Revista Viajes

Ha Long Bay

Por Zhra @AzaZtnB

La bahía de Hạ Long (Vịnh Hạ Long o la bahía del dragón descendente). Creo que es el sitio más bonito que he visto en mi vida hasta ahora. Desde 1994 es patrimonio mundial de la humanidad por la UNESCO pero se habían pasado un poco por el forro eso de cuidarlo hasta que hace dos años en el 2011 la fundación de monumentos les dio un toque. Desde 2012 es una de las 7 maravillas naturales del mundo.

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La leyenda dice que una de las veces que Vietnam luchaba contra los chinos que pretendían atacarles desde el mar, el Emperador de Jade envió unos dragones para ayudar a los vietnamitas. Los dragones formaron un muralla de joyas, que escupían de su boca, para proteger la costa. Una vez los barcos desaparecieron sin llegar a Vietnam los dragones desaparecieron y las joyas se convirtieron en las islas de Ha Long. Ha Long significa «dragón descendente».

La bahía tiene 120 km de costa, unos 1,553 km² en unas 2000 islas e isletas de piedra caliza. Aunque el área designada como patrimonio por l UNESCO sólo es de 434 km² con 775 isletas.

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Por la mañana me presento en la agencia a las 8am, habían insistido en venirme a buscar al hostal pero me había negado a pasar un minuto más de la cuenta en la recepción del hostal con Sonrisitas y míster “te voy a vender mi tour aunque te lo tenga que meter por vena”. Les había dado mi ropa para lavar así que de paso la recojo y la coloco mientras espero el autobús. Algo menos de un euro el kilo de ropa para lavar. Poco antes de las 8 y media aparece un vietnamita bajito con papeles en la mano y me dirige hacia el mini autobús, me pide el pasaporte pero no me lo recoge. Al subir pone mi mochila junto a las otras entre el asiento del copiloto y el que hay justo detrás. Me sienta al lado de Becca una señora de 50 años que resulta ser inglesa, lleva un par de meses viajando sola, haciendo voluntariados y dando clases de inglés. Nos llevamos muy bien desde el primer momento lo que es de agradecer puesto que son tres horas ahí metidas y luego descubriremos que compartimos camarote en el barco. En el bus nos explican un poco la historia de la bahía de Ha Long y, ahora sí, nos piden los pasaportes para registrarnos en el barco. A la hora y media hacemos una parada en un local para comprar cerámica en el que sorprendentemente alguien compra tres jarrones de mi altura.

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Ya estamos en HaLong. La primera impresión son muchos turistas, mucha gente embarcando y al mirar al horizonte unas islas preciosas. Nos obligan a ponernos el chaleco salvavidas y cuando estamos los 10 montados en el barco pequeño vamos hacía el barco principal donde pasaremos la primera noche. Nada más llegar nos ofrecen comida y fruta hasta que no podemos comer más. La bebida se paga aparte. Reparten los camarotes, aprovecho para dejar la mochila y subo corriendo a cubierta a estirarme en una de las tumbonas al sol mientras a mis pies pasan las islas verticales completamente verdes sin rastro de vida humana. Un par de chicas han pensado lo mismo que yo y al encontrarnos arriba nos sonreímos. Los pájaros vuelan entre los árboles y la vegetación, nadie es capaz de pronunciar una palabra.

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Un par de horas más tarde nos dirigimos a la cueva de Thien Cung, nada espectacular si has visto otras cuevas pero imaginarse figuras hechas de rocas nos entretiene un buen rato y nos empezamos a conocer. Hay una chica australiana y otra danesa que también viajan solas. La pareja que compró los jarrones son holandeses. De ahí nos llevan a hacer kayak a una zona privada dentro de la bahía. Becca y yo decidimos ir juntas. Ella delante y yo detrás. Confieso que no he hecho kayak desde que tenía 12 años y no recuerdo nada, ella recuerda unas clases que dio hace un par de años y me enseña los básicos. Somos las últimas en salir pero en un par de minutos hemos adelantado a todo el grupo y nos hemos metido por una gruta que nos ha llevado a una bahía dentro de una isla. Mirando hacia arriba vemos el cielo azul, a los lados sólo podemos ver vegetación, rocas y tranquilidad. Ni rastro de personas, motores, ruidos o no hay más sonido que el pájaro que vuela sobre nuestro. A la vez y sin decir palabra dejamos de remar y escuchamos. Meto mi mano en el agua, es transparente y no debe de tener más de un metro de profundidad. Aquello es el paraíso. No nos atrevemos a movernos por si nuestra presencia rompe el equilibrio azul, verde y gris de las rocas.

