Revista Ciencia

Hablemos de la orientación humana

Publicado el 01 abril 2011 por Ceprio

Los animales tienen distintos métodos de orientación. Algunos de ellos son bastante complejos, como la capacidad de “ver” el campo magnético terrestre o “ver” la luz polarizada. Esto es particularmente útil en aves que deben recorrer muchos kilómetros, y donde un pequeño error puede implicar mucha distancia adicional que recorrer.

El ser humano, sin tener unas capacidades como las de las aves (algo lógico, tampoco las necesita) no es un inútil en este aspecto. Históricamente se ha utilizado la posición de la Luna, el Sol o las estrellas. Y una habilidad que comparte con muchísimos animales es la orientación por medio de hitos.

Un hito o mojón es, por definirlo de alguna manera, una señal que nos facilita la orientación. Las hormigas utilizan hitos: el hormiguero está entre esa “enorme” piedra y ese tronco (simplificando y siendo algo antropocéntrico). Los (escasos) caballos salvajes que quedan también emplean hitos para orientarse por su territorio y volver a él. Pues bien, nosotros hacemos algo parecido.

No he hecho ninguna afirmación extraña, piensa en el camino que recorres de casa al trabajo. Dudo mucho que en tu cabeza esté de esta forma: “camino unos 300 metros hacia el suroeste, luego subo al autobús, y cuando este ha recorrido 3,5 km me bajo y me dirijo 50 metros hacia el noroeste”. Seguramente sea algo así “camino hasta enfrente de la farmacia, cojo el autobús, me bajo al pasar la cuarta rotonda de la avenida, la que tiene una estatua de un tío a caballo, y tras eso camino paralelo al parque hasta llegar”. Todas esas señales que utilizamos para orientarnos son hitos.

Esta brevísima entrada sobre la orientación animal y humana la escribo con motivo de una curiosa anécdota que sufrí esta semana. Resulta que cuando cojo el metro para ir a trabajar, tras el trasbordo recorro un pasillo bastante largo hasta el siguiente metro. En este pasillo, a mitad altura, siempre siempre siempre y sin excepción, hay un músico (que puede variar, pero siempre hay alguno), colocado en el lado derecho cuando voy a trabajar, y lógicamente en el izquierdo cuando vuelvo.

Pues bien, el otro día, al ir al trabajo, yo y todas las personas que iban conmigo, nos encontramos con el músico a la izquierda. Hubo un momento gracioso de pánico general que me recordó a la escena de Bichos de la hoja. Algunos se giraron, temiendo ir en dirección contraria, yo no llegué a hacerlo pero me planteé seriamente si me había despistado (algo, por otra parte, nada raro en mí), y estoy segurísimo de que muchos otros se preguntaron lo mismo. Lógico, nos convertimos por un breve segundo en ratillas desorientadas, nos habían cambiado el hito de posición, cómo si un buen día en nuestro hipotético ejemplo, quitaran la estatua del tío a caballo, y puede incluso que nos pasáramos la parada. Fue sólo un segundo, pero ese momento existió. Tras eso, y olvidando otra vez nuestra condición animal, volvimos a nuestras preocupaciones diarias.


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