La tristeza es una de las 6 emociones básicas presentes en las personas. Surge de una pérdida o de un cambio. Se trata de una emoción que surge de algo que había y ya no está o no del mismo modo. Por ejemplo, viene de situaciones como la pérdida de un ser querido, la confianza de alguien importante, el respeto, la compañía o el apoyo de alguna persona. Incluso puede tratarse de un plan que deseabas y finalmente no se ha realizado.
¿Sabes gestionar tus emociones?
La tristeza nos ayuda a tomar conciencia del valor que tienen para nosotros/as ciertas cosas/personas y esto nos ayuda a conocernos a nosotros mismos y ver qué cosas son importantes.
Solemos asociar ciertas emociones como positivas y otras como negativas. De este modo, estamos dispuestos a sentir y a querer estar la mayor parte del tiempo en esas que etiquetamos como buenas, como la alegría, y tratamos de alejarnos de aquellas a las que le damos una connotación negativa como es el caso de la tristeza.
Lo cierto es que las emociones no son ni positivas ni negativas, ni buenas ni malas, todas son necesarias, cada una de ellas tiene una función.
El nivel de malestar que experimentamos al sentir una emoción va a depender de cómo la gestionemos, por lo que lo positivo o negativo se lo ponemos nosotros a la hora de vivirlas.
Una cosa es lo que sentimos y otra diferente lo que hacemos con eso. Por tanto, podemos aprender a experimentar la ira, la tristeza, la alegría o el miedo sin dejarnos llevar por ellos. ¿Eres capaz de darte cuenta de cómo te sientes? ¿Sabes gestionar tus emociones?
La fama de la tristeza
En la sociedad en la que vivimos se premia la felicidad. Se nos hace ver que en esta vida el objetivo es la felicidad y hay que esforzarse por ella. Se asocia la felicidad con el triunfo y la tristeza con el fracaso. Además, se relaciona mucho la tristeza con la depresión. Y la depresión tiene relación con esta emoción, pero es una enfermedad que va mucho mas allá. Por estar triste, no tienes depresión. Esto nos lleva a ver a la tristeza cómo algo negativo, algo malo que debemos evitar. Esta creencia es errónea, ya que sentirse contento todo el tiempo es imposible y nos haría estar en un estado insostenible física y mentalmente. ¿Te imaginas pasar la vida en ese nivel de intensidad, euforia, actividad y agitación que acompaña a veces a la alegría? Sería realmente agotador.
El Bloqueo emocional
Es por esto explicado anteriormente por lo que experimentar tristeza preocupa a muchas personas y genera cierta inseguridad o temor. Nos asusta mucho estar tristes. Vivimos continuamente tratando de bloquear la tristeza, mediante distracciones, centrándonos en otras cosas, ocupando nuestro tiempo con diversas tareas y con horarios infinitos.
Desconexión
Cuando paramos, la tristeza aflora, por lo que a menudo no paramos. Aprendemos a tapar la tristeza, a ir en su contra. Para que esto pueda suceder, es necesario desconectarnos de nosotros mimos. Dependiendo del caso y de la persona, esta desconexión está mas o menos acentuada. Lo hacemos de una forma inconsciente; se trata de un mecanismo aprendido para protegernos. Pero, al tratar de protegernos de algo natural como la tristeza, lo que estamos haciendo en realidad es desprotegernos; no estamos viviendo de forma consciente y esta inconsciencia no nos permite tampoco atravesar la tristeza.
Al mismo tiempo, al desconectarnos, nos enfriamos, enfriamos las emociones «para que no nos afecten». Esto es tan solo una forma de tapar lo que sentimos y de este modo no estamos aprendiendo ni manejando la situación.
Si bloqueo la tristeza, ¿Qué ocurre?
Además, no nos damos cuenta de que cuando bloqueamos, para no sentir esta emoción que percibimos como amenazante, también nos estamos privando de sentir otras emociones que si deseamos. Esto es debido a que no podemos compartimentar el sentir. Al no querer vivir sintiendo y aceptando plenamente la tristeza ,tampoco estamos sintiendo y viviendo plenamente el amor o la alegría.