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Por el hueco por donde nos hemos metido aparece una pareja remando a gran velocidad y haciendo mucho ruido, al rato 3 kayaks más han entrado en nuestra bahía. Sin decirnos nada empezamos a remar de nuevo, damos una vuelta por el interior mientras no dejamos de repetir lo bonito que es eso. Al hacer la vuelta completa salimos por donde habíamos entrado y nos dirigimos hacía otra roca esta vez no hay una entrada sino un hueco en la roca mucho más pequeño que el anterior que sirve de atajo a una zona casi sin islas. Mientras nos acercamos vemos a una pareja que se choca con el techo y luego con el suelo, no consigue pasar. Hay dos kayaks haciendo cola a un lado pero no pueden maniobrar bien para entrar por el hueco estrecho. Por algún milagro nosotras nos hemos coordinado a la perfección y pasamos limpiamente. La sensación de triunfo casi nos hace olvidar que tenemos que dar la vuelta y volver al barco para cenar.

La cena vuelve a ser una repetición de la comida, muchos platos de comida vietnamita y fruta deliciosa de postre. Becca y yo conocemos al chico con el que compartiremos habitación, un indio londinense que se ha pasado seis meses en Japón. Como buenos súbditos de su majestad la reina de Inglaterra los tres hablamos del tiempo en Inglaterra. Subo a leer a la cubierta superior pero nadie aguanta mucho y a las 23h soy de las últimas en irme a dormir.

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Al día siguiente Becca me despierta a las 7:30 mientras se prepara para ir a desayunar. Después de vestirnos abrimos la puerta del camarote y, como si hubiésemos abierto la puerta a otro mundo frente a nosotras tenemos un par de islas que parecen flotar sobre el agua envueltas en la niebla matutina. Cada día deberíamos abrir la puerta de casa y tener esa visión.

La mañana consiste en disfrutar de las vistas e ir a otra isla donde podemos subir a la cima para ver las vistas o bañarnos mientras esperamos al otro barco. Yo voy con el grupo que pasará la noche en Cat Ba, la isla más grande de la bahía, y Becca se queda, una noche más, en el barco. Antes de dejar las maletas y mochilas en el hotel vamos al Parque Nacional donde tenemos una subida de 40 minutos a 70% de humedad para llegar al pico Ngu Cam desde donde tener unas buenas vistas. Al principio va bien pero a medida que avanzamos mi grupo y, yo la que más, nos vamos agotando. El calor y la humedad pueden con nosotros. El final es literalmente una escalada hasta la cima. Llegamos destrozados y sudando, hasta que no llevamos 5 minutos en la cima nadie se molesta en levantarse a ver las vistas que realmente son impresionantes. La vista no alcanza a ver nada que no sea de color verde, nos sentimos en medio del amazonas, con mosquitos incluidos. 40 minutos de bajada y vamos al hotel donde comemos sin hablar mucho y los cuatro que nos quedamos en el hotel nos damos una siesta bien merecida. Mi habitación es inmensa, con una tele, una terraza, una cama doble y un ventanal que ocupa toda la pared y tiene vistas a la montaña.

Ngu Cam peak

Por la tarde las tres chicas que quedaban se quedan en un resort y los otro cuatro nos llevan en un barco hasta una playa privada en monkey island. Nunca me había metido en un agua tan calentita y como en la playa no hay nadie dejo mis cosas y me paso una hora nadando playa arriba y playa abajo mientras la pareja y la otra chica se refugian bajo las palmeras.

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Monkey Island

Volvemos al hotel donde nos dan maaaas comida y, con un poco más de fuerzas que por la mañana la conversación se hace más fluida. A la mañana siguiente nos viene a buscar el bus para llevarnos al barco que nos dará un último paseo por la bahía de Ha Long hasta la ciudad. Y ya de paso nos explicaran como hacer rollitos vietnamitas. En el barco vuelvo a encontrarme a Becca con la que comparto la vuelta hasta Hanoi. Ha valido la pena cada minuto que he estado ahí.

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Aunque se puede ir hasta Ha Long por tu cuenta la bahía está restringida y controlada. Yo fui con Ha Long Fantasea Cruises. En la página marca que son 125 dólares, a mi me costó un poco más barato (113 dólares, alrededor de los 90 euros). Para tres días no está mal si tenemos en cuenta que incluye transporte, comidas, noche en el barco, en un hotel, una hora de kayak por las islas, entrada en una cueva y al parque nacional de la isla de Ca Pa. No incluye bebidas y de hecho si subes bebidas al barco te cobran, aunque nadie va a controlar que llevas en la mochila. Tampoco incluye seguro, así que puedes revisar tu póliza de seguro de viajes a ver si incluye viajes en barco o arriesgarte. Yo me arriesgué.

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http://halongfantaseacruise.com/itineraries-rates/4/f04-halong-catba-3-days-2-nights-1-night-on-boat-1-night-in-the-hotel-on-catba-island


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