Revista Salud y Bienestar

Habitación 301

Por Javier Rojo @blogtueii

Cuando entré por las urgencias del hospital tenía un dolor de barriga bastante importante. El médico nada más verme me cogió una vía e hizo el ingreso. Estuve unas horas en observación y luego me llevaron a la habitación. No era la primera vez -ni la última- que me ingresaban, es lo que tiene padecer una enfermedad como la de Crohn, uno se hace veterano en estas lides, aún sin querer. Otras veces había tenido cerca a mi familia o amigos, pero esta vez estaba de viaje y me encontraba solo.

Pues como decía, el celador me llevó a la habitación 301, en la planta de Digestivo. Aquellas habitaciones eran bastante confortables. La 301 estaba vacía. Aquella noche, por efecto de los calmantes que me habían metido por vena, no me enteré de casi nada, dormí como un bendito. A la mañana siguiente entraron las auxiliares, me cambiaron uno de los goteros y me dieron un zumo. Cuando se marcharon, me levanté despacio y me duché. Miré por la ventana, afuera el día estaba gris, hacía bastante viento, los árboles de enfrente se agitaban sin parar. Me senté en el sillón y puse la tele. Había un programa de debate, recliné el asiento y me quedé dormido de nuevo. Estaba muy cansado, llevaba varios días aguantando los dolores de barriga y aquel malestar generalizado. A eso de la una y pico de la tarde me despertó la auxiliar, traía una bandeja con la “comida”. Dieta blanda, se podía leer en la tarjeta. Me acerqué a la mesita para observar un maravilloso puré -de color sospechoso- y otro vasito de zumo. ¡Qué alegría!

Estaba en aquella habitación con lo puesto, no tenía ni mis libros, ni ordenador, etc. Sólo el móvil y aquella tele aburrida. Así pasé la tarde. Cuando llegó la noche, unas horas después de cenar, me sentí mucho mejor. Se había ido el cansancio y por supuesto los dolores abdominales. Así que lo pensé y decidí darme un paseo por el hospital. Agarré el gotero, me recompuse el pijama y salí al pasillo. Estaba oscuro, las únicas luces eran las de emergencias. Caminé por aquella boca de lobo dejando atrás, cada tres o cuatro pasos, las puertas de las demás habitaciones. Algunas estaban cerradas, otras entreabiertas. Llegué al puesto de enfermería. No había nadie, pero se podían escuchar levemente las conversaciones de las auxiliares y enfermeras. Estaban en una habitación detrás de un mostrador de mármol.

(Soy ateo, pero de existir los ángeles, serían como aquellas personas de bata blanca.)

Como allí no se veía ni un alma y yo no tenía sueño y además me aburría, llamé al timbre que había en el mostrador. Al instante salió la enfermera. Le pedí un vasito de zumo de piña. Cuando volvió con el zumo, me miró un par de veces y me dijo:

  • Perdona, ¿tú no estabas hace un par de días recitando en el Teatro Central?

Con el vaso aún en la boca la miré sorprendido y le respondí que sí, que era yo. Ella me comentó que había estado escuchándome con su marido y unos amigos, incluso habían comprado un libro mío. Yo le expliqué que aquella lectura la había dado con bastantes dolores, y que al día siguiente tuve que venir por urgencias al hospital.

Como me dijo que se quedó con las ganas de que le firmase el libro, le propuse que lo trajera y se lo firmaría con mucho gusto.

A la noche siguiente, la enfermera, acompañada por tres auxiliares, fueron a mi habitación con el libro en la mano. Se lo firmé. Me invitaron a pasar a la habitación de enfermería y allí estuve un par de horas, les leí algunos poemas y ellas me dieron más zumo de piña.

A la mañana siguiente el médico me dio el alta. Y lo que parecía que iba a ser una estancia hospitalaria de lo más aburrida, se convirtió en algo muy agradable. Los libros son salvavidas que nos rescatan del aburrimiento y del hastío, y la poesía en particular, puede hacer de nuestras tripas corazón, más aún dentro de un lugar tan desolador como puede ser, en un momento dado, cualquier hospital.

Cuando salí por la puerta, el Sol brillaba en el cielo. Fui al aparcamiento y me monté en el coche. Encendí la radio, los Credence Water Revival pusieron banda sonora a mi ansiada vuelta a casa con su Bad Moon Rising.

MARP77


Volver a la Portada de Logo Paperblog