrales. Obras que necesitan, sin lugar a dudas, conocer y tener la técnica que convierte una historia novelada o un ensayo cualquiera en una pieza que traslada gran tensión dramática, que sin duda, necesitan los actores que son elegidos para ponerla en pie, sin recibir reprimendas o sermones, que le obligan a caminar por precipicios, sin tender puentes que beneficien el paso de una pieza escrita a una pieza que ha de vivirse en la convención escénica.
Actores, que no conocen que da igual como te pongas, pero que si no te ponen un par de i griegas y no griegas,  más unas comas bien puestas, tú no puedes, por mucho que lo intentes gritar una orden o convertir la frase en un grito o actores que son obligados a decir i griegas y no griegas, más comas bien puestas como su fuera un susurro cualquiera.
Al final, al principio y en medio yo recuerdo, que si bien escribo y escribo no puedo considerar, ni decir, que soy una autora teatral, ni siquiera medio en broma. Si de tal desatino, yo un día estuviera enferma, tod@s tienen permiso para tomarme de las solapas y gritarme a la cara ¡Que no, que no! ... que te viene de perilla inventar el como si perfecto, pero que de dialogar creando tensión dramática que precisa el teatro, andas un poco falta, así que ahora mismo sales y vas a buscar a un autor que de esto sea experto. 
Saldré, y entre ellos encontraré pero debo conocer, aunque reconozca que no puedo desempeñar yo semejante tarea, los objetivos y acciones que deben acometer para que cualquier actor que salga a escena a decir palabras hiladas alrededor de un objetivo pequeño o grande, tenga en esa ristra de frases encadenadas un soporte que les permita, de forma clara, dar vida a las tragedias, comedias, vodeviles y demás piezas.
De tal situación culpa queda poca para repartir más que la que se puede obtener del conocimiento de situaciones de pobreza desesperada o ambiciones que se alimentan de hambres diversas que obligan a darse prisa en decir que yo sé o soy, cuando todavía no eres más que un honorable y honroso aprendiz. 
Aunque los guionistas y no los autores, me dirán, resulta más certero culpar a una audiencia que envejecida de falta de cultura exige, yo reclamo las pruebas que demuestran, que cuando se pasan, ni siquiera esos a los que llaman personas pegadas a una pantalla, les soportan más que unas pocas muestras de sus piezas.

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