Todo esto tiene un precio, y antes o después perjudica en la calidad de vida.
Tratar de no experimentar alguna emoción debido a que nos resulta desagradable o nos parece inútil desde un punto de vista práctico, nos conduce a una especie de automutilación emocional que no nos permite vivir la vida en toda su intensidad y nos priva de esta fuente natural de conocimiento de nosotros mismos que son las emociones.
Es mucha la gente que acude a terapia porque aquello que no se expresa y experimenta de la forma adecuada en el momento, termina saliendo mas adelante de la forma en la que el cuerpo necesite. Cuando no nos hacemos casos a nosotros mismos, no nos cuidamos, no nos dejamos sentir la tristeza, el cuerpo se revela, encuentra la forma de hablarnos. ¿Cómo nos habla el cuerpo? Nos puede hablar de múltiples formas, con dolores de cabeza, problemas en la piel, problemas digestivos, insomnio, falta o exceso de apetito, ansiedad, cansancio, enfermamos, estamos de mal humor, etc.
Confundiendo las emociones
¿Te ha sucedido alguna vez que no sabes cómo te sientes?
La ira tiene un punto de partida parecido al de la tristeza, pero la reacción es muy diferente. En la ira la reacción nos moviliza; nos hace actuar, desde la tristeza en cambio, hay menos movimiento.
Algunas personas no son capaces de verse a si mismas y que las vean vulnerables y la tristeza conecta mucho con esta sensación de vulnerabilidad. Este es uno de los motivos frecuentes por los que evitamos sentir tristeza y a menudo sucede que la enmascaramos debajo de la ira. Esto sucede entre otras cosas, porque hay personas que prefieren enfadarse a estar tristes, porque creen que toleran mejor y están más acostumbrados a actuar que a quedarse paradas.
Lo importante aquí es poder ver que la solución no es falsear emociones, si no aprender a sentirlas.
Cuando nos colocamos en una posición de enfado más que de tristeza, nos estamos perdiendo la posibilidad de ser apoyados, consolados y acompañados por otros/as.
También sucede lo contrario. Hay personas que evitan enfadarse, por miedo a perder el control y a las consecuencias que esto pueda tener o porque se les ha enseñado que no está bien enfadarse y es por tanto una emoción inapropiada. También sucede que se sustituye el enfado por tristeza. Como decíamos antes no hay emociones buenas ni malas, lo beneficioso es poder sentirlas cuando corresponden. Por eso en este caso, igualmente estaríamos faltos de lo que necesitamos, es decir de la energía movilizadora necesaria para combatir ese enfado.
Las funciones de la tristeza
Cada emoción tiene su funcionalidad, sirve para algo determinado y necesario.
En el caso de la tristeza, te has parado alguna vez a pensar ¿para que la necesitas?
- Ayuda a transitar el duelo. La tristeza resulta imprescindible para poder despedirnos. Si no sentimos tristezas no seremos conscientes de que hay una pérdida. De manera interna hacemos un proceso emocional que nos indica que alguien con quien tenemos un vínculo dejará o ha dejado de estar con nosotros/as. Cuando tenemos una pérdida en nuestra vida, es normal que nos sintamos tristes. Hay muchos tipos de pérdidas. Algunas pueden ser el despido de un trabajo, fin de una relación, el fin de una etapa, la pérdida de un ser querido. La tristeza nos señala que es el momento de procesar la pérdida.
- Nos ayuda a sentirnos mejor. Permitirnos sentir la tristeza con lo que venga, poder liberarla en vez de contenerla…nos ayuda a soltar la carga emocional. Cuando la reprimimos, nos afecta a nuestro estado de ánimo, ya que vamos en contra de una necesidad interna y esto a su vez ocasiona un gasto energético destinado contener que tiene sus consecuencias negativas posteriormente.
