Hay una conclusión común a mis últimas lecturas que de alguna forma me hace ser optimista, y es lo mucho que se ha avanzado en muchos aspectos en relativamente poco tiempo. Lo cierto es que mi generación ya ha conocido el ejercicio libre de la mayor parte de los derechos humanos que se creen inherentes al hombre, pero muy poco antes de mi nacimiento resultaba que muchas cosas que poco después se dieron por incuestionables parecían para muchos inalcanzables.
En Estados Unidos en los años sesenta, hace tan poco, al mismo tiempo que se cocía el germen de la sociedad de consumo que luego se impuso existía una vergüenza que ya muchos parecen haber olvidado. Yo misma recordaba siempre el sufrimiento de los afroamericanos enmarcado en un tiempo anterior, muy anterior a la televisión, al teléfono o a los felices años sesenta. Bien, pues Criadas y Señoras, el libro de Kathryn Stockett me ha sacado de esa imperdonable ignorancia que he padecido.
En el libro las reflexiones de varias criadas negras, clarividentes y llenas de humanidad, te golpean el alma hasta la emoción, la manera en que narran sus día a día lo que para ellas suponía seguir presenciando tantas injusticias racistas en un momento en el que comenzaba a avistarse luz al fondo del túnel. Porque el libro está enmarcado justo en ese momento en que la mujeres de color todavía sirven en casas de señoras blancas, sufren humillaciones y se ven impelidas a aguantar, pero también ese momento en el que ya comienza el movimiento por los derechos civiles y son conscientes de que el cambio va a llegar por orden natural, a pesar del sufrimiento y muertes que acarreará.
Lo cierto es que leyendo las fechas que encabezaban algunos de sus capítulos me parecía increíble que hace tan poco viviesen esa situación en el país de las libertades. Si en Europa causa sonrojo el auge de los fascismos en la primera mitad del s.XX la misma vergüenza deben sentir los americanos con esa página de su corta historia llena de crueldad y bestialidad. Pero es por todo esto, por lo reciente, por lo inmediato, por que en el año 1964 ya había nacido su actual presidente, por lo que todavía resulta más asombroso la rapidez y la normalidad con que lo han asumido. Eso me llena de esperanza y optimismo hacia la raza humana. Aunque a veces me pregunto si no habremos tocado techo y ahora solo queda caer...
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