Hace unos días, un amigo alemán me invitó a su cumpleaños. Me encantó porque me sentí un poquito más integrada, pero era la primera Geburtstagsfeier a la que asistía así que, le pregunté cómo era una fiesta de cumpleaños en Alemania. Él se rió y me preguntó cómo eran en España. Lo cierto es que nunca me había parado a pensarlo.
Supongo que, como en otras tantas celebraciones, depende de la persona que la organiza. En mis grupos era habitual hablar y pactar qué llevaba cada unos para que el anfitrión no corriera con todos los gastos de la comida y de la bebida. Con el regalo pasaba algo similar. Si el grupo se llevaba bien, se hacía reparto de tareas con un bote común. Después se echaban las cuentas. Si los invitados no se conocían o había tiranteces, cada uno compraba lo que más le gustara, de forma individual.
Con Whatsapp las invitaciones grupales se pueden hacer de manera más fácil por lo que pronto estaba en un grupo de alemanoparlantes ultimando todos los detalles para la quedada. No conocía a nadie, pero una de las personas del grupo me mandó un mensaje por si quería participar en el regalo grupal. Él se encargaba y sólo tenía que darle el dinero en la fiesta. Una organización impecable, pensé. Se trataba de un pequeño detalle y una tarjeta regalo. Es la segunda en la que participo por estos lares. Me imagino que, en parte, porque es una opción cómoda y practica para regalar entre varios.
En cuanto a la comida y la bebida corrían a cargo de mi amigo, por lo que sólo teníamos que ir y participar de la velada. Y la verdad es que fue genial.
De vuelta a casa repasamos algunas anécdotas, charlas y las cosas que más nos habían llamado la atención. Porque, pese a que en esencia una fiesta de cumpleaños es una fiesta de cumpleaños, sí que vimos algunas diferencias que ya nos eran conocidas. Cuando nos hemos juntado con gente alemana para echar la tarde, es corriente que aparezcan algunos de estos básicos del picoteo:
Las patatas fritas
En toda fiesta o quedada que se precie hay una bolsa de patatas. Eso también era así en España. Lo que varía un poco son las opciones que hay. En los supermercados se venden un montón de sabores. Quizás uno de las más populares sea el de Paprika, pero también las hay con sabor a cebolla, hierbas aromáticas (die Kräuter), vinagre o salsa picante. En las veladas alemanas suele empezarse con una clásica, con sal, y seguir con toda clase de gustos.
Flipos
Junto con las patatas fritas se suele sacar alguna otra bolsa de salados para picar. En Alemania los ganchitos o los pelotazos no son nada habituales de ver. Ni en las tiendas, ni en las reuniones con amigos. Por aquí son más populares una especie de gusanitos con sabor a cacahuete. Aunque hay varias marcas, una de las más conocidas es Flips y, por eso, se les llama flipos.
Bolas de pizza
Las vi por primera vez en una merienda con nuestros vecinos. A primera vista parecen bolas de pan y, en el fondo, no son más que eso; una masa de pan (o pizza, según la etiqueta) en forma de bolas que se calientan en el horno y se sirven solas, como acompañamiento, o rellenas de alguna crema, queso o espinacas. Suelen estar en la parte de refrigerados.
Gominolas
Después del picoteo salado, llega el postre. En las celebraciones alemanas es común comer algunos dulces o gominolas. En los supermercados hay pasillos con un infinidad de bolsas de chucherías, sin embargo lo que se suele compartir es un envase que contiene nada más y nada menos que un kilo de gominolas variadas. Si el grupo es muy numeroso puede haber hasta un par.
Fritz- kola
Además de las cervezas patrias y de importación, en todas las quedadas hay refrescos para quienes no beben alcohol. Uno de los que más llama la atención son los Fritz- kola, una marca que comenzó su andadura en 2003, en Hamburgo. Además del clásico sabor a cola hay otros como el de melón, fresa o Rabarber. Todas las Fritz tienen Pfand.
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