- Favorece la introspección. La tristeza sirve para darnos un tiempo, para estar con nosotros/as mismos/as. Cuando nos sentimos tristes vamos más despacio. Vivimos corriendo, de este modo es difícil que podamos pararnos y ver cómo estamos, cómo nos sentimos, qué necesitamos. En muchas ocasiones no nos damos cuenta de que nos duele algo o de que nos sentimos de alguna forma determinada hasta que al llegara casa al final del día paramos…y ahí aparece de golpe todo el cansancio. Cuando sentimos tristeza, nuestro cuerpo nos está hablando, es momento de parar y reflexionar sobre qué nos está pasando. Es una buena forma de poder analizar la situación, de ver cómo estamos y de fijarnos en qué nos está sucediendo para poder promover los cambios necesarios. Es una emoción que nos permite conectar con nuestras propias necesidades, con nuestro cuerpo. Cuando empezamos a experimentarla podemos acceder a una cadena de pensamientos que nos ayuda a explicar mejor por qué nos estamos sintiendo así.
- En relación con lo dicho anteriormente, ayuda al aprendizaje. Cuando somos conscientes de que nos sentimos tristes y podemos ver qué ha sucedido tenemos la oportunidad de reflexionar sobre esto para buscar la manera de tomar conciencia o cambiar si es posible aquello que ha pasado.
- Tiene una función relacional/ social. Necesitamos que otras personas nos acompañen en nuestros momentos difíciles. El ser humano es un ser social, necesita de la compañía, presencia y ayuda de otros/as. La tristeza compartida, además, crea sensación de unión, cariño y entendimiento. Cuando vemos a algún ser querido triste, de forma instintiva ofrecemos compañía. La tristeza fomenta la empatía y esto acerca y une a las personas.
La expresión de la tristeza
Cuando las personas se sienten tristes pueden sentir apatía, pocas ganas de hacer cosas, pérdida de interés en temas que les gustan, mucho sueño o insomnio, aumento o disminución del apetito, mayor sensibilidad al frio, etc.
Llorar es una de las formas más comunes de expresar la tristeza. No todo el mundo tiene la misma facilidad para expresar su tristeza, hay personas adultas ( y también niños/as) a quienes les resulta difícil llorar. Esto supone una dificultad para expresarse emocionalmente.
Muchas personas bloquean el llanto, ya que tienen incorporadas creencias erróneas sobre el mismo. Este bloqueo puede tener diferentes motivos, hay quienes lo provocan por miedo a adentrarse en una tristeza de la que no puedan salir, tiene miedo a perder el control, a quebrarse y no poder estar «normal» de nuevo. También está la falsa creencia de que si lloras eres débil, no eres fuerte…y esto no es cierto, llorar y sentir tristeza es natural y nada tiene que ver con la fortaleza de una persona.
El llanto tiene sus ritmos, se inicia de forma lenta y va a aumentando su intensidad de manera progresiva hasta llegar a su intensidad máxima, posteriormente disminuirá nuevamente.
Manifiesta tu tristeza como puedas. Lo importante es expresarla, no quedárnosla dentro, compartirla, darle su sitio. Cada uno/a es libre de experimentar cómo expresar su tristeza, hay personas que lo hacen mediante el baile, la música, la pintura o la escritura. Lo importante es hacerlo sin filtros, dejarla salir como venga y sin juicio.
¿Qué hacer con mi tristeza?
Ahora que sabes un poco más sobre ella, te toca decidir cómo tratarla…cómo tratarte…
Reprimirte empeorará tu sistema emocional, aprender a gestionarla te hará ganar calidad de vida.
Puedes continuar negándola, puedes esconderte para llorar, puedes seguir de mal humor con el mundo, puedes pelearte contigo mismo /a por sentirte así….y con los que tienes cerca, o puedes comenzar a aceptarla e integrarla en tu vida de una forma sana.
Para los procesos relacionados con la gestión emocional es importante y muy beneficioso el trabajo terapéutico. La vida está en continuo movimiento y las emociones también, nos van a acompañar siempre por lo que puede que sea el momento de que aprendas a caminar con ellas.